Finanzas

¿Puede España convertirse en una potencia «fintech»?

La Razón
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La falta de regulación es el principal obstáculo para posicionarnos como un referente de la nueva industria financiera.

El momento es ahora. La decisión de los ciudadanos británicos, adoptada en referéndum el pasado 25 de junio, de abandonar la UE y buscar un nuevo encaje en el mundo ha dado paso a un periodo de enormes incertidumbres, al tiempo que ha abierto una oportunidad para que España atraiga a las nuevas empresas tecnológicas de servicios financieros, también conocidas como «fintech», que busquen una segunda sede en suelo europeo. Una carrera muy disputada y en la que nuestro país compite con grandes urbes como París, Francfort y Berlín. «Estoy convencida de que España tiene mucho potencial y puede estar a la vanguardia de los mercados europeos. Podemos estar a la cabeza de la innovación en Europa y debemos estar a la vanguardia de todas las oportunidades tecnológicas», indica Marta Plana, vicepresidenta de la Asociación Española de Fintech (Aefi) y presidenta del Foro Fintech. «El Brexit –añade– es una oportunidad, pero debemos saber que el mundo regulatorio es necesario y que se debe escuchar a estos nuevos ‘‘players’’».

Con el objetivo de que su mensaje resuene con fuerza, la patronal de las nuevas empresas financieras presentó la semana pasada en Madrid un libro blanco en el que plantea una serie de recomendaciones a la Administración para dotar al sector de un marco regulatorio estable y a la medida de las necesidades de estas «start-ups». «Lo que el libro blanco pretende es crear un marco económico que incentive al regulador a establecer unas reglas de juego que permitan a las ‘‘fintech’’ entrar en el mundo financiero de forma transparente». Propone la reducción de la burocracia y los requisitos de entrada al mercado de estas firmas y la creación de «sandbox», regulaciones experimentales que permiten testar cómo funciona un producto antes de obtener la licencia definitiva. «El objetivo es que no pasen por un proceso extraordinariamente largo hasta que puedan ir al mercado», explicó durante la presentación el responsable de regulación financiera de la consultora EY en España, Enrique Fernández.

Se trata de un modelo que ya funciona en Reino Unido y que ha convertido a la City londinense en uno de los centros mundiales del fintech, rivalizando con EE UU y con el prometedor sureste asiático. Para ello, en 2013, comenzaron a trabajar en un marco legislativo y de supervisión que les posibilitara crear organismos adaptados a los nuevos modelos de negocio desarrollados por ellas. Y, a juzgar por los resultados, han dado con las medidas adecuadas. En 2015, más del 60% de las inversiones «fintech» en Europa recalaron allí, hasta sumar 3.300 millones de euros en fondos.

Oportunidad

Antonio Herráiz, director de Innovación y Tecnología Financiera del Instituto de Estudios Bursátiles, España puede aprovechar esa salida de la UE para consolidarse como una potencia «fintech» en Europa, pero para ello «debemos hacer los deberes y crear un entorno favorable a la inversión!. «Después del Brexit se ha creado una oportunidad única de tomar el liderazgo europeo en algunas actividades, y el fintech es una de ellas», apunta. «Una evolución de la regulación, propiciaría no sólo que las ‘‘fintech’’ españolas se mantengan aquí, sino que atraería a otras ‘‘start-ups’’ internacionales a España. Este hecho generaría riqueza, innovación y nuevos puestos de trabajo».

Por el momento, las incógnitas regulatorias que planean sobre esta prometedora industria están provocando que muchas «start-ups» se vean obligadas a abandonar el país ante las dificultades para obtener licencias para operar en España. «El hecho de que haya empresas que no tienen un marco jurídico que sustente la inversión que se realiza es lo que obliga a cambiarse a países como Holanda, Alemania o Luxemburgo», explica la vicepresidenta de Aefi. Evidentemente, en un sector con actividades tan dispares como éste, las limitaciones no son iguales para todos y siempre hay quien prefiere apostar por el mercado nacional antes que buscar una alternativa en el exterior. Desde Housers, un portal on-line a través del que un usuario puede participar en la compra de un inmueble mediante «crowdfunding», aseguran que, pese a las dificultades, nunca se han planteado irse de España.

Hoy, en España operan, según datos de la patronal Aefi, alrededor de 200 empresas tecnológicas de servicios financieros y se prevé que esta cifra crezca hasta las 400 a finales de 2018. Una evolución muy significativa, sobre todo si se tiene en cuenta que hasta hace un par de años el sector no era mas que un embrión y sus empresas apenas recibían financiación. El año pasado las «fintech» recaudaron 250 millones de euros en inversiones. Una cifra modesta si se compara con los 33.000 millones que levantó Reino Unido un año antes, pero que invita a ser optimista respecto al futuro de la industria en España. Lo mismo sucede con el empleo. Trabajan en ellas 2.500 personas frente a las más de 135.000 que lo hacen en Gran Bretaña.

De cara al futuro, y pese a que por el momento no han obtenido ningún compromiso concreto, lobbistas y empresarios se muestran confiados y valoran el «cambio de tono de la Administración». Queda por ver si este acercamiento en las posturas de unos y otros sirve para avanzar hacia una regulación que convierta a España en un destino atractivo para las empresas fintech o si por el contrario nuestro país deja pasar el tren de la innovación financiera.

Atentas al Brexit

Mientras las empresas británicas comienzan a estudiar qué hacer una vez que el Reino Unido complete el Brexit, su desconexión de la Unión Europea, las grandes capitales se movilizan para atraer inversiones. La consultora EY ha hecho público un ranking que ha puesto de manifiesto que España es, tras Alemania y Holanda, el país mejor situado para aprovechar la inversión extranjera que abandone las islas. El estudio, basado en encuestas realizadas a 256 altos ejecutivos de empresas con intereses en el continente, coloca a Madrid y Barcelona como la quinta y la décima ciudad europea, con más opciones de atraer inversiones desde RU.