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«Algunos políticos sólo buscan movilizar el voto antitaurino»

La Razón
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El mundo del toro asiste con una mezcla de estupefacción y enfado a la ofensiva populista, pero no sólo populista, contra la Fiesta. De hecho, Eduardo Dávila Miura, matador de toros y apoderado de Luis Bolívar, pone el acento en «el desconocimiento total que tienen los políticos del mundo del toro» y resalta la «desilusión con el PSOE por su cobardía», ya que juega «con una doble baraja. Deberían coger una política de partido para todo el país, tienen que definirse. Lo de Podemos me lo espero, pero los socialistas... El mundo del toro es del pueblo, no es de derechas», dice, antes de añadir el argumento economicista: «Ahora estamos empezando a salir de esta crisis, se quiere ir en contra de algo que aporta mucho dinero». El banderillero Curro Robles, que suele torear a las órdenes de El Cid y en 2015 ha obtenido el premio al mejor subalterno de de San Isidro, lamenta que algunos grupos políticos se estén «moviendo por modas para conseguir los votos de los antitaurinos. Me parece absurdo que se ceben con el toreo, con los problemas que hay en España». No se inquieta, sin embargo, pues asegura que «son ciclos. Hablo con gente antigua que comenta que ya había pasado antes. Si nos comienzan a quitar la libertad, apaga y vámonos», si bien observa cierta pasividad en un sector al que ya se le está haciendo «tarde para movilizarse. El toreo se debe unir. Hay que decir aquí estamos nosotros. Somos más que todos los antitaurinos y políticos juntos. Hay que hacer una gran manifestación al nivel nacional». El ganadero Fernando Cuadri lidió esta semana una corrida de toros en Azpeitia, otro de los territorios amenazados, y cuenta que sus seis toros salieron ovacionados en el arrastre. En su opinión, «son ataques que se basan en el desconocimiento. Deberían la vida del toro en el campo antes de hablar». En su pequeño gran mundo, «cuando se corta una subvención se corta este espectáculo», lo que «afecta a la ganadería porque la salida de toros y novillos es menor que su producción». A Álvaro Núñez del Cuvillo, uno de los ganaderos más importantes del panorama nacional, la postura de los políticos le «parece vergonzosa y demagógica. La tauromaquia es universal. Ni de derechas ni de izquierdas. Es una catetada decir que el toreo sólo es español. ¿Es moral comerse un langostino vivo con agua hirviendo?», se pregunta.

Núñez del Cuvillo considera «una aberración darle condición humana a los animales. El trasfondo es político» y señala directamente a la «deriva que está tomando el PSOE, que es increíble. Lo de los chavistas, políticos radicales que van contra la libertad, es normal. Pero que se prohíban los toros con los votos del PSOE, como ha sucedido en Níjar o en Palma». Profundizando un poco, asegura que «el problema es que hay españoles que odian a su patria y esto ya no es un problema de animalismo. Es difícil la defensa porque en el fondo no van contra los toros, van contra España». Como remate, la media verónica dialéctica, metido en honduras partidarias: «Pedro Sánchez, con la postura que está tomando, le está dejando hueco a Susana Díaz». El matador de toros Daniel Luque cree que los taurinos deberían «adoptar el modelo francés y unirse de verdad», porque «no se puede prohibir en nombre de la libertad. Hay que hacer una gran manifestación antes de una feria importante y exigir que se arregle». José Antonio Campuzano, matador retirado y apoderado, apostilla que «Nos están prohibiendo más que cuando estaba Franco. La solución es que sean conscientes que en una democracia no se puede prohibir». El matador de toros Juan Mora se queja de que «la gente juzga con simpleza. Hay muchos ignorantes. Se paran a hablar de la sangre y la tortura cuando el toro está destinado a morir en una plaza porque si no, no tendría la oportunidad ni de nacer». Fijando un poco más el foco en lo político, dice que «un partido tiene que ser solido en sus opiniones. El PSOE en Palma de Mallorca vota con antitaurinos; y en Don Benito, otro político del mismo partido lo defiende. Esto es un desorden y un cacao. Es un indicio de cómo está el PSOE por dentro». Pero advierte que «ni los políticos ni nadie podrían quitar una cosa que nace del amor a un arte, a una cultura, que lleva siglos entre nosotros. Es un atentado contra la libertad».