Rusia

Los cines negros y el futuro

La Razón
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Gregory Ostapkovich es Director del Centro de Estudios de Mercado de la Escuela Superior de Economía de Moscú

Hablar de una crisis en la economía rusa no es del todo correcto, porque la crisis puede significar muchas cosas pero ante todo es una caída acentuada de toda la economía, incluidos los sectores financiero y bancario, cosa que no ocurrió en Rusia gracias al Fondo de Reserva. Es más, algunos sectores fundamentales como el de la agricultura mostraron todo ese tiempo ritmos de crecimiento positivos y el año pasado Rusia lideró las exportaciones de cereales en el mundo. Los cisnes negros que trastocaron la economía fueron las sanciones y, lo que fue aún más importante, la abrupta desaceleración de los precios de los hidrocarburos. Entre otros factores de peso que frenaron el desarrollo económico ruso destaca el desgaste del modelo económico orientado a exportaciones de petróleo y gas.

Hoy en día la situación económica en Rusia ha mejorado sustancialmente en relación con los años 2014-2015, en parte, gracias a los sectores de la industria, la agricultura y el transporte que hicieron de locomotoras del crecimiento. Sin embargo, debido a la caída de los ingresos reales de la población, continúa siendo difícil la situación en sectores orientados al consumidor. Por eso, los principales retos de la economía hoy son la caída de los ingresos reales y el déficit presupuestario que se debe a la disminución de los precios contractuales sobre las principales partidas de las exportaciones rusas. Sin la solución de estos y otros problemas económicos, a duras penas se puede esperar que el PIB alcance la media mundial (2,7- 2,9%). Y aunque este año se espera un crecimiento de 1,1-1,3%, ese ritmo está por debajo de la media mundial por lo que Rusia continuará perdiendo participación en la producción mundial. Ante esta situación las autoridades no se quedan de brazos cruzados en espera de que «bear market» (tendencia bajista) se sustituya por el «bull market» (tendencia alcista). Entre las principales medidas que se están implementando se sitúan los pasos dirigidos a reducir la dependencia de las materias primas, orientándola hacia la economía de oferta que se basa en productos de empresas con alto valor añadido. En 2014, se puso en marcha un proceso de la modernización de la economía que incluye un programa de sustitución de las importaciones. El Banco de Rusia aprobó el tipo de cambio flotante de la divisa nacional, a la vez de introducir la política de inflación objetivo que permitió reducirla del 12,9% en 2015 al 5,4% en 2016. También se han dado pasos para mejorar las legislaciones laboral y de pensiones. Ha mejorado también el clima de negocios. Las perspectivas económicas de Rusia en gran parte dependerán de la creación de las condiciones propicias para un desarrollo sostenible. Los factores se riesgo más importantes son la lentitud de la implementación de las reformas y otra abrupta caída de los precios de los hidrocarburos.

A corto plazo, el futuro lo determinará la Estrategia del Desarrollo hasta 2025, un documento que será presentado al presidente a mediados del año. Para estar entre las primeras economías del mundo, Rusia necesitaría hacer un salto tecnológico gigante, y para eso no basta solo con cambiar el modelo económico sino que hay que modificar también la política presupuestaria.