PSOE

Díaz espera que las urnas derroten a Sánchez

La Razón
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El 39º Congreso Federal, el de la entronización de Pedro Sánchez ante 8.000 militantes y simpatizantes, atestiguó el carácter del secretario general: un líder «renacido» que no tolera contrapoderes. Él, tal y como evidenció en su proclamación, se basta para hacer demostraciones de fuerza con el apoyo de las bases, por encima de aparatos, referentes históricos o barones. «El PSOE se ha diluido en el nuevo Sánchez», en palabras de un crítico con mando en plaza. «Pedro nos ha aplicado el centralismo democrático», según otro con galones. Los barones tampoco son ya lo que fueron. Tanto es así, que Susana Díaz abandonó Madrid visiblemente tocada, derrotada, sin deseos de enmascarar su cara de pocos amigos, presta a cruzar poco Despeñaperros, sobre todo para evitar habladurías. Los repetidos «estamos estupendamente» de la guardia de corps de la andaluza al inicio del fin de semana se diluyeron por la incompatibilidad entre Sánchez y Díaz. De hecho, entre Sánchez y casi medio partido. Y pruebas visibles se han sucedido.

Hubo de ser Ximo Puig quien telefonease en la noche del sábado al secretario general reiterándole, como han hecho todos, su apoyo. No sacó nada en claro, aun cuando fue uno de los pocos detractores, junto a Emiliano García-Page, que sí se desplazó al Pabellón 3 de Ifema para rendir pleitesía al líder en su mitin de coronación. Ese mismo Sánchez que ha puesto los ojos en la Comunidad Valenciana, y en la de Aragón, como claves para garantizar su estabilidad. El entorno de Puig se desgañita pidiendo responsabilidad ante un terremoto que podría desestabilizar a la Generalitat valenciana en caso de presentarse un rival sanchista, el alcalde de Burjassot, Rafa García, a la pugna por la secretaría general del PSPV. En paralelo, el líder del PSOE ya ha tanteado a su leal Susana Sumelzo para lanzarla a hacerse con las riendas de la marca en Aragón. Ella, de momento, se resiste a entrar en nuevas batallas, pero a Sánchez este tipo de negativas le gustan poco. «Lo hará», aseguran desde su entorno. El ruido de sables suena mal a los derrotados en las primarias del 21-M y numerosos susanistas han coincidido en insistirle a Javier Lambán un paso atrás en favor de su número dos en el gobierno aragonés y su secretaria de Organización, Pilar Alegría.

Con todo, el ahora crecido Sánchez debería tomar buena nota. Sacó adelante su Ejecutiva y su lista al Comité Federal con un 70% de apoyos. La contestación interna suma un tercio. A él, y solamente a él, le corresponde evitar que esa cifra, inferior incluso a la obtenida por Joaquín Almunia en el 97, crezca o disminuya en los próximos meses. El objetivo prioritario de Sánchez, señalan fuentes de su entorno, pasa por «derrotar a la derecha». Y desde luego –al menos eso se mantiene a estas horas– va a tener manos libres en su partido para intentarlo. Lo que es un arma de doble filo. Susana Díaz, por supuesto, no va a inmiscuirse en su camino. «Lo que ocurra hasta las próximas elecciones, bueno o malo, será exclusiva responsabilidad de Pedro», asegura un destacado susanista antes de tomar apresuradamente el AVE de vuelta a Sevilla.