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El PP confía en mantener su poder territorial hasta las Generales

Mariano Rajoy presentó ayer a Cospedal como candidata a la comunidad de Castilla La Mancha
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Las elecciones de noviembre condicionarán la política de alianzas de Ciudadanos y Podemos, que en algunos casos se retratarán y en otros dejarán hacer

A una semana del arranque de la campaña electoral, en la dirección del PP siguen trabajando con la hipótesis de que las elecciones generales condicionarán la política de pactos de Ciudadanos (C’s) y de Podemos, es decir, que ninguna de estas dos fuerzas querrá señalarse antes de la última cita electoral de este año. Esto, de cumplirse, dejará un escenario muy incierto tras los comicios del 24-M, sobre todo en el terreno autonómico, ya que cada comunidad tiene sus propias reglas para investir al nuevo presidente. A nivel municipal, sin embargo, en el PP confían en que puedan mantener el poder en muchas alcaldías si son la lista más votada, al menos hasta las próximas generales. En los ayuntamientos, según la Ley Orgánica de Régimen Electoral, sólo hay una votación. En la misma sesión de constitución de la Corporación se procede a la elección del alcalde, de acuerdo con el siguiente procedimiento que fija la ley electoral. En primer lugar, pueden ser candidatos todos los concejales, que encabecen sus correspondientes listas. Si alguno de ellos obtiene la mayoría, absoluta de los votos de los concejales es proclamado electo. Si ninguno de ellos obtiene dicha mayoría es proclamado alcalde el concejal que encabece la lista que haya obtenido mayor número de votos. En caso de empate, se resolverá por sorteo. Esto facilita el camino al PP, que aspira a ser mayoritariamente la fuerza más votada y confía en ganar estos comicios en el cómputo general. Si C’s y Podemos prefieren no marcar sus cartas hasta noviembre, el PP verá el camino bastante despejado, lo que no impide que después de las generales puedan sellarse alianzas que los desalojen del poder.

Las comunidades, sin embargo, siguen otro ritmo. Los estatutos de cada una de ellas establecen el procedimiento, pero muchas coinciden en que si no hay mayoría absoluta, hace falta la abstención de algún grupo parlamentario para que se ejecute la investidura del nuevo presidente autonómico. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid, las reglas determinan que, si la Asamblea otorga por mayoría absoluta su confianza a dicho candidato, el Rey procederá a nombrarle presidente regional. De no alcanzarse dicha mayoría, se someterá la misma propuesta a nueva votación cuarenta y ocho horas después y la confianza se entenderá otorgada si obtuviese mayoría simple. Si efectuadas las votaciones no se otorga la confianza para la investidura, se tramitarán sucesivas propuestas en la forma prevista anteriormente. Y, si transcurrido el plazo de dos meses a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiera obtenido la confianza de la Asamblea, ésta quedará disuelta, convocándose de inmediato nuevas elecciones. Igual que en Andalucía.

En Valencia, la otra comunidad en la que están puestos todos los focos, el Estatuto establece que para ser elegido presidente de la Generalitat se requiere la mayoría absoluta de las Cortes Valencianas en la primera votación. En caso de no alcanzarla, la votación se repetirá 48 horas después, siendo candidatos los dos que, en la primera vuelta hubieran alcanzado mayor número de votos. En la segunda votación bastará la mayoría simple para ser elegido.

En el País Vasco, donde no se celebran elecciones, funciona igual que en los ayuntamientos. Pero, en las autonomías, la regla general, con matices, es que se necesitan más votos a favor que en contra, por lo que alguien tendría que abstenerse o votar con el PP. Génova cree que Podemos se irá hacia el PSOE, mientras que, sin embargo, el partido de Rivera no tenderá de manera natural a buscar el acuerdo con ellos. Y, difícilmente, antes de las generales.

En el PP descartan tajantemente un pacto global con Ciudadanos. «Nos apoyarán o no en función de sus intereses coyunturales. Su base socialdemócrata les lleva más al PSOE, pero en cada autonomía tendrán que valorar de qué caladero les han venido más votos», sostienen. La cúpula popular cree que en Madrid, los de Rivera no tienen mucho margen para justificar que no intentan llegar a un acuerdo con ellos o que no les dejan gobernar en minoría. Génova sostiene esta confianza en el hecho de que en Madrid, Ciudadanos absorbe bastante voto de sus caladeros. El partido de Rivera tiene que enfrentarse a la dificultad de buscar un equilibrio que no enfade a los votantes que les llegan de derecha y de izquierda. «Presentarte como un partido transversal tiene sus ventajas en las urnas, pero implica complicaciones añadidas cuando hay que pasar del terreno de la crítica y del titular al de la gestión», puntualizan en Génova. En otras comunidades como Valencia, ven más factible que Ciudadanos acabe colaborando con el frente «anti-PP» que hace dos semanas enseñó la «pata» en Murcia, aunque la formación de Rivera se desdijese en el último momento. Quedan cinco días para la pegada de carteles y en Génova miran hacia las elecciones del 24-M reconociendo que la situación es «complicada». Por su desgaste y por la «inevitable» pérdida de poder respecto a una situación de dominio territorial por parte del PP sin precedente en la democracia. Y también porque ellos van a tener mucho más difícil que el PSOE buscar un apoyo para gobernar aunque sean la fuerza más votada. «La idea de que votar a Ciudadanos es votar al PP, dándole un pescozón, no se ajusta a la realidad. Sus votos no serán válidos para facilitar gobiernos del PP en muchos sitios», alertan en la dirección popular.

En cualquier caso, la encuestas y la volatilidad del marco político obligan a no anticipar escenarios. Rajoy está convencido de que los partidos emergentes tendrán serias dificultades para consolidarse en el futuro. Que son organizaciones políticas ligadas a una coyuntura determinada, pero sin la estructura, la dirección y la cultura de partido necesarias para asentarse conforme pase el tiempo. En el comité de campaña del PP siguen creyendo que el tiempo corre en contra de Podemos y de C’s, sin obviar las diferencias entre la situación de uno y otro. La crisis del partido de Pablo Iglesias la leen como un elemento que beneficia al PSOE. Con sus dudas, porque depende de si se concreta la moderación de Podemos y cómo, pero mayoritariamente se impone esta interpretación.

Y la implantación de Ciudadanos a nivel municipal es otro interrogante que determinará el alcance de los pactos tras el 24-M. En principio, Génova confía en que la partida local sí se la puedan ganan a Rivera. «Pero la noche electoral habrá que ver hasta dónde llega el toque de atención en el voto urbano», puntualizan.