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Desunidos por el Sí

Mas culmina la campaña con un discurso sentimental repleto de retórica nacionalista: «Una nación que no tiene conciencia no tiene alma ni futuro»

Cierre de campañana de Juntos por el Sí
Cierre de campañana de Juntos por el Sílarazon

Mas culmina la campaña con un discurso sentimental repleto de retórica nacionalista: «Una nación que no tiene conciencia no tiene alma ni futuro»

Nadie duda quién ganará mañana las elecciones. Además de no haber una sola encuesta que no dé la victoria a Junts pel sí, la candidatura soberanista triplica en número de escaños a la segunda fuerza más votada. Aunque Artur Mas no se fía de los sondeos, después de que en 2012 le hicieran soñar con la mayoría absoluta y acabara perdiendo doce diputados, sabe que Junts pel sí vencerá. La cuestión es por cuánto y se sumará 68 diputados junto a la CUP.

Mas planteó las elecciones como un plebiscito y se ha salido con la suya, en la campaña se ha hablado de independencia y poco más. Pero esta apuesta a todo o nada, a «sí» o «no», a independencia o España puede transformar la victoria en derrota. En un plebiscito se cuentan los votos. Sin embargo, en el 27-S se elige el futuro parlamento catalán y se contarán diputados. Junts pel sí da por bueno ganar por escaños para tirar adelante con el proceso de desconexión de Cataluña con España, aunque Mas, Oriol Junqueras y Raül Romeva saben que si no superan el 50 por ciento de los votos, condición «sine qua non» que reclama la CUP para dar por legítimo el mandato de independencia, les será difícil desarrollar la hoja de ruta soberanista.

Después de acordar una lista unitaria a la que era reacio, Junqueras asumió que las trifulcas públicas no daban votos y escondió bajo la alfombra la divergencias con CDC. Se fiaron de los manuales de márketing y apostaron por una campaña en positivo, donde venden ilusión, mucha ilusión. «Pasarán grandes cosas a partir de domingo», insistieron Mas, Junqueras y Romeva en el emotivo mitin final de campaña en la avenida María Cristina –uno de los nombres de la realeza que Ada Colau quiere eliminar de Barcelona–, donde los tres se dejaron la voz ante más de 50.000 personas ilusionadas para apelar al carácter «único» e «irrepetible» del 27-S en busca de una gran mayoría independentista que les permita seguir con el proceso político.

«Haremos la revolución de las urnas». «Venceremos al Estado». «Pasaremos a la historia». Son frases de los candidatos de Junts pel Sí. Ayer, Mas, en el mitin final de campaña, añadió apelando a las esencias nacionalistas. «Una nación que no tiene conciencia no tiene alma ni futuro», dijo, desgañitándose.

El problema es que la épica discursiva no da cobertura legal al programa soberanista. Su futuro queda a expensas de un resultado abrumador en las urnas que no deje impasible a la comunidad internacional ni al Gobierno. La intención de Mas es sentarse con el Gobierno para negociar una salida acordada que «beneficia a ambos», insiste.

De ponerse a discutir de otras cosas como una mejor financiación, Romeva avisó de que romperá su acta de diputado. La lista de Junts pel sí con un cantautor como Lluís Llach, el batería de Els Pets, Joan Reig, o el sacerdote Josep Maria Ballarín, no está pensada para debatir en el Parlament el próximo proyecto presupuestario. Junts pel sí propondrá a su número cuatro como presidente de la Generalitat, pero qué pasa si no tiene escaños suficientes para valerse él sólo y necesita a la CUP que no quiere investir a Mas. Y ¿qué papel tendrá Oriol Junqueras?, ¿quién será el vicepresidente de la Generalitat? y ¿el portavoz del grupo parlamentario o el presidente del Parlament de Cataluña?

«Ahora lo que importa es la independencia», han dicho en campaña. Pero ¿qué pasará el 28 cuando se proponga revisar el proyecto de Barcelona World con el que CDC y ERC se enfrentaron la pasada legislatura?. ¿Juntos por el Sí?