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«Productos, como los relojes, sin un relato detrás están abocados al fracaso»

Paolo Marai
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Paolo Marai se presenta a la entrevista con su terno gris medio y su elegancia sobria. Sus habilidades sociales pronto se manifiestan. Habla en italiano o en inglés con su equipo, en francés con su colaborador en nuestro país y en español con el periodista. Le preguntamos por su trayectoria profesional y contesta que siempre ha trabajado con productos que se puedan llevar y disfrutar al máximo. Y confiesa que posee un dote que vale un potosí: «Tengo sensibilidad para detectar el artículo que va a funcionar y el que no. Es fruto de una pasión, pero también una experiencia consecuencia de muchos años de trabajo».

– ¿Cómo se encuentra a su juicio la industria relojera suiza tradicional?

– Atraviesa un momento singular no especialmente preocupante que tampoco es nuevo. Pero puede tornarse crítico si se pierde el control y no se está pendiente de lo que está ocurriendo. Algunas marcas, no particularmente las suizas, han querido ir detrás de los relojes tecnológicos y se han llevado un revolcón importante. Los «smartwatch» no son una categoría de reloj, sino un artículo concebido esencialmente para consumidores de electrónica, y con un periodo de vida muy corto. A los seis meses están obligados a sacar otro mejor si quieren subsistir. La industria relojera aspira, cuando lanza un nuevo modelo, que tenga larga vida y se convierta en un clásico.

– ¿Qué quiere decir exactamente que vive un momento especial?

– Está claro que estamos en una etapa de transición. Las cosas están cambiando. El consumidor de hoy en día busca algo más que el producto, demanda una historia, una vivencia a su alrededor.

– ¿La gestión y el diseño de la industria relojera clásica necesitan una vuelta de tuerca?

– Las marcas de muy alta gama que viven en el Olimpo y cuyas producciones son limitadas no tienen ningún tipo de problema. En cambio, en el segmento medio es donde se está produciendo una gran transformación. Marcas de muchos años que han funcionado siempre muy bien, como Baume&Mercier, nos las entiende el comprador porque no están respaldadas por un relato que pueda seducirlo. También depende de la capacidad de inversión que se posea para hacerla global. Y, finalmente, otro elemento determinantes es el cambio generacional.

– ¿El mercado de los jóvenes está restringido o vetado para la industria relojera?

– Efectivamente, hay un cambio generacional. Los muy jóvenes, entre 15 y 25 años, no se interesan de momento por los relojes, pero cuando cumplan los 35-40 sí volverán por una razón muy sencilla. El cronógrafo ya no es un instrumento para medir el tiempo, sino que se ha convertido en un accesorio de elegancia, moda y distinción. Cada marca tiene un posicionamiento distinto. El joven de 20 años no necesita un reloj para decir quién es. Lo hace con su moto, su ropa, su estilo de peinado... Pero cuando empiece a trabajar, volverá a echar mano del reloj.

– ¿Las nuevas tecnologías son una amenaza seria para ella?

– Sí y no. Sí porque marcas grandes, como Apple o Samsung, han vendido una cantidad enorme de relojes y ese dinero se le ha detraído al sector relojero. Es curioso porque la gente compra los «smartwach», pero no los usa mucho.

– ¿Cuáles son, a su juicio, la señas de identidad a las que nunca debería renunciar la industria relojera suiza?

– La construcción del reloj, sin duda. La técnica, la experiencia, los materiales de la suiza no tienen absolutamente nada que ver con las demás. La calidad es infinitamente mejor.

– ¿El lujo tiene aún mucho potencial? ¿Cuáles son los mercados con más futuro? ¿Espera que surja alguno nuevo?

– Seguirá creciendo. China e India serán los emergentes a corto. En este segundo existe una larga tradición de inversión en oro, lo que le convierte en un candidato firme. A medio plazo, Brasil tendrá mucho que decir. Y el continente africano, donde todo está prácticamente por hacer, a largo.

– ¿Y Oriente Medio?

– Ha llegado a su techo y se mantiene.

– ¿En qué zonas o países de Europa la industria del lujo más se ha resentido como consecuencia de la crisis económica?

– Más o menos igual en todos. Quizá un poco más en Francia, España, Italia y Grecia. Más tarde Turquía por problemas políticos.

– ¿Son muy diferentes los gustos de los asiáticos de los europeos?

– Eran muy diferentes hace 10 año, pero ahora cada vez se acercan más. En Asia hay consumidores recientes, sin ninguna tradición, que están más abiertos a nuevos productos. No así los europeos en quienes pesa mucho la historia. Las familias son, por ejemplo, de Omega, Rolex o Longines.

– ¿Qué representa Asia para Versace?

– Un gran mercado. Ha sido muy bueno en el pasado y seguirá siéndolo en Hong Kong, China, Japón... Corea, Singapur, Malasia... están casi intactos.

– ¿Cuál es el perfil del hombre y de la mujer que compran un reloj de Versace?

– Aparte de la calidad, el «look» y el diseño, quieren ser diferentes. Se atreven a lucir artículos rompedores.

– Versace es una marca que siempre ha estado vinculada a la moda. ¿Se plantean ganar cuota entre los amantes de las firmas tradicionales?

– No es una marca global clásica a la que siempre se ha podido aspirar. No es fácil lograrlo, aunque algunas lo han conseguido hacer porque cuentan una historia.

– ¿Temen que la relojería de marcas muy vinculadas a la moda vayan perdiendo glamur al ser cada día menos exclusivas?

– Es posible que pueda ocurrir, pero teniendo en cuenta dónde está hoy Versace, queda aún mucho camino para llegar a esa situación.

EL PERFIL

El italiano Paolo Marai, nacido en Milán y graduado por la Universidad Bocconi, ha trabajado en ámbitos diferentes, pero siempre con productos tangibles que no sólo se viven, sino que se deben disfrutar al máximo. Ha pasado por el sector de la electrónica y la moda hasta llegar a la industria relojera. Es el CEO de Timex Group Luxury desde abril de hace más de 12 años. Ha pasado por casas de renombre que el lector seguro conoce: Swatch Group, Superga, Fendi, Dior, Louis Vuitton y Kenzo.

«Top ten» mundial

Paolo Marai está al frente de una división –Timex Group Swiss Luxury– de Timex Group, una gran compañía de capital norteamericano con base en suiza fundada en 1854. Su misión es ser líder en lo que ellos llaman «high-fashion watches». Juega un papel destacado en diseño, manufacturación y comercialización de estos cronómetros. Aparte de ésta, la multinacional, que se encuentra en el «top ten» con más marcas en su portfolio, cuenta con otras líneas de negocio como Timex y Sequel. Timex Group Swiss Luxury posee desde 2004 la licencia de Versace tras alcanzar un acuerdo con el grupo italiano. Su filosofía es crear valor mezclando la creatividad y un

estilo propio con el buen hacer relojero tradicional.