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¿Es tan innovadora la batería de Tesla?

Un asistente a la presentación de Tesla posa con la Powerwall
Un asistente a la presentación de Tesla posa con la Powerwalllarazon

Elon Musk es un mago. Ha creado Pay Pal, Space X y Tesla Motors. Y ahora, con Powerwall, pretendeconvencernos de que esta batería de hogar puede ser la solución definitva a una energía eléctrica cada vez más cara. Tiene elementos para conseguirlo. Al estar conectada a la red, el aparato es capaz de detectar subidas y bajadas de tensión y hasta apagar electrodomésticos para que no resulten dañados, lo que supone una suerte de «back-up» de nuestros gadgets en ese sentido. Según Musk, bastarían unos 2.000 millones de ellas, nada menos, para abastecer al planeta de todas sus necesidades energéticas. Se trata de una batería de iones de litio, como la de un smartphone, sólo que está fabricada con un sistema de microrredes inteligentes cuya patente será libre muy pronto, algo habitual en los emprendimientos de Musk. La realidad es que esta batería acumula la energía de paneles solares, que hay que tener instalados en casa antes de comprar el invento por un precio cercano a los 3.100 euros. Si bien es muy eficiente, también hay que tener en cuenta que Elon Musk es uno de los creadores de Solar City, una empresa fabricante de paneles solares que domina el 39% del mercado residencial estadounidense. Por ello es tan importante contar con una batería. La energía que nos llega del Sol en una hora es suficiente para alimentar a todo el planeta durante un año. Sólo hay dos inconvenientes: cubrir un área lo suficientemente extensa para capturar esa energía y poder acumularla para cuando sea necesaria. Y no es muy sencillo encontrar baterías eficientes capaces de albergar tanta energía. Si a esto le unimos que la empresa japonesa Toyota adaptó la batería de su Mirau para que pueda alimentar una casa durante una semana, resulta que la innovación de Tesla puede ser de aplauso, pero nada más.

A medida que somos más dependientes de nuestros artilugios personales (entiéndanse aquí portátiles, tabletas, smartphones y en breve también los «wearables»), nuestras necesidades energéticas aumentan. Y las energías alternativas se convierten en una respuesta lógica. No obstante, lo alternativo no siempre tiene que estar relacionado con lo verde, sino más con lo insospechado. Por ejemplo, imagina una batería que se carga con orina. La Fundación de Bill Gates ha invertido en una investigación de Laboratorio de Robótica de Bristol (Inglaterra) que hace justamente eso. Explicado en términos sencillos, utilizan microorganismos que rompen la química de la orina para crear electricidad. El líquido pasa a través de varias celdas donde se encuentran estos microbios y, al mismo tiempo, producen un desecho biodegradable que permite reciclar la batería con seguridad. El problema más lógico es que no se puede recargar el móvil en público. Y se necesita tiempo, nadie puede hacerlo si le están apurando. Para las prisas, la mejor solución es la batería desarrollada por científicos de la Universidad de Stanford. Está hecha de aluminio-grafito, es flexible, dura miles de recargas y en apenas un minuto le devuelve toda la energía a un móvil. ¿El problema? Apenas llega a la mitad de energía de una batería de ion-litio convencional. Si quieres que dure mucho, la respuesta es la batería Alfa. Años atrás, la batería de los teléfonos duraban varios días, aunque es cierto que no los usábamos para tantos menesteres, pero hoy rara vez pasa un día sin tener que recurrir al cargador. La batería Alfa tiene la capacidad de 40 de sus primas de ion-litio y, de acuerdo con sus creadores, Fuji Pigment, esto permite que dure unos 14 días. Lo interesante es cómo se carga: rellenándola con agua, bien del grifo o bien salada.

Gracias a toda la parafernalia propia de un millonario y a una notoria innovación, la Powerwall de Tesla se ha hecho mundialmente famosa, pero hay otras que podrían disputarle ese honor de haber contado con los mismos medios. Hay nanobaterías que utilizan la fricción de la piel para almacenar energía suficiente para encender 12 leds. Creada por expertos de la Universidad de Singapur, se sirve de la electricidad estática de nuestro cuerpo. Los «wearables» ya no dependerán del tamaño de la batería. Ni siquiera de su forma. Allí está Jenax J. Flex, una cruza de origami con batería que puede ser configurada en cualquier forma. Es flexible y sumergible y es la respuesta esperada para los gadgets flexibles, como una tableta de plegar y guardar. Esta batería ya ha sido creada y ha resistido un test en el que ha sido doblada, en diversos ángulos, unas 200.000 veces sin perder sus propiedades. Cargar el smartphone por medio de ondas sonoras también es ya una realidad, gracias a proyectos como el de uBeam. Y también lo hace una batería desarrollada por científicos de la Universidad Queen Mary de Londres, que junto a Nokia han creado una forma de cargar el smartphone mientras hablas, aunque quizás haya que gritar un poco o poner la música en volumen alto. Otras nanobaterías, 80.000 veces más pequeñas que un cabello humano, se cargan en apenas 12 minutos. Con un puñado de ellas, aseguran sus creadores en la Universidad de Maryland, se podría alimentar cualquier dispositivo.