El desafío independentista

Cuando son los tuyos los que te insultan

Su conversión fue el «as» en la manga de Iceta para ganarse el centro. Los malos tragos le han merecido la pena. Ahora sale a ganar a sus ex socios

Cuando son los tuyos los que te insultan
Cuando son los tuyos los que te insultanlarazon

Su conversión fue el «as» en la manga de Iceta para ganarse el centro. Los malos tragos le han merecido la pena. Ahora sale a ganar a sus ex socios.

Ha vuelto a primera línea y habla con entusiasmo y pausado. Eso sí, lo deja claro: «Mi aspiración no es volver al Gobierno». Su apuesta es construir una «legislatura de pacificar», para «desacentuar la crispación». «En esta legislatura no encontraremos la solución, pero hemos de sentar las bases para no acentuar el pulso. De entrada, sosiego. Luego, política en las instituciones, sin olvidar la ley». Este licenciado en Geografía e Historia –Vic 1963– inició su carrera política en Sant Quirze de Besora como concejal en un ayuntamiento, en el que su padre fue el último alcalde franquista. Siempre estuvo ligado a Unió Democràtica de Catalunya, el partido democristiano que fue el aliado tradicional de la Convergència Democràtica liderada por Jordi Pujol. Fue conseller de Medio Ambiente, diputado en el Parlament y finalmente conseller de Interior. «Salí enamorado del cuerpo de Mossos de Esquadra», recuerda con una cierta «morriña». «Lo que ha pasado ahora, lo he vivido con angustia. Los han puesto en una batalla política en la que nunca deberían haber estado. Ha sido una insensatez».

Tras la debacle de 2015, donde Unió desapareció del mapa político a pesar de obtener más de cien mil votos, se borró de la política. Fundó con otros compañeros un foro de debate que nació partido, Units per Avançar, con el objetivo de mantener viva la llama del nacionalismo moderado, del catalanismo horrorizado ante la deriva independentista. Ahora ha vuelto a la primera línea en la lista del PSC de Miquel Iceta. «Miquel no me tiró los trastos», afirma sonriendo cuando se le pregunta cómo accedió a sumarse al proyecto del PSC en estas elecciones. «Fue algo mutuo», sentencia. Es un hombre tranquilo, piensa sus respuestas. «Sumamos dos sensibilidades catalanistas, tenemos acentos diferentes. No somos independentistas y, a la vez, muy contrarios al inmovilismo, porque queremos una Cataluña que venza al independentismo, no queremos una Cataluña derrotada. Éste es nuestro denominador común». Fiel a su estilo, defiende «el diálogo y la necesidad de escuchar, abandonando los monólogos. Así no encontraremos una salida».

Espadaler lo ha pasado mal en su entorno. Tiene el apoyo de su familia, «sin ellos, no hubiera tomado esta decisión», pero en Vic, donde vive, «es una zona difícil», el ambiente se corta con un cuchillo, ha «encontrado incomprensión y algunos insultos», aunque añade firme: «Yo no me he traicionado a mí mismo». «He vivido situaciones muy desagradables», dice, aunque está convencido de su decisión. «Desde el mundo de los unos y de los otros no nos encontraremos nunca y no conseguiremos nada». Reclama retomar la vía política para encontrar solución porque «hay un espacio central, y este espacio lo hemos construido en beneficio de la convivencia», y lo ilustra: «Cuando estaba en CiU nunca enarbolé una estelada, y ahora no estoy en un espacio tan diferente». Remata con una sentencia: «Cataluña somos todos», no sólo los independentistas, que utiliza mucho su jefe de filas, Miquel Iceta.

Los malos tragos los compensa con las muestras de cariño, «unas muy claras, otras un poco a escondidas». Está convencido de que hay gente que nunca ha sido votante del PSC que le dice «te votaremos, porque entendemos este espacio». Sonríe cuando añade «muchos votantes de la antigua CiU votarán al PSC. Que estés tú es nuestra excusa». No oculta su preocupación por la situación ni la solución y alerta de que «no podemos engañar a la gente. La reforma territorial no se hará de inmediato. Necesita su tiempo». Tiempo es lo que no tiene. Finalizada la entrevista continúa con su agenda llena de actos y reuniones. Tiene un pequeño despacho en el centro de Barcelona al que va todos los días desde Vic. Ahora el PSC le ha cedido un local en su sede de la calle Nicaragua. Cuando acaba su jornada vuelve a casa para ver a su mujer y a sus tres hijos.