Castilla y León

El presidente asume errores y el coste electoral de la corrupción

La Razón
La RazónLa Razón

Mariano Rajoy esquivó ayer la complacencia en su análisis final sobre el resultado de las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo, pero también huyó del balance negativo o catastrófico. Reconoció sin matices el «precio altísimo» que ha tenido que pagar el PP por los escándalos de corrupción que han afectado a sus siglas, por «el comportamiento de algunos que considerábamos nuestros compañeros». Y en ese apartado llamó a los suyos a aprender de los errores y a extremar la diligencia y la contundencia en la respuesta ante posibles casos que puedan repetirse en el futuro. También atribuyó el desgaste a las difíciles decisiones que ha tenido que adoptar en la gestión de la crisis económica, incorporando la autocrítica en la vertiente más social de esa gestión económica y de los efectos de la recuperación. El presidente defendió que hicieron la única política posible, una política «valiente» al servicio del interés general, pero admitió que «los españoles se han visto golpeados por la crisis», y que aunque ahora se empiecen a ver resultados, no son suficientes como para dar satisfacción a todos los que tienen problemas. «Hemos dado la vuelta a la situación», señaló, pero «no es suficiente» porque todavía hay muchos españoles que lo pasan mal y que están hartos de pasarlo mal durante tantos años.

Junto con este balance que incorpora la autocrítica sobre los fallos que explican la pérdida de votantes, Rajoy resaltó ante su Comité Ejecutivo que esa pérdida de votos le llega por el centro y, sobre todo, por el lado de la abstención. Admitió también que hay votantes del PP que están «insatisfechos y defraudados» y que esto les obliga a preguntarse qué ha pasado y a tomar medidas para corregir esos fallos. Ahora bien, Rajoy no se cebó en los puntos negativos y aprovechó la reunión de la cúpula para intentar ahuyentar el clima de pesimismo y de derrota ante las elecciones generales. Un clima que viene de atrás, y que ha sido instigado por el reducido poder territorial que le queda al PP tras las elecciones pese a haber sido la fuerza más votada en la mayoría de las comunidades y de los ayuntamientos. A su cúpula le recordó que el PP es la primera fuerza en votos. Que su principal adversario, el PSOE, obtuvo su peor resultado. Que los resultados de las elecciones municipales no son extrapolables a unas generales, y citó los antecedentes de 1999 y de 2003. Y que todas las encuestas publicadas después de las autonómicas y municipales de mayo confirman que el PP sigue siendo la primera fuerza «y mejorando posiciones». Ésta es su carta de presentación para pedir confianza en el futuro del partido y en su candidatura a las próximas elecciones generales.

El presidente intentó borrar esa sensación de que el PP está en caída libre que se siente incluso en algunos sectores de su formación, y aprovechó también para seguir reforzando el discurso de movilización de los suyos bajo la advertencia de que el PP es el único que puede frenar el desembarco del PSOE y de Podemos en el Gobierno de la Nación. «Tenemos que ganar con toda claridad», defendió, sembrando el camino a una de las ideas eje de su campaña electoral, la de pedir a sus votantes que le den una mayoría lo suficientemente amplia como para conjurar el riesgo de un frente de izquierdas en La Moncloa. Rajoy fue muy crítico con el PSOE, al que acusó de echarse en brazos de las políticas extremistas. La tarea que tiene el PP por delante es evitar que el frente anti-PP, que los socialistas han llevado a tantos ayuntamientos, llegue también a La Moncloa, insistió en varias ocasiones.

Además, para trasladar la imagen de que su Gobierno sigue en activo hasta el último día, y de que tiene un proyecto de futuro, frente al mantra socialista que da por acabada la legislatura, Rajoy volvió a comprometerse con las rebajas de impuestos, en IRPF y en Sociedades el próximo año, y anticipó sin dar más detalles que habrá más novedades en esa dirección si la recaudación lo permite. También confirmó que presentará el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2016 y su correspondiente techo de gasto, aunque no puedan tramitarse en el Congreso por la disolución de las Cortes en septiembre. En este Comité Ejecutivo hubo contadas ausencias. Incluso acudió Juan Vicente Herrera, presidente del PP de Castilla y León, y que se significó por sus críticas tras el 24-M. Esperanza Aguirre, sin embargo, no asistió. «Tenemos que salir más, hablar más, explicarnos más y relacionarnos más, y hacerlo con humildad y sensibilidad, pero desde la firme defensa de nuestras convicciones», pidió Rajoy a su cúpula.