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Javier Flores

Larga vida al BCE

La Razón
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La mejoría en las condiciones de financiación tras el anuncio y posterior puesta en marcha de la ampliación del programa de activos por parte del BCE, junto con la depreciación del euro y la reducción del precio del petróleo, son algunos de los factores que están impulsando el gasto interno en los últimos meses y la actividad, en un contexto en el que además ha mejorado el entorno exterior. Tanto es así que el Banco de España ha elevado la previsión de aumento del PIB al 2,8% para este año y al 2,7% para el próximo. Se empieza a hablar sin embargo con fuerza del peligro de formación de una burbuja de precios en la renta fija como efecto colateral a las medidas del BCE, cuyo primer síntoma serían las rentabilidades negativas en bonos. Aunque el propio Draghi se ha mostrado optimista sobre el momento de la economía de la eurozona, que ha dicho está ganando impulso, y ha defendido los buenos efectos del programa de compra de bonos, que, según dijo, está funcionando con fluidez, viene también lanzado advertencias al señalar a las capitales políticas que no deben distraerse a la hora de seguir contribuyendo con medidas «propias», en alusión a las reformas estructurales que deben acometer. Personalmente, no veo tangible la temida burbuja, aún reconociendo que efectivamente existen pocos argumentos para adquirir bonos con rentabilidad negativa si no es porque se espera que la rentabilidad sea más negativa todavía en el futuro... Porque la realidad es que los inversores no encuentra muchas alternativas habida cuenta de la situación del euro y las pobres previsiones de inflación, de modo que mientras el BCE mantenga su política, poco se puede hacer en contra de la corriente principal que provoca.

Con todo, el mercado de renta fija española ha registrado recientemente un nuevo movimiento de ida y vuelta, de forma que de continuar como previsiblemente será hasta nuevos catalizadores, parece se irá perfilando un máximo en la rentabilidad actual de los bonos periféricos que apunta a situarse algo por encima del 1,30% para el bono español diez años, en paralelo con un diferencial en 109 puntos básicos.

La parte baja de este rango podríamos situarla, en los objetivos marcados a medio plazo y que no son otros que los niveles inmediatamente posteriores a la puesta en marcha del QE, en una rentabilidad del 1,15% y una prima de riesgo en 89 puntos, que seguramente se superarán a la baja, lo que permitiría acometer las necesarias reformas estructurales si se dieran las condiciones políticas para que así sea.

*Director del Dep. de Estudios de Asinver