Macroeconomía

Las exportaciones tiran de España

Entre enero y julio de 2017 las ventas al extranjero aumentaron un 9% interanual, por lo que se prevé que se cumpla otro récord este año

El «e-commerce» ha llevado a que los servicios de paquetería crezcan
El «e-commerce» ha llevado a que los servicios de paquetería crezcanlarazon

La economía ha pasado por momento dramáticos, que podrían haber sido aún peores si no fuese por las transacciones al extranjero.

El descenso del consumo interior provocó que las empresas hiciesen grandes esfuerzos para proyectar sus negocios fuera del país y, finalmente, han sido los sostenedores de las cuentas nacionales, convirtiendo un país que no se caracterizaba por exportar, en uno de los mercados que más vende lejos de sus fronteras.

¿Saben esa típica escena de película en la que un personaje sujeta la mano de otro que está a punto de caer por un precipicio? De esa forma se podría rodar cinematográficamente lo que las exportaciones han supuesto los últimos años para la economía española. Cuando la demanda interna descendió estrepitósamente debido a la crisis económica las empresas hicieron un esfuerzo y se lanzaron a vender al exterior. Una de ellas fue IFCS, especializada en dermocosmética. Aunque la empresa comenzó a exportar en el 2000, no ha sido hasta los últimos años cuando ha consolidado su presencia en el exterior. «El peso de nuestros negocios ha cambiado. Antes, España representaba la mayoría de nuestra facturación. Ahora, el 60% procede de fuera, vendemos en 80 países, tenemos filiales en seis y distribuidores en todos los continentes», cuenta el CEO de IFC, Juan Matji. Esta compañía, como muchas otras, ha puesto su granito de arena para convertir en el verdadero motor de la economía a las exportaciones que, en 2016, alcanzaron un nivel récord con 254.530 millones facturados, frente a los 159.889 millones de 2009, es decir, han crecido un 60% en los últimos siete años. Además, en ese lapsus de tiempo que comprende básicamente toda la crisis, la contribución de las exportaciones al PIB nacional experimentó un repunte que ha situado a España entre los países cuyo comercio exterior aporta más a su economía. Mientras en 2009 su peso en el PIB representaba sólo el 22,7%, detalla el Banco Mundial, en 2016 ya era el 33,1%. De esta manera, España ha superado en comercio exterior a mercados con mayor tradición exportadora como el francés, donde representa el 29,4% de su PIB, o al británico, cuyo peso en su econonomía asciende al 28,1%. Así, la recesión ha llevado a las empresas a buscar un «plan b» debido a la abrupta caída de la demanda interna, que pasó de ser del 76% en 2009, al 67% en 2015 según datos del Banco de España. «La última crisis vivida impidió a las empresas españolas, que tradicionalmente vendían en el mercado local, colocaran sus producciones en el país, por lo que tuvieron que acudir a los mercados internacionales», explica la profesora de Economía Aplicada de la universidad CEU San Pablo, Inmaculada Hurtado.

De este modo, fueron las propias sociedades las que mantuvieron en marcha el motor de la economía, ya que no se paralizaron cuando cayó el consumo de sus consumidores habituales, sino que exploraron nuevos mercados lejos de nuestras fronteras y, gracias a encontrar beneficios fuera, la balanza comercial se equilibraba dentro, compensado el saldo negativo. En 2008, las importaciones acumularon 283.387 millones de euros y las ventas al extranjero fueron sólo de 189.227 millones. La diferencia supuso que España registrara un saldo negativo de 94.159 millones. La situación en 2016 ya se había normalizado y la balanza cerró con un saldo negativo de 18.753 millones. «La evolución positiva de las exportaciones, que ha sido mejor que la de los países competidores de nuestro entorno, ha permitido reducir sensiblemente nuestro déficit comercial, aumentar el superávit de servicios y conseguir superávits en nuestra balanza por cuenta corriente en los últimos cuatro años. El sector exterior ha contribuido decisivamente a la recuperación de nuestra economía», asegura el director internacional de la Cámara de Comercio de España, Alfredo Bonet. En 2012, durante los peores momentos de la crisis, el PIB se situaba bajo mínimos, en el -2,9% de variación interanual, según la última revisión del Instituto Nacional de Estadística. No obstante, el crecimiento fue rápido, algunos incluso lo han tildado de milagroso, y en 2016 el PIB ascendía al 3,4%. Al igual que Bonet, Inmaculada Hurtado señala que se ha llegado hasta ese dato de incremento debido «a la demanda interna (consumo e inversión) como a la externa, que tuvo una aportación positiva al aumento del PIB, creciendo las importaciones un 2,8% el año pasado y a una tasa mayor, del 3,5%, las exportaciones».

El automóvil, la estrella

Este incremento se ha sostenido, sobre todo, por la buena acogida que tienen en el exterior productos españoles como los automóviles, el más exportado. Sus ventas sumaron 23.771 millones de euros, y a ello hay que añadir el volumen de mercado del resto de componentes de automoción, que está por encima de los 10.571 millones. Esto provoca que el sector del automóvil ocupe el 16% de toda la exportación, según datos del Ministerio de Economía. No obstante, se ve superado por los bienes de equipo, que suponen un 20,8%. En este grupo se encuadran los productos cuyas transacciones al exterior más crecien respecto a 2016: los combustibles y lubricantes un 63,6% hasta los 7.623 millones y los minerales metálicos y no metálicos un 46,3% hasta los 2.417 millones. Empatado con la automoción se encuentran los alimentos, las bebidas y el tabaco, que también representan el 16% de las exportaciones gracias a la buena salida de la que disfruan las frutas frescas y congeladas (4.778 millones de enero a julio de 2017), las hortalizas (3.885 millones) y el aceite de oliva (2.459 millones). Bonet indica que los mercados con más relevancia en cuanto a exportaciones, todos ellos dedicados a los bienes y no a los servicios –que están encabezados por el turismo–, son en «los que nuestras empresas han logrado elevados niveles de competitividad internacional», como ocurre con los productos químicos, que con un 15,1% de cuota anual, este curso ya han acumulado 18.960 millones.

Los principales destinos de las mercancías que exporta España se encuentran en Europa. Del total de ventas al extranjero entre enero y julio de 2017, que suman 163.064 millones de euros, según el ICEX, 112.580 millones han sido a Europa y, en concreto, 107.907 millones a países de la Unión Europea. El siguiente continente es Asia, en parte por culpa del crecimiento de las transacciones con China. En 2016 aumentaron un 13,4% hasta alcanzar los 5.032 millones, contrapesando el descenso del 23,6% ventas a Arabia Saudí, que reunieron 2.363 millones de euros. El pasado año el país al que más exportó España fue el vecino más poderoso, Francia (38.500 millones), aunque se registró una bajada de 0,5%. Le siguió uno de nuestros mejores socios, Alemania, que, con un 6,1% más de volumen respecto a 2016, recibió mercancías por valor de 28.736 millones. Italia superó a Reino Unido tras un ascenso del 8,7% y ocupa el tercer lugar con 20.298 millones. El resultado favorable al Brexit conocido el 23 de junio del calendario anterior, no desplomó las exportaciones a UK. Al contrario, notificaron una variación interanual positiva del 5,1% y 19.153 millones de euros. Muy cerca está Portugal con 18.188 millones y continúa la lista Estados Unidos, al que España vendió un -0,7% de mercancías, hasta alcanzar los 11.327 millones. Uno de los motivos por los que las exportaciones españolas a EEUU bajaron el año pasado fue la inestabilidad política causada por la dura campaña electoral entre Hillary Clinton, y Donald Trump, finalmente vencedor con un programa comercial proteccionista. Aunque el presidente de EEUU tenga como una de sus políticas defender los intereses de las empresas nacionales sobre los de las compañías foráneas que aterrizan en el país, este razonamiento no cuenta con mucho sentido en un contexto económico dominado por el comercio electrónico.

«E-Commerce»

Internet ha roto todas las fronteras, las de los mercados, pero también las de las posibilidades. Las grandes empresas siguen siendo las que más exportan, sin embargo, el «e-commerce» ha dado la opción a las pequeñas y medianas compañías españolas de exponer sus productos en internet y verderlos a clientes internacionales. La profesora de Economía Aplicada de la universidad CEU San Pablo, Inmaculada Hurtado, destaca que «el volumen de negocio de las pymes ha aumentado por el empleo de la red, ya que pueden llegar a un mayor número de consumidores con unos costes reducidos y contando hoy en día con sistemas de pago más fiables». Así, añade, «el 86% de las pymes generan ingresos a través del comercio electrónico, según un estudio realizado por FedEx Express, por encima de la media de la UE». Esta burbuja en expansión ha provocado que en España el comercio electrónico haya pasado de registrar poco más de 2.000 millones en enero de 2011 a 6.656 millones en diciembre de 2016, año en el que el crecimiento del «e-commerce» fue del 20,8%, detalla la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Con esta herramienta globalizadora, sostiene Alfredo Bonet, «es previsible que la exportación se convierta en una parte estructural, y no solo coyuntural, del plan de negocio de las empresas. Ello reforzará aún más el modelo de crecimiento de nuestra economía».

A pesar de que las compañías hayan captado esta reciente tendencia, nuestro país nunca se había caracterizado por ser exportador. Evidentemente, la democracia fue la primera llave que abrió a España la puerta de las ventas al extranjero, pero no fue hasta la adhesión a la Comunidad Económica Europea en 1986 cuando se comienza a convertir en una nación exportadora y con relevancia de los negocios con estados foráneos en su economía. Así, los años 90 fue la década de gran apogeo en España del comercio exterior, que en 1990 era el 15,8% del PIB y en el 2000 ya representaba el 28,6%, detalla el Banco Mundial. Alfredo Bonet explica que «esta apertura rápida y progresiva supuso una gran ampliación del mercado para nuestras empresas a la vez que una enorme inyección de competencia en nuestro mercado local, retos a los que nuestra comunidad empresarial supo responder de manera destacable. El aumento de competitividad de nuestras empresas ha permitido que hoy contemos con un buen número de empresas multinacionales que ocupan posiciones de liderazgo internacional en varios sectores de gran potencial de crecimiento». Pero con la entrada del nuevo siglo el panorama dio un giro de 180º. Es verdad que las exportaciones continuaron su subida por la alta competitividad de las grandes empresas españolas, y según el Departamento de Aduanas en el 2000 sumaron un volumen de transacciones de 124.177 millones de euros, cifra que en 2008 se acercaba a los 190 millones, manteniendo su cuota de mercado entorno al 2%. Por contra, la unificación monetario de los países de la Unión Europea produjo un crecimiento económico y, por lo tanto, un aumento del consumo interno, que ganó protagonismo y se lo quitó a las ventas al exterior, que perdieron 3,3 puntos de relevancia sobre el PIB nacional hasta el 2008, cuando se situó en el 25,3%.

Ahora las exportaciones han recuperado el terreno perdido y las cantidades que se enajenan fuera de nuestras fronteras crecen, sí, pero son vulnerables, pues dependen mucho de la seguridad que las compañías nacionales exportadoras ofrezcan a sus clientes. Por ello, ante los desafíos internos a los que se enfrentan, como la instabilidad política provocada por el «procés» catalán, hay quienes se han preguntado si este años las ventas al exranjero mantendrán el ritmo que han venido cosechando. En este sentido, Bonet afirma que en el periodo que se ha contabilizado de 2017 «las exportaciones han crecido un 9% interanual, de nuevo por encima de la media de aumento de la zona euro, por lo que todo apunta a que este año nuestras volverán a batir el récord histórico de 2016». Por su parte, Inmaculada Hurtado señala que «las previsiones que han realizado los principales centros de investigación auguran unos buenos resultados para 2017 y 2018, manteniendo el ritmo de aumento de las exportaciones y, por tanto, su contribución positiva al crecimiento económico del país». Con todo, la apertura de las empresas al extranjero como consecuencia de la crisis económica y el consiguiente crecimiento paulatino de las exportaciones, han evitado el desenlace más trágico de la escena de la película en la que la economía española estaba al borde del precipio.

Las alianzas comerciales

Exportar supone unos costes elevandos, por ellos las empresas han sido creativas y han usado numerosas estrategias para vender sus productos fuera de España. Entre las que más se ha aplicado se encuentran las alianzas comerciales o, como se conocen por su nombre en inglés, «joint venture». Este modelo de negocio se trata de buscar una serie de socios con los que desarrollar planes de inversión conjunta a largo plazo, entre ellos exportaciones, a través de lo que se podría dominar como empresa conjunta. De esta manera, comparten mercancías que se distribuyen bajo el mismo paraguas. En IFC han puesto en marcha una iniciativa similar en un mercado exótico. Desde la compañía comentan que «dentro del sostenido y sólido proceso de internacionalización que iniciamos hace casi 15 años, acabamos de crear una “joint venture” con socios locales que nos permite comercializar en China productos cosméticos y nutriceúticos “Made in Spain” a partir de febrero de 2018. Asimismo, estamos negociando acuerdos parecidos en Estados Unidos en el área de innovación y, en Francia, acuerdos de comercialización». Son estrategias como estas las que han hecho posible que IFC se expanda y que, destacan «en los últimos cinco años, la empresa haya abierto mercado en veinte países, entre ellos Rusia, Japón, Qatar y la propia China». El sistema que ellos han puesto en marcha para internacionalizarse, admiten, es «buscar nuevos mercados y retos a través de la creación de nuevas filiales o la adquisición de compañías locales. Si las compañías están saneadas y nos ponemos de acuerdo en el precio, adquiriremos la mayoría de la empresa para operar en esos mercados. Este proceso suele conllevar un tiempo de madurez de unos dos o tres años hasta que comienzan con la actividad de compraventa. Lo más importante para Industrial Farmacéutica Cantabria es encontrar, sin duda, el país, el proyecto y la persona».

El valor de la Marca España

Una de las claves para tener éxito en la exportación de productos es que estos cuenten con el respaldo de una etiqueta del país de origen que garantice su calidad y su procedencia. Las empresas españolas han encontrado esta herramienta en la Marca España, que se autodefine en su web como «un proyecto a largo plazo cuyo objetivo es mejorar la imagen de España en el extranjero y entre los propios españoles». Esta ha sido una de las políticas estatales puestas en marcha en los últimos años para incentivar la venta de mercancías al extranjero. La iniciativa inició su andadura en el año 2012 tras la aprobación del Gobierno, que designó a Carlos Espinosa de los Monteros como Alto Comisionado con rango de Secretario de Estado. Según la profesora Inmaculada Hurtado la Marca España ha jugado un papel importante a la hora de que las compañías nacionales se lanzaran al exterior porque es un cuño que «está muy bien valorado en los mercados internacionales». Tanta es la relevancia que llega a tener este aparato promocional que, añade, «el último informe elaborado por Reputation Institute para el Real Instituto Elcano, el nuestro es el 13º país con mejor reputación del mundo, mejorando en 4 puesto al conseguido el año pasado. Dicho documento estima que por cada punto de aumento en la reputación, mejora un 1,4% el ratio de inversión en España respecto al PIB, un 5% el ratio de visitas al país y un 1,2% las exportaciones españolas». Es decir, la Marca España tiene sus efectos directos sobre la confianza de los extranjeros.