Elecciones Generales 2016

Marianistas sin fisuras

El presidente del PP podrá gestionar el futuro de su partido en el Congreso de otoño donde habrá renovación

El presidente del PP podrá gestionar el futuro de su partido en el Congreso de otoño donde habrá renovación
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El presidente del PP podrá gestionar el futuro de su partido en el Congreso de otoño donde habrá renovación

Mariano Rajoy vuelve a ganar. Contra los últimos pronósticos y contra incluso los movimientos de algunos de los suyos que se habían empezado a preparar para su caída. Afrontó estas elecciones generales como una especie de revancha sobre el destino del 20-D. El candidato popular optó por no moverse durante los seis meses de barullo político de la pasada Legislatura fallida. Y con el impulso recibido, porque los hechos acabaron dándole la razón en su apuesta, su decisión fue mantener la coherencia con la posición que fijó después de las elecciones generales de diciembre.

Rajoy ha dado señales en público y en privado de que estaba dispuesto a resistir pasase lo que pasase en esta noche electoral. Que su intención era no dar un paso atrás, incluso como jefe de la oposición e incluso presentándose de nuevo como candidato a la Presidencia de su partido en el próximo Congreso Nacional, como se le ha podido escuchar en privado. Él, animado también por el gurú Pedro Arriola, ha sido uno de los más convencidos dentro de las filas populares de que el bloqueo político, y la visibilidad de la ingobernabilidad, iban a ayudarle a aglutinar voto alrededor de las siglas de su formación.

El PP consiguió en las urnas un éxito y el primer escudo que necesitaba Rajoy para aguantar más allá de la noche electoral sin que empezasen los movimientos para dinamitar su voluntad de resistir y continuar liderando el PP. Y esa mejoría la necesitaba además para fortalecerse en su reivindicación de su derecho a gobernar como candidato de la lista que ha ganado dos veces las elecciones generales y ante la falta de una alternativa clara. En las filas de su partido llevan desde hace semanas admitiendo que si el PP no aguantaba y mejoraba con respecto al 20 de diciembre, Rajoy lo iba a tener «muy difícil» para cumplir su hoja de ruta. Y dentro del escenario de nueva ingobernabilidad que dejan las urnas, el líder popular da un paso adelante para intentar seguir en La Moncloa.

Rajoy también acudía a las urnas bajo la confianza, compartida por la mayoría de la dirección de su partido, de que si el PSOE obtenía un peor resultado que en diciembre, ese desastre socialista les iba a facilitar la abstención que no tuvieron de Ferraz en las anteriores generales. Y que esto movería a Ciudadanos a romper con las líneas rojas respecto al PP, y, sobre todo, respecto a la candidatura de Rajoy a la Presidencia del Gobierno. La suma de PP y Ciudadanos se queda lejos de la mayoría absoluta, pero la izquierda, PSOE y Unidos Podemos, aún más. El PSOE siente moverse la tierra debajo de sus pies, pero que se mantenga por delante de Pablo Iglesias es otro elemento que abre interrogantes sobre los pactos postelectorales y, en consecuencia, sobre el futuro de Rajoy.

Pase lo que pase con las negociaciones, ésta ha sido la última candidatura del líder popular a la Presidencia del Gobierno. En su equipo valoran su «obstinación en la coherencia» y su condición de «mejor garante de la estabilidad». Otra de sus fortalezas ha sido su capacidad de mantener detrás al partido, provocando que todos sus adversarios se fueran quedando en la cuneta víctimas en la mayoría de los casos de sus propios errores a la hora de hacer frente a su impasible, pero implacable, estilo de liderazgo. Pese a las dificultades, pese a la pérdida de apoyos en esta Legislatura, pese a las voces que incluso dentro de su partido han llegado a la conclusión de que el desgaste por la gestión de la recesión y, sobre todo, por los casos de corrupción, abrían la puerta a que con un relevo en su candidatura el PP pudiera obtener un mejor resultado. Pese a todo eso Rajoy ha conseguido mantener prietas las filas y no hay ninguna voz crítica interna con capacidad real de desestabilizarle al primer golpe. Por tanto, en principio, salvo sorpresa, aun quedándose fuera de La Moncloa, tiene margen para tutelar la transición del PP a una nueva etapa sin sobresaltos. Se enfrenta a un nuevo escenario endiablado de pactos postelectorales con margen de maniobra. Y con la obligación de convocar un Congreso Nacional del PP en otoño, aplazado por la inestabilidad política electoral. En ese cónclave habrá renovación orgánica y se activará, asimismo, la renovación territorial que dejaron pendientes los malos resultados de las autonómicas y municipales del año pasado.