Martín Prieto

El gatuperio de las primarias

Cuando la dirigencia del PSOE no sabe qué hacer, como es el caso, saca a pasear las elecciones primarias como bálsamo de Fierabrás, sin acabar de entender que las carga el diablo. Vieja y nueva guardia de nuestro socialismo desolado presumen de demócratas por haber inventado las primarias a que tantos desastres les han abocado y que tienen que ver con el sufragio universal, libre y secreto como con la reciente elección de los nuevos jerifaltes chinos. Si quieren alardear de democracia interna habrán de votar a los candidatos presentados ( sin avales de bloqueo) los afiliados al corriente de pago, y lo demás son gatuperios que acaban en dedazos como Almunia o Rubalcaba, pasando por el golpe de mano de un ignoto Zapatero al que tardaríamos en descubrir su aventurismo infantiloide. Carmen Chacón tiene prisa y no ceja argumentando que el socialismo no tiene todo el tiempo del mundo. La dama tuvo al menos un septenato para plagiar el plan de vivienda de su antecesora María Antonia Trujillo, cuando ya estaba reventada la burbuja, para meterlo afortunadamente en un cajón y saltar al Ministerio de Defensa porque su marido el publicista y José Blanco ( el que despachaba su Ministerio en las gasolineras ) convencieron a ZP, de que sería una bomba una mujer embarazada revistando las tropas. A Chacón se le atribuye gran influencia en el PSC y tiene trabajo ordenando la dispersión mental del socialismo catalán antes que recoger los restos del naufragio. Corre en su ayuda el biministro Belloch, quien condecoró al general Galindo y organizó las falsedades de Luis Roldán en Laos, el capitán Khan y los fondos reservados que se embauló Francisco Paesa, ese muerto de ida y vuelta. O a la catalana le gustan los pícaros o le da igual el socorro del cochero de Drácula. Desde simpatías estratosféricas por este PSOE parece que Rubalcaba tiene razón retrasando un nuevo secretario general para 2015, cuando haya amainado la tormenta partidaria y española. Además, la presurosa ambición de Chacón es peligrosamente conyugal.