Empresas

Las pymes también se apuntan

El número de compañías españolas que exportan sus productos aumentó bastante durante los primeros años de la crisis, y pasó de 101.395 en 2008 a 150.992 en 2013, según CEOE.

Las mercancías españolas viajan por el mundo gracias a su calidad y valor añadido
Las mercancías españolas viajan por el mundo gracias a su calidad y valor añadidolarazon

Buscarse las habichuelas, ganarse el pan, y otras expresiones han sonado bastante en los últimos años para hablar de la gente que se marchaba al extranjero. Esos que iban a cumplir el refrán, dicen las estadísticas que normalmente eran varones, de alrededor 30 años, con estudios superiores, y que escogen Reino Unido como destino en busca de trabajo, ya que en España el empleo estaba por los suelos. Esto provocó que la gente no se arriesgase a consumir para ahorrar lo máximo posible, la demanda interna decayó, y las empresas tuvieron que lanzarse al exterior para poder mantener su volumen de ventas. De este modo, el número de compañías españolas exportadoras aumentó de 101.395 en 2008 a 150.992 en 2013 según la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), un «incremento de la base exportadora del 50% y coincidiendo con la fase de crisis económica, que es digno de destacar», mantiene el director internacional de la Cámara de Comercio de España, Alfredo Bonet.

Dentro de estas sociedades existen dos tipologías que dependen de su tamaño. En principio, las grandes empresas, que ya exportaban antes de la crisis, y son las que se comen la mayor parte del pastel. Indica Bonet que «el 87% de nuestras exportaciones se concentran en la actividad de las primeras 5.000 compañías que venden fuera de las fronteras, que representan el 3% del total de las empresas que lo hacen». Pero las que han hecho crecer el número de firmas exportadoras han sido las pequeñas y medianas empresas que «son mucho más ineficientes en nuestro país que en otros», explica el profesor de la universidad de Harvard Pol Antràs en su estudio «El comportamiento de las exportaciones españolas», publicado por Fedea. La diferencia de acitud entre ambos grupos provoca que las compañías vivan realidades opuestas, las de mayor capacidad «son pocas, pero exportan mucho y de forma continuada, mientras que las pymes venden al extranjero irregularmente», expresa la profesora de Economía Aplicada de la universidad CEU San Pablo, Inmaculada Hurtado.

Incentivos institucionales

No obstante, el rendimiento que obtienen las pymes de vender sus productos fuera de España ha aumentado en los últimos años gracias a, por un lado, el auge del comercio electrónico y, por otro, los incentivos que han recibido de las instituciones públicas. Cuando la demanda interior bajó, el gobierno quiso revitalizar a las pequeñas y medianas empresas impulsándolas hacia el comercio exterior. Añade Hurtado que «las dinamizaron a través de planes de apoyo a los emprendedores. Se desarrollaron programas de internacionalización a medio y largo plazo con la ayuda y el asesoramiento del estado, y se exploraron nuevos mercados de exportación que redujeran la peligrosa concentración de las ventas a Europa». En este sentido, la empresa IFC, que pertenece al cuarto sector con mayor volumen de exportaciones, los productos químicos, es una de las que ha buscado más allá de nuestro continente a pesar de guardar «una posición muy dominante en el mercado italiano». Actualmente, comentan, «el objetivo es liderar el mercado mexicano, donde abrimos filial en enero de 2017 y nuestros productos han gozado de una acogida muy favorable entre las cadenas de farmacia. El reconocimiento internacional nos está ayudando a derribar fronteras».

Así, los bienes y servicios que tienen como destino países extranjeros son diferenciados y disfrutan de un alto valor añadido. Y es que los productos españoles ya no sólo compiten por su precio, sino también por su calidad. Este fenómeno ha salido a la luz porque, a pesar de que el euro se haya revalorizado un 12% en lo que va de año, lo que resta competitividad a las exportaciones, éstas siguen aumentando su volumen en un 9% interanual y acercándose a un nuevo récord histórico. Además, la recuperación en la zona euro contribuye a crear un clima económico favorable, del que pueden salir muy beneficiados los bienes y servicios nacionales, más teniendo en cuenta que la Unión Europea es nuestro principal cliente. Eso sí, aunque los beneficios lleguen desde fuera, lo más importante que se debe cuidar son las raíces. En el caso de IFC están en Cantabria, donde han construido una nueva planta en Villaescusa que, afirman, «nos permitirá multiplicar por diez la producción como parte indispensable para seguir el ritmo que nos hemos marcado de duplicar cada cinco años nuestra facturación y que venimos cumpliendo ya desde hace tiempo». Registrando ese crecimiento constante se puede asegurar que IFC ha sido una de esas empresas que ha aprovechado las exportaciones para ganarse el pan.

Buscarse las habichuelas, ganarse el pan, y otras expresiones han sonado bastante en los últimos años para hablar de la gente que se marchaba al extranjero. Esos que iban a cumplir el refrán, dicen las estadísticas que normalmente eran varones, de alrededor 30 años, con estudios superiores, y que escogen Reino Unido como destino en busca de trabajo, ya que en España el empleo estaba por los suelos. Esto provocó que la gente no se arriesgase a consumir para ahorrar lo máximo posible, la demanda interna decayó, y las empresas tuvieron que lanzarse al exterior para poder mantener su volument de ventas. De este modo, el número de compañías españolas exportadoras aumentó de 101.395 en 2008 a 150.992 en 2013 según la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), un «incremento de la base exportadora del 50% y coincidiendo con la fase de crisis económica, que es digno de destacar», mantiene el director internacional de la Cámara de Comercio de España, Alfredo Bonet.

Dentro de estas sociedades existen dos tipologías que dependen de su tamaño. En principio, las grandes empresas, que ya exportaban antes de la crisis, y son las que se comen la mayor parte del pastel. Indica Bonet que «el 87% de nuestras exportaciones se concentran en la actividad de las primeras 5.000 compañías que venden fuera de las fronteras, que representan el 3% del oal de las empresas que lo hacen». Pero las que han hecho crecer el número de firmas exportadoras han sido las pequeñas y medianas empresas que «son mucho más ineficientes en nuestro país que en otros», explica el profesor de la universidad de Harvard Pol Antràs en su estudio «El comportamiento de las exportaciones españolas», publicado por Fedea. La diferencia de acitud entre ambos grupos provoca que las compañías vivan realidades opuestas, las de mayor capacidad «son pocas, pero exportan mucho y de forma continuada, mientras que las pymes venden al extranjero irregularmente», expresa la profesora de Economía Aplicada de la universidad CEU San Pablo, Inmaculada Hurtado.

Incentivos institucionales

No obstante, el rendimiento que obtienen las pymes de vender sus productos fuera de España ha aumentado en los últimos años gracias a, por un lado, el auge del comercio electrónico y, por otro, los incentivos que han recibido de las instituciones públicas. Cuando la demanda interior bajó, el gobierno quiso revitalizar a las pequeñas y medianas empresas impulsándolas hacia el comercio exterior. Añade Hurtado que «las dinamizaron a través de planes de apoyo a los emprendedores. Se desarrollaron programas de internacionalización a medio y largo plazo con la ayuda y el asesoramiento del estado, y se exploraron nuevos mercados de exportación que redujeran la peligrosa concentración de las ventas a Europa». En este sentido, la empresa IFC, que pertenece al cuarto sector con mayor volumen de exportaciones, los productos químicos, es una de las que ha buscado más allá de nuestro continente a pesar de guardar «una posición muy dominante en el mercado italiano». Actualmente, comentan, «el objetivo es liderar el mercado mexicano, donde abrimos filial en enero de 2017 y nuestros productos han gozado de una acogida muy favorable entre las cadenas de farmacia. El reconocimiento internacional nos está ayudando a derribar fronteras».

Así, los bienes y servicios que tienen como destino países extranjeros son diferenciados y disfrutan de un alto valor añadido. Y es que los productos españoles ya no sólo compiten por su precio, sino también por su calidad. Este fenómeno ha salido a la luz porque, a pesar de que el euro se haya revalorizado un 12% en lo que va de año, lo que resta competitividad a las exportaciones, éstas siguen aumentando su volumen en un 9% interanual y acercándose a un nuevo récord histórico. Además, la recuperación en la zona euro contribuye a creara un clima económico favorable, del que pueden salir muy beneficiados los bienes y servicios nacionales, más teniendo en cuenta que la Unión Europea es nuestro principal cliente. Eso sí, aunque los beneficios lleguen desde fuera, lo más importante que se debe cuidar son las raíces. En el caso de IFC están en Cantabria, donde han construido una nueva planta en Villaescusa que, afirman, «nos permitirá multiplicar por diez la producción como parte indispensable para seguir el ritmo que nos hemos marcado de duplicar cada cinco años nuestra facturación y que venimos cumpliendo ya desde hace tiempo». Registrando ese crecimiento constante se puede asegurar que IFC ha sido una de esas empresas que ha aprovechado las exportaciones para ganarse el pan.