Impuestos

Londres declara la guerra fiscal a Bruselas

El Gobierno británico sopesa bajar el Impuesto de Sociedades por debajo del 15% para evitar la fuga de empresas

La Razón
La RazónLa Razón

El Gobierno británico sopesa bajar el Impuesto de Sociedades por debajo del 15% para evitar la fuga de empresas

Suenan tambores. De guerra. También se oyen disparos a orillas del Támesis. El Brexit ha incendiado la City. Y es que, como consecuencia de la depreciación de la libra, Londres perderá su estatus como plaza financiera mundial. Entidades bancarias y multinacionales de distintos sectores empiezan a hacer las maletas, en busca de un cobijo donde refugiarse ante las incertidumbres que conlleva la salida de la Unión Europea. Pero el Gobierno británico no se quedará de brazos cruzados. De hecho, su ministro de Finanzas, George Osborne, anunció la intención de reducir el Impuesto de Sociedades por debajo del 15% para evitar la fuga de empresas. Sobre todo, hacia Irlanda, donde el tipo se sitúa en el 12,5%.

La fiscalidad es uno de los elementos más significativos que inciden en la atracción de compañías. Otros factores que influyen a la hora de elegir un territorio donde asentarse son la proximidad a los clientes, la seguridad jurídica en las relaciones comerciales, la pertenencia a un área de libre comercio... Y en el caso de Reino Unido todas las variables son óptimas para el establecimiento de empresas, por lo que una bajada de impuestos sería un blindaje para retener a las compañías que se vean tentadas a marcharse, e incluso atraer a nuevos inversores.

El anuncio de bajar el Impuesto de Sociedades se trata de una determinación firme para atenuar las consecuencias negativas que en el terreno de la economía acarreará el Brexit. Aunque el consenso de analistas augure un constreñimiento de la economía británica, y pese a que pueda disminuir la recaudación fiscal por Sociedades, el incremento de la base de cotizantes por IRPF y el ensanchamiento de la caja por IVA –al retener a empresas que pudieran marcharse– podrían contrarrestar los efectos adversos.

Redefinir su fiscalidad

Si bien la pertenencia a la UE supone una pérdida en la autonomía fiscal de los países miembros, la salida británica implica recuperar la plena libertad para definir su política fiscal. Así, la propuesta de bajar Sociedades «no sorprende, habida cuenta de la posición que han mantenido estos últimos años en contra de la llamada «Tasa Tobin», que se implantará en todos los países de la UE en forma de un impuesto que grave las transacciones financieras», explica Ransés Pérez, inspector de Hacienda del Estado.

La competencia fiscal puede interpretarse como una contienda, en la que los bandos quedan completamente definidos. Y mientras algunos expertos aseguran que habrá maniobras de defensa desde Bruselas, otros piensan que la capital comunitaria se ha quedado sin argumentario para acelerar la unión fiscal. Pérez cree que la reducción del Impuesto sobre Sociedades en Reino Unido y la atracción de empresas que conllevará provocarán una reacción por parte de los diferentes países de la UE. Sostiene que dado que únicamente la imposición indirecta está armonizada, cada país europeo es soberano para determinar su Impuesto de Sociedades, por lo que no descarta una bajada en cadena de los tipos para blindarse ante la posible fuga de empresas. Por otra parte, «también provocará un impulso a los procesos de armonización que están ya en curso dentro de la UE, así como de aquellos proyectos –como el BEP’s– que tratan de evitar la deslocalización de beneficios y empresas en la OCDE».

Fuentes consultadas resaltan que Bruselas no puede permitirse que haya un país que ejerza competencia fiscal sobre el resto, y consideran un milagro que Irlanda mantenga Sociedades en el 12,5%, ya que fue la primera condición para concederles el rescate: subir los tipos. La «amenaza» de Osborne torpedea la línea de flotación de la unificación fiscal, pese a que desde la UE pretendan que a futuro todos los países miembros tengan armonizado IVA, IRPF y Sociedades. Pérez opina que el Impuesto de Sociedades debería armonizarse, porque la facilidad de las empresas para deslocalizarse en busca de territorios donde tributar «a la carta» supone una auténtica espiral de bajadas de impuestos que estimulan el desarrollo de una ingeniería fiscal. Es más, a veces los beneficios empresariales no tributan donde se han generado, «y en muchos casos terminan no tributando en ningún sitio», advierte el también ex presidente de la Organización de Inspectores de Hacienda.

Si los tipos se quedan en un 15% no sería legítima la queja, pues en Europa hay países como Letonia o Lituania que llevan años aplicando este mismo tipo en su Impuesto sobre Sociedades, e incluso la propia UE ha permitido un tipo del 10% con el que se grava a las empresas en Bulgaria -el promedio en la UE se encuentra en el 22,09%–. En cualquier caso, Pérez admite que no tiene la misma repercusión la existencia de bajos tipos en pequeños países que la bajada del tipo general en la segunda economía más importante de Europa.

Un nuevo paraíso fiscal

Más que en una isla paradisíaca, Reino Unido puede convertirse en un paraíso fiscal. Un buen número de empresarios afincados en Londres piensa mudarse a Dublín, pero a partir de octubre –tras la celebración del Congreso del partido conservador– se verán las primeras medidas de competencia fiscal. La capital británica pretende ser un foco de atracción de capitales, para lo que debería bajar los impuestos y acabar con el intercambio automático de datos fiscales con Europa. Fuentes consultadas destacan que terminará bajando el Impuesto sobre Sociedades por debajo del 15%, desde el 20% actual, y que Reino Unido tiene que encaminarse hacia un modelo de paraíso fiscal para evitar la fuga de multinacionales y sobrevivir en el largo plazo.