Ministerio de Justicia

Una Constitución en plena forma

La Razón
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Días de conmemoración como hoy nos permiten a los españoles demostrar nuestro orgullo por aquellos momentos decisivos de nuestra historia, que deben ser recordados y transmitidos con todo su significado a las generaciones actuales y futuras. Sin duda el 6 de diciembre evoca en todos nosotros los valores que guiaron la transformación de España en los años cruciales de la Transición.

En estos días en que releemos los artículos de la Carta Magna, podemos comprobar la capacidad de acuerdo y consenso de quienes tuvieron la responsabilidad de redactar una Constitución. Los miembros de las Cámaras, especialmente los vocales de la Ponencia Constitucional –Cisneros, Pérez-Llorca, Herrero de Miñón, Solé Tura, Peces-Barba, Fraga y Roca– supieron interpretar lo que demandaban los ciudadanos en asuntos como la Justicia, los derechos fundamentales o la descentralización del Estado.

Si algo define a los procesos constituyentes, es la participación y la implicación de la ciudadanía, pues debe ser la sociedad quien impulse y demande los cambios. La reforma constitucional no se siente ahora como una necesidad urgente en nuestro país, ni se palpa entre las preocupaciones de los españoles. Iniciar una reforma de calado sin una demanda real la condenaría al fracaso absoluto, pues se derogaría todo o parte de una constitución de ciudadanos –como lo es la del 78–, para sustituirla por una constitución de partidos e intereses políticos.

Pero, aun dando por hecho que no se dan las circunstancias necesarias para emprender este proceso, tampoco parece que las propuestas que se escuchan puedan ofrecer alguna mejora real al sistema vigente, un marco de convivencia caracterizado por la estabilidad y el progreso que permite seguir garantizando los derechos y libertades de los españoles.

Nuestra Constitución es la historia de un éxito colectivo, que simboliza los valores más importantes de la democracia como son la libertad, el pluralismo político y la igualdad. A través de sus preceptos se construye todo el armazón institucional del Estado, que ha demostrado su eficacia a lo largo de este tiempo.

El modelo diseñado por las Cortes Constituyentes ha permitido una importante descentralización, gracias a la creación de las comunidades autónomas cuyos primeros estatutos de autonomía –País Vasco y Cataluña– se aprobaron apenas un año más tarde de la entrada en vigor de la Carta Magna. Además de la asunción de importantes competencias por parte de los gobiernos autonómicos, se crearon parlamentos con capacidad legislativa, lo que supone uno de los mayores niveles de autogobierno en los territorios, entre los países de nuestro entorno.

La Constitución, además, abrió las puertas de la Unión Europea a nuestro país. El largo proceso de negociaciones que concluyó con la firma del tratado de adhesión en 1985, no fue iniciado por parte de las instituciones comunitarias hasta marzo de 1979, tres meses después de la promulgación del texto constitucional. Difícilmente sin pertenecer a las Comunidades –hoy Unión Europea– nuestro país hubiera alcanzado las cotas de bienestar que disfrutamos y el prestigio internacional con el que cuenta España.

El año 1978 representa, por tanto, uno de los hitos fundamentales de la historia de España. Pero la larga tradición constitucional de nuestro país comenzó mucho antes, en septiembre de 1810, cuando se reunieron en la Isla de León los 102 diputados que lograron llegar hasta Cádiz. Allí, bajo la presidencia del jurisconsulto catalán Ramón Lázaro de Dou i de Bassols y tras jurar defender la integridad de la nación española, se iniciaron los trabajos que concluyeron dos años más tarde con la aprobación de la Constitución de 19 de marzo de 1812.

Termina ahora la legislatura en la que hemos conmemorado el bicentenario de «La Pepa», y lo hacemos de la mejor manera posible, como lo es celebrando el día de la Constitución de 1978, treinta y siete años más tarde de ser aprobada en referéndum por todos los españoles.

Antes mencionaba al primer presidente de las cortes de Cádiz, el señor Dou i de Bassols. Concluyo ahora recordando las palabras de su sucesor, el actual presidente del Congreso, Jesús Posada, cuando decía en la proclamación del Rey Felipe VI, que «las ideas de pacto, acuerdo y consenso que tan felices y operativas se revelaron en 1978 no deben ser, bajo ninguna circunstancia, sustituidas por la disensión, el enfrentamiento o la rivalidad».

Los principios que presidieron la Transición se mantienen vivos en la memoria de los españoles y en el día a día de nuestra sociedad, gracias a la plena vigencia de nuestra Constitución, que es el garante del marco de convivencia que tanta prosperidad ha aportado a nuestro país a lo largo de cuatro décadas.

La confianza de la ciudadanía en nuestra Carta Magna, el adecuado funcionamiento del sistema constitucional, así como la capacidad que tienen sus preceptos para atender a los problemas y necesidades que demanda la sociedad, nos permiten afirmar que la Constitución de 1978 se encuentra en plena forma para seguir ofreciendo, por mucho, tiempo su servicio a España.

*Ministro de Justicia