Política

Elecciones 24-M

Los barones creen que Rajoy debe renovar el proyecto

Confían en que lo haga antes de las generales

La Razón
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En el PP son plenamente conscientes del alcance del resultado de las elecciones autonómicas y municipales y de sus posibles consecuencias si este desgaste se mantiene en la cita de las generales. La tensión interna es alta, aunque no afecta al cierre de filas con Mariano Rajoy y al objetivo de no abrir crisis internas que agraven el problema. Ayer, en la reunión del Comité Ejecutivo, se impuso esta tesis. El cierre de filas con Rajoy, la coincidencia en resaltar que el PP ganó las elecciones del domingo y la conclusión de que a partir de ya la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y el conjunto de la dirección tienen que empezar a comunicar más y mejor. La misma conclusión que ya sacaron tras las elecciones europeas, el primer aviso de esta Legislatura.

A puerta cerrada, en el Comité Ejecutivo tomaron la palabra bastantes representantes territoriales. Con peticiones sensatas en favor de que se reflexione sobre lo ocurrido, como la que dejó la presidenta del PP de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, o con otras demandas más especiales, como la que formuló el representante extremeño, José Antonio Monago, que abogó por un pacto de Estado con el PSOE. Aunque este partido ya ha dejado claro que no quiere ir por ese camino. Hasta la representante de Nuevas Generaciones dejó su petición, la de que se pongan más jóvenes en las listas. ¿Quiere esto decir que no va a haber más movimientos en respuesta al resultado electoral? Según un alto cargo del PP, próximo a Rajoy, esto lo que quiere decir es que de manera inmediata no toca abrir nuevos frentes, pero que se harán «el análisis y la reflexión correspondiente».

De momento, en esta primera reacción, desde el Gobierno miran al partido y reprochan errores en su dirección y en la movilización, o que no se haya dado la cara con más firmeza en la defensa de las políticas del Ejecutivo. Mientras que en el partido también los hay que se parapetan en el escudo de que la culpa es del Gobierno. Pero más allá de esta búsqueda de responsabilidades, estas elecciones han servido para que los populares constaten que tienen un problema de desafección con la ciudadanía, de ruptura sentimental con una importante bolsa de votantes de 2011. Y que la causa no está sólo en la economía, sino también en los casos de corrupción que les han afectado y en un desgaste que ha hecho que empiecen a resultar antipáticos a una parte del electorado.

Ante esto, y a seis meses de unas elecciones generales, Mariano Rajoy no tiene réplica como candidato a las generales. Ni hay alternativa ni demanda interna de cuestionar a quien reconocen el mérito de haber lidiado una situación política y económica muy complicada, excepcional. Pero dentro del partido sí que existe la demanda de que el presidente haga cambios en el discurso, sin renunciar al mensaje de la recuperación económica, en el proyecto y en el equipo para presentarse a las elecciones generales con un mensaje de futuro renovado.

En una coyuntura normal, la lógica llevaría a que el PP apurase lo que queda de Legislatura para vender su gestión y dejase el Congreso Nacional para después de las elecciones, como instrumento con el que ajustar el partido a una nueva victoria o a una derrota electoral. Y hacer ahí los correspondientes cambios orgánicos. Pero en esta situación, en las filas populares plantean que una posible salida podría ser convocar el cónclave nacional para después del verano y utilizarlo como plataforma desde la que renovar alguna cara y el proyecto, así como de caja de resonancia de las dos ideas que han centrado esta campaña, y que Rajoy cree que debe reforzar en el futuro, la de la necesidad de consolidar el crecimiento y la creación de empleo, sin volver a las políticas del pasado, y la defensa de la estabilidad. En Génova sostienen que el escenario incierto que se abre va a dar más sentido al discurso sobre los riesgos de la fragmentación y de la ingobernabilidad. Y va a hacer también que quede en evidencia que votar Ciudadanos efectivamente no es votar al PP. La dirección popular estima que PSOE y Podemos sí están condenados a abrir un camino juntos, con los riesgos que implica, pero que Albert Rivera puede seguir evitando definirse del todo hasta las generales.

En cualquier caso, entre dirigentes nacionales y territoriales se asienta la sensación de que el discurso de la recuperación económica no es suficiente y que hay que empezar a conjurar la depresión de las bases sostenida en la impresión de que ya no hay tiempo para corregir un mal resultado en las generales. Por eso especulan sobre el sentido del convocar un Congreso, o plantean como otra alternativa hacer cambios sin más en la dirección del partido y en el Gobierno. Hasta ahora el presidente siempre se ha mostrado reacio a los cambios en su equipo, y ayer volvió a solemnizar el «no». Los ha evitado hasta que no ha tenido más remedio. Pero en su partido manejan opciones como la de aprovechar la salida de Luis de Guindos al Eurogrupo o el interés del titular de Educación, José Ignacio Wert, por ir cambiando de aires (se le sitúa en la OCDE), para mover fichas. En la renovación incluyen la Secretaría General del partido. «Puedes nombrar a un nuevo secretario general que dé un impulso y si hace falta llevar por unos meses a Cospedal al Gobierno», sostiene uno de los barones perdedores de estas elecciones. De momento, la decisión de Rajoy es dejar todo como está y abrir una reflexión sobre el resultado. Y sus barones piden un mejor diagnóstico de la situación y una reflexión profunda.