Elecciones autonómicas

El «plantón» de Díaz a Sánchez reabre el conflicto tras las elecciones

En Ferraz lo consideran una «reacción gratuita» que provoca un «ruido innecesario» a las puertas del Comité Federal. Se reunirán mañana, antes de una cena con barones socialistas

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, ayer, tras interpelar a Mariano Rajoy en la sesión de control al Gobierno
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, ayer, tras interpelar a Mariano Rajoy en la sesión de control al Gobiernolarazon

En Ferraz lo consideran una «reacción gratuita» que provoca un «ruido innecesario» a las puertas del Comité Federal. Se reunirán mañana, antes de una cena con barones socialistas

Enésimo desencuentro entre Susana Díaz y Pedro Sánchez. La presidenta en funciones de la Junta canceló, horas antes de su celebración, la reunión que tenía prevista con el secretario general del PSOE destinada a perfilar, antes del Comité Federal de este sábado, la estrategia de alianzas postelectorales que el partido va a protagonizar con formaciones como Podemos o Ciudadanos. Fuentes de Ferraz reconocían entonces, que «por motivos de agenda», aducidos por la lideresa andaluza, la reunión prevista no se iba a celebrar y desde Andalucía corroboraban este punto, añadiendo que se trataba de una «cita ginecológica» –por el avanzado estado de gestación de Díaz– lo que la había impedido viajar a Madrid.

En la sede federal este nuevo desplante ha sido acogido con una mezcla de estupor y resignación. No comprenden cómo una cita médica no podía estar prevista con anterioridad para evitar concertar un encuentro que estaba llamado a no producirse. El malestar sube enteros entre quienes lo consideran una «reacción gratuita» de Díaz que provoca un «ruido innecesario» a las puertas del Comité Federal y cuando el foco de la polémica está puesto en la crisis interna del Partido Popular y ya no en el PSOE. Conscientes de las maniobras de la lideresa andaluza, desde Ferraz impusieron la máxima cautela en lo que a la ronda de contactos con los barones se refiere. El secretismo era tal que en un principio sólo se confirmaban los encuentros una vez se hubieran producido y en el caso de Díaz evitaron, incluso, confirmar la hora y el lugar de la cita, aunque sí adelantaron el día en que se produciría, lo que ha provocado un nuevo desaire desde San Vicente, sede del socialismo andaluz.

La presidenta en funciones ha querido demostrar, como ya hiciera durante la campaña electoral, que es ella quien marca el paso de las relaciones con la dirección del partido y quien decide cuándo y dónde se producen los encuentros. Es más, diversas fuentes apuntan a que la lideresa habría aplazado la reunión en Ferraz para ser quien cierre la ronda de contactos con los barones, una muestra de poder acorde a la posición de fuerza que representa en el partido y que le otorga ser la lideresa de la federación más numerosa de los socialistas. Tras «ajustar agendas», Díaz –en efecto– cerrará el viernes los contactos que Sánchez ha emprendido con los dirigentes territoriales y se entrevistará con el secretario general antes de acudir a la cena de barones que se realiza tradicionalmente antes del Comité Federal. El sábado estará presente en el cónclave socialista, aunque cualquiera de estas previsiones puede cambiar atendiendo a los precedentes.

La reunión con Sánchez no era un mero formalismo. Con ella, el líder del PSOE busca consensuar con todos los secretarios generales las líneas maestras de la estrategia de alianzas postelectorales de la formación.

Discrepancias

Díaz, que adelantó las elecciones en Andalucía con la intención de ser quien marcase la pauta en la dinámica de pactos del partido, ve ahora como es la fragmentación del mapa político en el resto de territorios la que impone unas líneas de actuación u otras.

Tras el escrutinio electoral y ante el anuncio de Sánchez de que llamaría a los líderes de las principales formaciones emergentes, la presidenta en funciones alzó la voz para pedir «prudencia» y «responsabilidad» en la gestión de una situación política que considera «inédita». La lideresa andaluza no se ha avenido hasta ahora a cumplir las directrices que, en cuanto a pactos, marca Ferraz. Después del 22-M advirtió de que no admitiría injerencias y clamó por su independencia, una independencia que ahora se ve seriamente comprometida. A modo de aviso, el secretario de Organización del PSOE, César Luena, señaló el lunes –tras la Ejecutiva que analizó los resultados electorales– que la libertad que se dará a los barones en los pactos será proporcional al nivel de «lealtad» que éstos profesen al proyecto del partido. Una lealtad que pasa por no pactar con el Partido Popular y no desviarse del programa marco del PSOE.

Con este nuevo desaire se rompe la tregua implícita que Sánchez y Díaz se habían impuesto durante la campaña electoral. Un «tiempo muerto» en el que aparcar sus diferencias y su particular pugna por el poder del partido, auspiciado, en parte, por los dirigentes territoriales que no querían que las cuitas internas empañasen y perjudicasen una contienda electoral en la que se jugaban su futuro. Escrutados los votos, parece que se ha abierto de nuevo la veda. Sánchez y Díaz no esconden ya sus diferencias en público, aunque evitan verbalizar cualquier divergencia. El último acto conjunto que compartieron, un único mitin durante la campaña de las municipales y autonómicas, dejó patente el estado de su relación. Entraron y salieron por separado y apenas se dirigieron un gesto de afecto.

Quienes no faltaron ayer a su cita en Ferraz fueron Rosa Eva Tezanos (Cantabria), Javier Lambán (Aragón), María Chivite (Navarra), Luis Tudanca (Castilla y León) y Rafael González Tobar (Murcia). Hoy, Sánchez se reunirá con la canaria Patricia Hernández y mañana con Miquel Iceta (Cataluña) y Javier Fernández (Asturias), además de con Susana Díaz. Estas reuniones con los barones son complementadas, a su vez, por el secretario general con una serie de contactos y futuras reuniones con los líderes de las formaciones llamadas a ser bisagra de gobierno. Sánchez conversó ayer con el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera; con el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y con el líder de IU, Cayo Lara, con quienes ha intercambiado sus puntos de vista sobre los resultados de las pasadas elecciones y a quienes ha emplazado a reunirse más adelante.