ONU

El dolor de las víctimas del terrorismo llega a la ONU

Instarán al Consejo de Seguridad a estar unidos e ir un paso por delante contra el terrorismo

Tomás Fraga es ingeniero industrial y trabajaba para Sega en una planta de licuado de Gas en Egipto.Fue uno de los 120 heridos del atentado de Sharm el Sheij en el que murieron 90 personas
Tomás Fraga es ingeniero industrial y trabajaba para Sega en una planta de licuado de Gas en Egipto.Fue uno de los 120 heridos del atentado de Sharm el Sheij en el que murieron 90 personaslarazon

Instarán al Consejo de Seguridad a estar unidos e ir un paso por delante contra el terrorismo.

El consejo de Seguridad de Naciones escuchará el próximo 21 de octubre el sonido atronador del dolor, de la ausencia infinita y de la masacre. Pondrá rostro a la agonía a cámara lenta, a la mirada inocente que una mañana viajó en el tren de la muerte y a los turistas y trabajadores a los que sorprendió la sinrazón. Sabrán cómo pesa el miedo y cómo se derrota al miedo.

España, «un modelo de apoyo y solidaridad» con las víctimas, en palabras del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lidera esta iniciativa que en el que se escuchará el testimonio de las víctimas con el fin de deslegitimar el terrorismo, sea el que sea y pretenda lo que pretenda.

Mari Mar Blanco, Jana Gallardo y Tomás Fraga alzarán la voz por aquellos a los que un día se la apagaron.

La presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, Mari Mar Blanco representará a los afectados por el zarpazo etarra. Recordará el secuestro y asesinato de su hermano, el joven concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco a quien la banda terrorista sentenció a muerte. Conmocionó a todo un país y ese espíritu de Ermua se convirtió en un símbolo que unió a la sociedad en su lucha contra el miedo. Blanco siempre tiene muy presente su recuerdo y también el de las demás víctimas que fueron asesinadas a manos de la banda terrorista. Por ello, trasladará al Consejo de Seguridad la importancia de que exista un estatuto jurídico internacional específico de la víctima.

Otras dos víctimas tomarán la palabra, en esta ocasión en el debate posterior a las ponencias iniciales.

Jana Gallardo tenía 19 años cuando aquel 11 de marzo de 2004 viajaba en el tren que explosionó en la calle Tellez. Iba sentada junto a su novio, Óscar Abril con el que llevaba saliendo 9 meses y juntos se dirigían al Instituto Nacional de Educación Física en el que ambos estudiaban. Tras la explosión Jana se despertó, no podía moverse, tenía las piernas atrapadas por varias personas que le habían caído encima y la onda expansiva la había desplazado al lugar donde momentos antes estaba sentado su novio. Óscar quedó tumbado a escasa distancia. Era como si estuviese flotando en el mar y de fondo oía voces que decían «Sáquenme de aquí». Para escapar de la pesadilla preguntó a los que podían oírla si lo que le estaba ocurriendo era verdad. Al despertar se dio cuenta de que su chico había muerto. Traumatismo pulmonar, tres vértebras aplastadas y daños en un oído fueron las secuelas de la tragedia del 11-M, junto a la pérdida de Óscar.

El día 21 llegará a la ONU y preguntará al Consejo de Seguridad si es tan difícil proteger a un país contra el terrorismo yihadista y les instará a ir un paso por delante de ellos. «Tengamos una unión conjunta frente a ellos que utilizan a toda una población para amedrentar, vayamos un paso por delante». «Estamos más preparados a nivel cultural y de humanidad que países que actualmente están a favor del terrorismo», como por ejemplo el caso de Siria. No quiere pasar por la vida como una víctima. «Es duro, tendré que aprender a vivir con ello, pero hay que seguir con la vida, dándolo todo». Gallardo sigue manteniendo contacto con la familia de Óscar. Su fortaleza le permitió sacar los estudios que había comenzado y ahora, con 30 años es profesora de CAFD (Ciencias del Deporte) en la universidad Camilo José Cela. Tres explosiones en cadena dejaron en 2005 90 muertos –siete de ellos extranjeros– y unos 120 heridos –cinco de ellos españoles– al sacudir de madrugada el balneario turístico de Sharm el Sheij, en la península egipcia del Sinaí.

Tomás Fraga, ingeniero industrial era trabajador de la empresa Segas, de Unión Fenosa, empresa que licúa gas en el delta del Nilo y que se encontraban pasando el fin de semana en Sharm al Sheij cuando les sorprendió la explosión. Fraga Martínez, sufrió quemaduras de diverso grado en la cara y fue operado en uno de sus ojos en un hospital militar egipcio. Será él quien exponga las distintas formas de terrorismo que los españoles tanto turistas como trabajadores están sufriendo en el extranjero. «Después de pasar mucho dolor y penuria me encontré que estaba vivo y entero» y a partir de ahí pensó que la vida le había dado una segunda oportunidad. Tenía 100 piezas de metralla en el cuerpo y las cicatrices aún le recuerdan lo vivido. «Opté por mirar hacia delante, tener una mentalidad positiva y el apoyo de mi familia fue esencial».