Pactos electorales

26-J: Sánchez reincide en el pacto fallido que bloqueó el país

Inicia una ronda de contactos con Iglesias y Rivera para recuperar su rol de oposición.

Pedro Sánchez y Alfredo Pérez Rubalcaba, durante el Congreso Federal del PSOE de 2014
Pedro Sánchez y Alfredo Pérez Rubalcaba, durante el Congreso Federal del PSOE de 2014larazon

Inicia una ronda de contactos con Iglesias y Rivera para recuperar su rol de oposición.

Un año después del 26-J, los comicios propiciados por el nulo entendimiento entre las fuerzas del cambio, Pedro Sánchez se ha propuesto emprender una nueva ronda de contactos con Unidos Podemos y Ciudadanos para explorar una mayoría alternativa que le permita «cambiar a este Gobierno y cambiar sus políticas». Sin embargo, nada hace presagiar que el fracaso que se certificó entonces con la vuelta a las urnas, no vuelva a repetirse ahora. Los vetos mutuos que se profesaban naranjas y morados siguen más vigentes que nunca y ambos se han encargado de explicitarlo en público. Además, Albert Rivera no muestra la disposición de antaño para sentarse a negociar y rechaza contribuir al «bucle» que prevé impulsar Sánchez. Esta actitud amenaza con frustrar el intento del PSOE de recuperar el rol de interlocutor válido dentro de la oposición, pues este papel –que pasa por llevar la iniciativa de la acción de desgaste al Ejecutivo– requiere necesariamente la connivencia del socio prioritario del PP, quien sustenta su Gobierno: Ciudadanos.

Sin embargo, en Ferraz están dispuestos a mantener viva la ficción que bloqueó el país en 2016 como estrategia para apuntalar el protagonismo perdido y dar sensación de actividad frenética de un líder que ha perdido visibilidad tras renunciar a su escaño en el Congreso. «¿Qué vamos a hacer si no hasta las elecciones?», se pregunta un cargo de la nueva dirección. Para ello, los socialistas van a impulsar de manera «inmediata» la puesta en marcha de un «espacio de encuentro» en el Parlamento con las fuerzas del cambio para introducir reformas concretas que revoquen las políticas del PP.

Tras recuperar la dirección del PSOE, Sánchez tiene claro que –además de la oposición– debe liderar la agenda política. En la pugna por ese liderazgo, Sánchez se enfrenta al reto de que no sea Unidos Podemos quien le marque el paso a él, como ha ocurrido en sus primeras decisiones al frente de la dirección. Primero fue la moción de censura contra Mariano Rajoy –impulsada por los morados–, que obligó al PSOE a virar desde el «no» inicial de la gestora hasta la abstención, y ahora el CETA. La decisión de no apoyar el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Canadá alinea a los socialistas en el frente de izquierdas y se percibe como una radicalización del discurso del PSOE.

Sánchez quiere atraer a Unidos Podemos y Ciudadanos con una agenda de regeneración y políticas sociales en la que puedan existir puntos de encuentro. Arrancará con un programa de «rescate juvenil» y también se desarrollará en otros ámbitos como el de las pensiones o la lucha contra la violencia de género. En este recuperado rol de oposición los socialistas se reúnen hoy en Ferraz con las comisiones ejecutivas de los sindicatos CC OO y UGT para profundizar en cuestiones como las relaciones laborales o el Pacto de Toledo. A esta cita seguirán las que Sánchez tiene agendadas con Pablo Iglesias, el martes, y con Albert Rivera, el miércoles. Con quien no está prevista –por el momento– una reunión es con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Desde la dirección se reclamó públicamente al jefe del Ejecutivo que llamara al líder del PSOE y no se prevé que Sánchez vaya a tomar la iniciativa en este sentido, después de que levantara el telefóno para cerrar filas con el Gobierno en el desafío soberanista de Cataluña.