Delito fiscal

«Nos deben siete nóminas y nadie nos ha llamado»

Quiebra en las firmas «tapadera». Empleados de la empresa «legal» de Conde: «Nos dijeron que no había dinero en caja»

Un coche de la Guardia Civil custodia las oficinas de una empresa de Conde
Un coche de la Guardia Civil custodia las oficinas de una empresa de Condelarazon

Nada mejor que una empresa cosmética para blanquear dinero. Aunque parezca una chirigota, Mario Conde decidió que Hogar y Cosmética Española S. A. –con CIF A78784261, inscrita en el registro mercantil de Madrid (tomo 8642 general 7510 Seccion 3ª folio 57 hoja M-81457, inscripción 2ª)– sería el instrumento al que derivar buena parte del botín saqueado de Banesto que el ex banquero tenía repartido por medio mundo, entre paraísos fiscales y semi-paraísos europeos. Esta empresa, con actividad real y 20 empleados, se encontraba ayer funcionando como si no ocurriera nada, a pesar de que sus «patrones» se encontraban presos, desde el patriarca hasta Alejandra, la hija y fundadora de la firma, dedicada a la fabricación y comercialización de cosméticos y productos a partir de la planta de Aloe Vera.

Sin embargo, el clan de los Conde ya acumulaba problemas en su firma «cosmética» desde hacía tiempo. Los trabajadores de la empresa «legal» de la familia llevaban sin cobrar siete nóminas y ante la desesperación algunos habían decidido marcharse y denunciar los impagos en los tribunales, según contó ayer a LA RAZÓN una trabajadora. «Llevamos varios meses sin saber nada. Nos adeudan siete nóminas y nadie ha dado la cara ni nos ha llamado. Seguimos trabajando con la promesa de que iban a encontrar nuevos clientes. Según ellos (Mario Conde y su hija Alejandra), la empresa no disponía de recursos para pagarnos», explica esta trabajadora.

Afuera, en una nave industrial de un polígono madrileño, una pareja de la Guardia Civil custodia el edificio. Aún no está claro el papel de esta nave en el «maquillaje» del dinero de Banesto.

Los trabajadores tienen miedo y piden no ser identificados. Con un hilo de voz y al borde del llanto, la fuente añade una queja: «Y decían que no había dinero».