Grupos

26 días de acampada en una treintena de carpetas

Pancartas, posters, las actas de las asambleas, imágenes... Buena parte de la memoria del 15-M se atesora en el centro Tres Peces, gestionado por el movimiento okupa en el corazón del barrio de Lavapiés.

Unas escritos a mano y otras más profesionales, en Lavapiés se guardan todas las actas que registraron todo lo que ocurrió en la Puerta del Sol
Unas escritos a mano y otras más profesionales, en Lavapiés se guardan todas las actas que registraron todo lo que ocurrió en la Puerta del Sollarazon

Pancartas, posters, las actas de las asambleas, imágenes... Buena parte de la memoria del 15-M se atesora en el centro Tres Peces, gestionado por el movimiento okupa en el corazón del barrio de Lavapiés.

Durante semanas ilustraron portadas de diarios, revistas e informativos televisados de todo el mundo. El 15-M surgió hace cinco años en la Puerta del Sol, un movimiento del que aún hoy –y más allá de las hemerotecas– se conserva una memoria física. En las paredes del local del Centro Social Autogestionado de la calle Tres Peces (que se dirige de forma asamblearia por participantes de distintos colectivos de la capital vinculados con el movimiento okupa), en el corazón del barrio de Lavapies, se expone hasta fin de mes una mínima parte de los carteles políticos del archivo de los «indignados». Pancartas en las que se repite el lema «no nos representan», se exigía «democracia real» o en las que se detallan las instrucciones a seguir en las elecciones autonómicas que se celebraron el 22 de mayo de 2011, apenas una semana después de que se constituyera el campamento, con una rodaja de chorizo como única papeleta. «Cerdócratas: políticos traidores, banqueros culpables», «¡No al G8!, vosotros sois 8, nosotros muchos más» o «Se alquila ojete hipotecado» son algunas de las soflamas que quedaron estampadas en las pancartas indignadas que se exhiben en un pequeño local cuya puerta apenas se tenía en pie cuando acudieron estos periodistas. Una muestra pequeña, puesto que el colectivo que se encarga de esta documentación, los que fueran componentes del Archivo Sol que nació en el kilómetro cero de Madrid, aún hoy no ha terminado de catalogar todo el material.

Se reúnen dos veces, el primer jueves y el tercer sábado de cada mes, en lo que llaman jornadas de trabajo en las que revisan, ordenan y archivan los carteles, notas, pancartas y demás material audiovisual que se generó en el corazón de Madrid durante aquellos días. Sólo en carteles tienen inventariadas 1.800 piezas a las que se suman los trabajos de 140 fotógrafos que también quisieron ceder su material: más de 13.000 imágenes y material audiovisual. «Nos llegaban todos los días cosas nuevas y decidimos crear un archivo», explica Antonio Maestre, uno de los participantes en este proyecto en su nacimiento que habla de las dificultades de crear un sistema de catalogación diferente a los que existían hasta ese momento para «una cuestión que es viva». Viva porque hasta la tienda de Archivo Sol (unas lonas bajo las que instalaron unas mesas de trabajo con sus ordenadores portátiles) que Antonio compartía con otros compañeros, no sólo llegaban documentos de Madrid. Durante los 26 días que permaneció el campamento ilegal en el corazón de Madrid recibieron imágenes y pancartas de las asambleas «indignadas» que surgieron alrededor de todo el Mundo y que debían formar parte de esta memoria del 15-M. Todavía, asegura Fernando, uno de los miembros de Archivo Sol que se encarga del «disco duro» de los «indignados» españoles en la actualidad, les sigue llegando material. «Hay gente que se llevó las cosas a su casa cuando levantamos la acampada y ahora deciden traerlo y quitarlo de su salón para que esté todo junto», explica.

A la vista pósters, pinturas, una gran mano repleta de post-it de apoyo al movimiento escritas en todos los idiomas (incluso en japonés)... Pero en Lavapiés también se guarda otro tipo de documentos que permiten leer la memoria de aquel momento que ya se ha convertido en histórico. Las fotos y los vídeos se almacenan en diversos discos duros y pen drives y, repartidos en subcarpetas de varios colores y dentro de unas cajas de cartón que lucen el rótulo «archivo 15-M», están guardadas las actas de la acampada. Un particular «diario de sesiones» en hojas de cuaderno arrancadas y escritas a mano de los primeros días, que dieron lugar a un sistema más ordenado e impreso a ordenador en los últimos coletazos de vida del campamento, y que se amontonan en un armario de Lavapiés. En estos «papeles del 15-M» se detallan desde las tareas organizativas –qué portavoz y cuándo hablaría con cada medio de comunicación, por ejemplo– a las propuestas, debates y resultado de las votaciones de cada una de las cientos de asambleas sobre asuntos de lo más variopinto que se celebraron en mayo de 2011 sobre las duras losas de la Puerta del Sol. Son precisamente estos documentos, explica Fernando, por los que más preguntan los estudiantes que se dirigen hasta el número 3 de la calle Tres Peces en busca de información para elaborar las investigaciones de sus tesis doctorales.

Que aún queden centenares de carteles y notas del movimiento es prácticamente un milagro. Como ha ocurrido con otros aspectos del 15-M, el futuro de estas piezas que bien podrían formar parte de un museo no ha estado libre de polémica. Ya en la acampada, el equipo que formaba el archivo sufrió una división que provocó la salida de la mitad de sus integrantes por diferencia de criterios con lo que, en las asambleas, se decidía hacer con el material. Los que se quedaron con el archivo tuvieron que mudarse con todo el archivo el 11 de junio, fecha en que el campamento abandonó la Puerta del Sol, y recalaron con pancartas, carteles, pendrives y carpetas llenas de papeles en la casa okupa Casablanca, a escasos metros de donde están hoy en día. En octubre de 2012 los okupas, y la memoria del 15-M fueron desalojados. «Pudimos sacar muchas cosas, pero la Policía se quedó con algunas cajas», relata Fernando de aquel capítulo. De allí, y apenas para unos meses más, a otro edificio okupa en la calle Mesón de Paredes. Hasta hace dos años, cuando un particular les cedió el local que ocupa ahora el archivo (y también la biblioteca que se creó en la acampada). Un espacio por el que pasan desde inmigrantes en busca de asesoramiento legal a participantes en tertulias o cursos y talleres. «Siempre hemos estado en lugares con mucho riesgo», reflexiona el documentalista de Tres Peces, no se entendería de otra forma.

Todo lo que ocurre con esos documentos se decide en Asamblea. El CSA Tres Peces un equipo que ha votado no contar con ningún tipo de ayuda gubernamental para trabajar con la memoria del 15-M y no porque esta haya faltado. Maestre asegura que, al principio, ayuntamientos como el de Fuenlabrada les ofrecieron un local para trabajar, guardar y quién sabe si exponer el testimonio gráfico de la acampada indignada. Pero el colectivo, en uno de sus cónclaves, decidió rechazar la ayuda. Tampoco aprobaron una propuesta de la Universidad Rey Juan Carlos, una de las cinco universidades públicas de la Comunidad de Madrid. Después, según Fernando, han recibido más ofertas. Ninguna ha salido adelante: «No nos negamos a participar en las instituciones, pero ninguna de estas propuestas ha contado con el voto positivo de la asamblea», zanja el archivista.

Lo que sí han permitido durante estos años desde Asamblea archivo es que varios objetos de la acampada formen parte de exposiciones por todo el mundo. «Un escritor americano se llevó todo lo que pudo debajo del brazo para montar una exposición del 15-M en una librería de Nueva York», la Bluestockings, relata con cierto orgullo el «tesorero» del legado mientras muestra los catálogos de dos exposiciones que han contando con, por ejemplo, un mapa de la distribución de las distintas tiendas de Sol en el que se describe la actividad que se desarrollaba en cada una de ellas. El Victoria and Albert Museum de Londres recurrió al material del movimiento bautizado internacionalmente con el hagstag #Spanishrevolution para su exposición Disobedient objects en 2014.