Política

Elecciones catalanas

El pacto constitucionalista, más cerca

PP, PSC y Ciudadanos son cada vez menos reacios a un acuerdo, con Unió a la expectativa. Harían frente a la lista soberanista de Mas sin necesidad de cerrar una candidatura unitaria

La Razón
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¿Existe alguna posibilidad de un pacto frente al soberanismo de Mas? Hace unas pocas semanas la respuesta sería rotunda: no. Hoy por hoy, la respuesta no ha variado, sigue siendo un no, pero con matices. ¿El motivo? El cambio de actitud de PSC, PP y Ciudadanos. Y con una incógnita, la posición final, hasta ahora más que ambigua, de la izquierda capitaneada por Podemos, Iniciativa y los grupos afines a Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona.

La primera en romper el fuego en favor de un pacto de los partidos constitucionalistas fue la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho. Fue su respuesta al frente soberanista de Mas y Junqueras. Camacho propuso entonces un frente constitucionalista para agruparse en una única lista. Su propuesta cayó en saco roto. Ciudadanos y PSC la rechazaron de plano. De hecho, el hoy candidato del PP, Xavier García Albiol, también la rechaza porque «no estoy por políticas de frentes», ha dicho en sus múltiples apariciones en medios de comunicación desde que fue designado.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez mantuvieron sendas reuniones con Albert Rivera, después de las municipales y autonómicas, en la primera semana de junio. En ellas, el líder de Ciudadanos deslizó otra propuesta más allá de los frentes. Rivera abrió las puertas a acuerdos concretos después de las elecciones. ¿La fórmula? Que el partido con más votos intentara formar gobierno si era posible una mayoría no soberanista con el apoyo de los otros dos. Una fórmula similar a la que se utilizó en el País Vasco y que hizo lendakari a Patxi López.

En un primer momento, socialistas y populares negaron la posibilidad. El PP de forma contundente. El PSC no tanto. El candidato socialista Miquel Iceta se mostró partidario de un acuerdo de las izquierdas, en referencia a la candidatura liderada por Lluís Rabell, Catalunya sí se puede. Eludía así posicionarse sobre acuerdos con C’s. Carme Chacón, número uno socialista por Barcelona en las generales, fue un poco más explícita: «A mí me gusta la suma, creo que cuantos más mejor». Corría la primera semana de julio y las miradas de los socialistas se ampliaban a una nueva fuerza, la Unió Democrática de Duran Lleida, que tiene a Ramón Espadaler como jefe de filas. El nacionalismo moderado mantiene un discreto silencio sobre esta cuestión. De entrada lo descarta apelando al voto del catalanismo de centro. Espadaler prefiere lanzar sus dardos contra el «desbarajuste» que se puede producir en caso de triunfo de Mas y Junqueras. Pero también incluye una nueva pieza en el tablero. En una reciente conferencia, el líder de Unió alertó de un posible gobierno de izquierdas liderado por «Cataluña si se puede» con el apoyo de ERC y las CUP. Espadaler ilustró esta posibilidad con el acuerdo logrado por Colau en el Ayuntamiento de Barcelona.

Este posible pacto no contaría con el apoyo de los socialistas. «Una cosa es un ayuntamiento, aunque sea el de Barcelona o sumarse a la Asociación de Municipios por la Independencia –casos de Castelldefels y Terrassa–, y otra cosa es el gobierno de la Generalitat», argumentan fuentes socialistas. Miquel Iceta este fin de semana quitó hierro a esta cuestión con el mismo análisis: «El futuro político se debate en el Parlament». De momento, «Cataluña sí se puede» ha negado el carácter plebiscitario de las elecciones y Pablo Iglesias mantiene un apoyo difuso al derecho a decidir pero niega la independencia. Colau, por su parte, sigue mareando la perdiz. La izquierda catalana mantiene esta ambigua actitud porque se disputa una buena parte del voto con el nacionalismo de izquierdas que se ha quedado perplejo por el pacto de Junqueras con la derecha –que consideran corrupta– que representa Mas, aunque se maquillen las listas con personas que provienen de la izquierda tradicional. Parte de este voto encuentra refugio en las CUP pero, según los sondeos, un importante segmento de este electorado todavía no ha tomado una decisión. El mundo soberanista es consciente de este peligro y, en los últimos días, ha aumentado el volumen y la acidez de sus críticas a la izquierda. La reunión de Mas y Colau los ha dejado descolocados. Muchas son las voces que hablan ya del «abrazo del oso» de Colau a Mas. El presidente catalán no consiguió un apoyo claro al soberanismo –Colau se limitó a criticar a Rajoy y a defender el derecho a decidir sin rubricar una Declaración Unilateral de Independencia– mientras arrancó del president su apoyo a la construcción del tranvía de la Diagonal. Una obra que CiU siempre rechazó.

Ante estos escenarios, socialistas y populares han movido sus últimas piezas. Iceta no descarta un pacto con Ciudadanos para gobernar España, a todas luces imposible si no hay un acercamiento previo en Cataluña. Iceta y Rivera coincidieron en un acto de Federalistas de Izquierda y, lejos del enfrentamiento, buscaron los puntos de encuentro en una reforma constitucional. En Ciudadanos, los acuerdos con los socialistas no se ven con malos ojos. Ni en Cataluña ni en España. De hecho, en el entorno más cercano a Rivera se apuesta más por acuerdos con la izquierda que con el PP.

El nuevo candidato popular ha marcado su impronta. García Albiol rechaza los frentes, rehúye el debate izquierda-derecha y centra su discurso en el debate nacional. El líder del PP se erige en el referente del antisoberanismo –basándose en la marcha de Rivera, que no se presenta en las catalanas, y las veleidades de los socialistas–, no descarta pactos post-electorales con los constitucionalistas y pide un voto transversal, de los votantes de derechas y de izquierdas, «porque ahora el objetivo es cerrar el paso al soberanismo».

Todos los partidos han iniciado sus movimientos. Del no rotundo inicial se ha pasado a un no pero. Llegar al sí sólo depende de la matemática electoral. Parece, sin embargo, que la posibilidad de ganar al soberanismo ha pasado de ser hipótesis a una posible realidad. Entonces, el pacto será posible.