Elecciones andaluzas

El PP gana 2,5 puntos sobre el CIS andaluz mientras Podemos pierde 5

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La diversificación del voto complicaría el escenario postelectoral de la región, abocado a complejos pactos.

Andalucía tiene el próximo 22 de marzo una cita crucial con las urnas. Casi 6,5 millones de andaluces están llamados a depositar sus votos para elegir a los 109 diputados que conforman el Parlamento andaluz. Más de tres décadas de sucesivos gobiernos socialistas contemplan a esta comunidad en la que, según la última encuesta de NC Report para LA RAZÓN, el PSOE se impondría en número de escaños, pero el Partido Popular, que parecía haberse desinflado en las últimas encuestas, coge fuerza y se recupera en intención de voto, algo extraordinariamente importante ante el electorado indeciso, que se eleva por encima del 30 por ciento.

Pese a que Susana Díaz se mantiene al frente en sufragios (1.430.000) y escaños (44-46), se colocaría muy lejos de la mayoría absoluta, situada en 55. Así, la presidenta andaluza cosecharía peores resultados que los que obtuvo su antecesor, José Antonio Griñán, imputado junto a Manuel Chaves por la «trama de los ERE». Además de por los ecos de la corrupción, esta pérdida de electorado estaría propiciada por la irrupción de dos formaciones políticas emergentes, Podemos y Ciudadanos. La mayor sangría la sufriría por culpa de la formación de Pablo Iglesias, que le «robaría» un 11,7% de antiguos votantes socialistas, y el partido de Albert Rivera le arañaría otro 5%. En el caso del PP, la pérdida de votantes se focalizaría en sentido contrario: un 11,2% apostaría por Ciudadanos y sólo un 4,3% ha pensado en votar a Podemos. Sin embargo, la fidelidad de votantes del PP se mantiene muy alta, en casi el 70%, prácticamente lo mismo que el PSOE, que mantiene su cuota de «voto cautivo».

Por su parte, la que hasta ahora era la tercera fuerza en la región, Izquierda Unida, perdería al menos la mitad de sus escaños actuales y, lo que es peor, su protagonismo a la hora de pactar con la fuerza ganadora.

Con este panorama, la gobernabilidad de la región tendría una complicada resolución, ya que la tradicional alianza PSOE-IU no bastaría para llegar a la mayoría absoluta y, por tanto, estaría abocada a un pacto con Podemos si alcanza los 19 escaños, o a un complejo tripartito. El PP no tendría opción a llegar a algún acuerdo con Ciudadanos, ya que la encuesta le otorga entre 8 y 10 escaños, insuficientes para gobernar, pese al progreso de esta formación, que alcanzaría el 10% de los votos.

En cuanto a Podemos, aunque su ascenso parecía imparable –gracias al trasvase masivo de votos desde el PSOE e IU–, parece haber sufrido un claro retroceso. Hace apenas dos días, la encuesta del CIS le otorgaba hasta 22 escaños. Hoy, la cifra se sitúa en un techo de entre 14-16, acusando el desgaste por los escándalos de varios de sus líderes.

Según el Estatuto de Autonomía de Andalucía, si en dos meses no se llega a un acuerdo de investidura, habrá que celebrar unos nuevos comicios, por lo que, ante este sombrío panorama, si no se cerraran pactos de gobierno, la única solución factible podría ser un pacto de apoyo de investidura del Partido Popular, algo improbable.

El CIS confirma que el PSOE ganará las elecciones de forma clara. El partido de Susana Díaz lograría una mayoría cómoda de 44 diputados en el parlamento andaluz pero lejos,a 11 escaños, de los 55 que dan la mayoría absoluta. El barómetro preelectoral confirma lo que otros sondeos de opinión afirmaban, que el PSOE aumenta la ventaja con el PP en Andalucía, y por otro lado que ‘Podemos’ y ‘Ciudadanos’ irrumpen en el parlamento andaluz. Izquierda Unida sería la quinta formación, perdiendo más de la mitad de los escaños que obtiene actualmente.

Susana Díaz obtendría peores resultados que los que tuvo Griñán hace tres años, en marzo de 2012. El PSOE pasaría a ser la primera fuerza, entonces ganó el PP, pero perdería tres escaños, y bajaría de 47 a 44. Claro que si comparamos con la caída del PP de Juan Manuel Moreno, el PSOE tiene motivos para sonreír. El PP perdería la friolera de 16 escaños, y pasaría de 50 a 34, y de primera fuerza a segunda, lo que alejaría la posibilidad de volver a ser el partido más votado. El PSOE sería primero y sacaría diez escaños al PP.