Política

Elecciones 24-M

El riesgo de la ingobernabilidad

Si se cumplen los sondeos las urnas dejarán hoy parlamentos y ayuntamientos fragmentados l El 25-M estará marcado por la estrategia de alianzas de cada partido: Ciudadanos y Podemos decidirán

Por primera vez, cuatro fuerzas superan el 15% de intención de voto y ninguna está por encima del 30
Por primera vez, cuatro fuerzas superan el 15% de intención de voto y ninguna está por encima del 30larazon

Ha llegado el momento de la verdad. Después de 15 días de azarosa campaña, los partidos medirán hoy el éxito o el fracaso de sus proyectos a través de la única herramienta válida: las urnas. A falta del escrutinio definitivo, los votos arrojarán un resultado inapelable, la reedición del mapa político español tal y como lo concebimos actualmente. De los comicios surgirán parlamentos muy fragmentados en los que el poder del bipartidismo se desconcentrará en cuatro formaciones muy diversas. Podemos y Ciudadanos irrumpen en el escenario territorial con la vocación de ejercer de bisagra para la gobernabilidad, pero con la certeza de que, en caso de significarse ideológicamente, verán perjudicadas sus opciones de cara a las generales. Esta necesidad partidista de mantener su independencia podría avocar a un escenario de desgobierno como el que vive actualmente Andalucía, donde ambas formaciones han bloqueado la investidura de Susana Díaz para no evidenciar su estrategia para las municipales y autonómicas.

Ante semejante encrucijada, las alianzas electorales serán imprescindibles para alcanzar mayorías que permitan consolidar gobiernos estables, a pesar de que las coaliciones o tripartitos, que en algunos territorios serían necesarios, son difíciles de gestionar. A esta inestabilidad se suma, además, la falta de experiencia en la toma de decisiones y en la asunción de responsabilidades en la Administración de las formaciones emergentes. En esta política de pactos existirán dos bloques claramente diferenciados ideológicamente. A la derecha se situará el PP y a la izquierda el PSOE y Podemos. La incógnita reside en la significación de Ciudadanos, que tendrá la capacidad de inclinar la balanza de uno u otro lado. La formación de Albert Rivera sigue jugando al despiste en este sentido, pues si bien su programa y algunas de las propuestas que defienden se encuadran e incluso copian –como adelantó LA RAZÓN– las que mantiene el PP, en los últimos días la dirección del partido ha manifestado sentirse más próxima al partido de Pedro Sánchez. En este contexto y según la última encuesta de NC Report para LA RAZÓN, el rol electoral de Ciudadanos –si se alía con el PSOE– se medirá por las plazas que evita entregar al PP y no por las que efectivamente granjea a los socialistas, ya que de su coalición sólo resultaría una mayoría absoluta, la de Extremadura. En importantes feudos como la Comunidad de Madrid, la Valenciana, Castilla-La Mancha, Aragón o Baleares sería necesario un tripartito, con la entrada de Podemos, para alcanzar un gobierno estable. Pablo Iglesias tendría que elegir, entonces, entre conseguir poder territorial o mantener su «virginidad» hasta las generales, con la amenaza de caída libre que atenaza a su formación según todas las encuestas.

Si, por el contrario, la formación naranja decidiera convertirse en muleta de gobierno de los partidos tradicionales según el territorio, absteniéndose para el PSOE en Andalucía o apoyando a los populares en la Comunidad de Madrid o la Comunidad Valenciana, garantizaría un escenario más abierto del que surgiría si se adhiere a un frente popular contra el PP. El pacto anti-PP ya tiene un precedente, el que se firmó en Murcia contra la corrupción, y del que a última hora se borraron los de Albert Rivera. Ciudadanos le brindaría la mayoría absoluta al PP en Aragón,Baleares,Castilla-La Mancha,Comunidad Valenciana, Madrid o Murcia.

Con la calculadora en la mano, ni PP ni PSOE renuncian a un entendimiento con las fuerzas emergentes, si éste fuera necesario para formar gobierno. En este sentido, el líder de los socialistas, Pedro Sánchez, ha cambiado su discurso. Si hace unos meses aseguraba que su partido no pactaría «ni con populistas ni con populares», ahora la consigna se reduce únicamente al partido de Mariano Rajoy (y a Bildu). La «nueva realidad» a la que se enfrentan los partidos tradicionales hace que no les interese, a priori, cerrar ninguna puerta. La fragmentación del voto es también la principal preocupación de los cuadros territoriales del PP que asumen que, en buena parte de las plazas importantes, necesitarán pactos para gobernar.

La subida de Ciudadanos les hace encarar los comicios con unas perspectivas inusitadas hace unos meses y con la incertidumbre de si esta tendencia se mantendrá hasta las generales. Podemos, sin embargo, afronta la jornada de hoy con la necesidad de un buen resultado que destierre de un plumazo la sombra de descalabro que le auguran las encuestas.

Las dos fuerzas tradicionales no se juegan menos. El PP de Mariano Rajoy buscará mantener la hegemonía territorial que obtuvo en 2011, aunque acusando la caída no espera bajar del 30 por ciento de los sufragios. Una previsión más modesta manejan desde Ferraz, el PSOE tiene su línea roja en el 20 por ciento. Si se rompe el suelo que se marcó en las europeas, la hecatombe obligará a su secretario general a asumir responsabilidades y amenazaría las opciones de su candidatura a la Presidencia del Gobierno. El foco, para todos, está puesto en La Moncloa.