Nápoles

El Papa, en Napolés: «La corrupción no es cristiana, ¡apesta!»

El Papa durante su visita a Scampia, Nápoles.
El Papa durante su visita a Scampia, Nápoles.larazon

Francisco lanzó ayer en Nápoles, bastión de la camorra, un grito contra quienes explotan a jóvenes, pobres y débiles.

El Papa Francisco no afronta sus objetivos acometiéndolos desde el centro, prefiere entrar en ellos por los márgenes, por la periferia, como a él mismo le gusta decir. Lo mostró ingresando en Europa por la puerta de servicio, al elegir a Albania como el primer país del continente donde realizaba un viaje oficial el pasado mes de septiembre. Ayer comenzó su visita a Nápoles, tras detenerse en Pompeya, en Scampia, el barrio más degradado de la ciudad, bastión de la camorra célebre desde que Roberto Saviano ambientó en él su libro «Gomorra», más tarde convertido en película y en serie de televisión.

El Pontífice se dirigió a la plaza del Plebiscito, el ágora de la ciudad más canalla y con impronta española de Italia, donde celebró la Eucaristía con miles de napolitanos. En su homilía hizo un nuevo llamamiento a la conversión dirigido a los miembros de la Camorra, similar al que realizó el año pasado cuando visitó Calabria, la región situada en la punta de la «bota» de la península transalpina y controlada por la «Ndrangheta», la organización mafiosa más sanguinaria de Italia.

«¡Que la corrupción y la delincuencia no desfiguren el rostro de esta hermosa ciudad! A los criminales y todos sus cómplices, hoy, humildemente como un hermano os repito: ¡Convertíos al amor y a la justicia! Dejaos encontrar por la misericordia de Dios. Sed conscientes de que Jesús os busca», les dijo Francisco. La misericordia divina, uno de los pilares del cristianismo para el Papa, también les espera a los delincuentes, pues Dios «perdona todo y perdona siempre». Siempre están a tiempo de «reemprender una vida honesta».

El llamamiento no sólo partía de él, máxima autoridad de la Iglesia católica de la que tantos mafiosos se sienten parte. También venía de «las lágrimas de las madres de Nápoles, mezcladas con las de María, la Madre celestial». «Que estas lágrimas fundan la dureza de los corazones y hagan regresar a todos al camino del bien», deseó Bergoglio. En una nueva petición para conseguir que sean los propios napolitanos quienes se sacudan de encima el mayor problema que afronta su tierra, les invitó a que dejaran «paso a la esperanza». «No dejéis que os la roben. No cedáis a la lisonja del dinero fácil o de los ingresos poco honestos. Reaccionad con firmeza contra las organizaciones que explotan y corrompen a los jóvenes, a los pobres y los débiles, con el cínico tráfico de drogas y otros crímenes», pidió. El Papa se mostró ambicioso en sus pretensiones, pues comentó que ayer era «el día del rescate para Nápoles». «Esperar es ya resistir al mal», aseguró. «Tener esperanza es ver el mundo a través de los ojos y el corazón de Dios. Esperar es apostar por la misericordia de Dios, que es Padre y perdona siempre y perdona todo».

También trató de sacudir las conciencias durante su visita a Scampia, cuando dejó a un lado el discurso que tenía preparado e improvisó. «¡Cuánta corrupción hay en el mundo! Algo corrupto es algo sucio. Si nos encontramos con un animal muerto que se está corrompiendo, que está corrupto, es feo y apesta. ¡La corrupción apesta! ¡La sociedad corrupta apesta!», lamentó el Papa. «Un cristiano que deja entrar dentro de sí la corrupción no es un cristiano, ¡apesta!», advirtió Francisco.