Podemos

El errejonismo se declara en rebeldía

Más de 300 cargos firman un manifiesto en el que piden «más democracia» y se oponen al Vistalegre que Iglesias quiere imponerles.

La portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, férrea defensora del secretario Político de Podemos, Íñigo Errejón
La portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, férrea defensora del secretario Político de Podemos, Íñigo Errejónlarazon

Más de 300 cargos firman un manifiesto en el que piden «más democracia» y se oponen al Vistalegre que Iglesias quiere imponerles.

El errejonismo –toda una mitad de Podemos que no se resigna a morir– puso en marcha ayer su estrategia de oposición a la maquinaria burocrática del partido que, bajo la dirección de Pablo Iglesias, pretende diseñar un Vistalegre II llamado a dejar sin peso específico a las corrientes internas no conformes con el golpe de timón hacia la extrema izquierda que la formación morada ha experimentado desde el fiasco electoral del 26-J. Nada menos que 330 cargos internos de Podemos de toda España han explicitado su estado de abierta rebeldía contra la secretaría general al firmar un manifiesto en el que se pide «más democracia» en Podemos y que no se produzca una «involución» al vetarse que se debatan los documentos políticos del partido de manera independiente durante la Asamblea Ciudadana Estatal programada para febrero.

«El futuro de Podemos es oscuro», llega a afirmarse en un manifiesto que, bajo el título «Recuperar la ilusión», consituye en sí mismo una ejemplo canónico de prosa errejoniana: eslóganes, giros marketinianos, frases cortas, ideas apenas esbozadas, apelaciones a lo emocional más que a lo racional... En definitiva: el número dos de Podemos le ha dado de beber a Iglesias de su propia medicina. A pesar de que su nombre no aparece entre los firmantes –«él es más listo», dijo al respecto Monedero– todas las caras conocidas del errejonismo (y muchas que hasta el momento no se habían pronunciado en la polémica) han puesto sus nombres al pie de un documento que recoge todas las reivindicaciones de la corriente que lidera el secretario político de Podemos. Entre los firmantes destacan Rita Maestre, Tania Sánchez y José Manuel López –recientemente derrotados por Espinar en las primarias de Madrid– el secretario de relaciones Internacionales, Pablo Bustinduy, el responsable de Discurso, Jorge Moruno, el ex secretario de Organización Sergio Pascual, el ex juez y diputado Juan Pedro Yllanes y la responsable de Igualdad de Podemos, Clara Serra. La primera de las peticiones que se formulan en el manifiesto es, por supuesto, la de que se realicen votaciones por separado para aprobar los documentos políticos de Podemos y los equipos que los pondrán en práctica. Iglesias, por su parte, quiere que se unifiquen las votaciones, pues sabe que su liderazgo en la secretaría general es indiscutible y su victoria más que previsible en la elección de equipos arrastraría otra victoria en el terreno de los documentos políticos.

El manifiesto se hace eco también de otras necesidades de Podemos en las que existe un amplio consenso (proporcionalidad en los órganos de gobierno, listas abiertas, igualdad de género y equilibrio territorial) y pasa a poner el dedo en la llaga: el espinoso tema de la Comisión de Garantías, de su pluralidad y de su independencia económica. Por último, se pide «un censo abierto a la participación», es decir, que puedan seguir inscribiéndose personas hasta el último momento, baza esta necesaria si los errejonistas quieren ganar la votación que, a partir del día 18 de diciembre, decidirá el formato definitivo de Vistalegre II.

A pesar de que los principales portavoces pablistas mantuvieron un perfil bajo en las redes durante el día de ayer, cuesta creer que Iglesias no antipara este movimiento de su sector más crítico y pensara que el errejonisma se iba a resignar a ser borrado del mapa sin presentar batalla. Previsiblemente Iglesias se refugiará en su papel de «secretario general de todos» y dejará que sea Pablo Echenique –secretario de Organización y miembro de la corriente anticapitalista– sea quien asuma la portavocía de los partidarios de la unificación de las votaciones y contrarreste los argumentos esgrimidos por los errejonistas en su manifiesto.

En cualquier caso, puede darse por descontado que el cliché de que «en Podemos decide la gente» se escuchará en ambos bandos de la diatriba hasta el mismo día de la votación. Como en el caso de las primarias de Madrid, serán finalmente las urnas virtuales de Podemos las que hagan inclinarse la balanza hacia un lado y el otro. Dado el historial de votaciones de este tipo, y al control de la Comisión de Garantías por parte de Iglesias, las posibilidades de éxito de la estrategia errejonista tienden peligrosamente a cero.