Bruselas

José Ramón Bosch, el primer catalán que gritó

Pide a los catalanes no nacionalistas tener una «participación activa en la creación de una nueva idea de España»

José Ramón Bosch, el primer catalán que gritó
José Ramón Bosch, el primer catalán que gritólarazon

Pide a los catalanes no nacionalistas tener una «participación activa en la creación de una nueva idea de España».

Es la piedra en el zapato del independentismo. «Món» Bosch –Santpedor 1963– fue el impulsor de Sociedad Civil Catalana, la entidad que ha hecho posible que miles de personas salgan a la calle contra el proceso separatista en este pasado octubre. Se le ha acusado de tener nexos con la extrema derecha, aunque lo cierto es que SCC es una entidad que ha sido capaz de aunar a personas cercanas al PP, a Cs, al PSC y a Iniciativa per Catalunya. Desde esta plataforma, Bosch, un hombre incansable e irredento ante el desánimo, ha sido el activista más odiado por los independentistas. Nunca ha abandonado sus quehaceres profesionales ni tampoco su pueblo, Santpedor, a unos pocos kilómetros de Manresa, cuna del Tambor del Bruc y de Josep Guardiola.

«El procés ha sido el fin de la convivencia y el apogeo del supremacismo», afirma sin demasiados pelos en la lengua. Aboga por un cambio de relato en Cataluña porque «el procés nos ha llevado al límite. Ahora nos toca a los catalanes no nacionalistas tener una participación activa en la creación de una nueva idea de España. No como una cuota, sino en la creación de un nuevo concepto de España en el que conviven gentes de diferentes nacionalidades culturales. El 21-D empezará este cambio». Esta es su gran obsesión, el cambio cultural, porque «hemos de poner punto y final a el concepto de leyenda negra de España que ha impuesto el independentismo, donde España es la dictadura, la represión, la extrema derecha. Esto no es España, y lo saben».

Pensar de esta manera le ha llevado a ser víctima de escraches en su pueblo. Niega que haya bajado la tensión «al contrario ha subido. Es difícil la convivencia». No se amilana ante esta situación, aunque reconoce que «por mis hijos, familia y amigos, evito algunos bares y restaurantes». Sin embargo, aunque reconoce haber recibido insultos y malas miradas, es optimista, un rara avis en la Cataluña de 2017. «Sí, absolutamente», contesta, taxativo a la pregunta. Le inquiero un porqué. «Porqué el 21-D empezará un cambio de elites. Es el fin de las 300 familias que han gobernado Cataluña y viviremos un cambio en las élites dirigentes que provendrá de las clases populares y de los nuevos participantes en la política».

Sorprende este argumento en un hombre que hace años militó en el Partido Popular. Se explica. «La burguesía seguirá siendo la burguesía, pero los centros de decisión estratégica cambiarán. El pujolismo ha muerto y se llevará por delante a toda una clase dirigente». Su discurso es inagotable e incansable «el 21-D cambiará muchas cosas, también un nuevo relato de afectos entre Cataluña y el resto de España. No se trata de decir que nos quieren mucho. Eso no sirve, pero sí sirve una nueva Ley de Lenguas que permita hablar con normalidad el catalán en Bruselas, o un cambio en el modelo educativo, o un cambio de la Fiesta Nacional del 12 de Octubre al 6 de Diciembre».

Dice lo que piensa y cree en lo que dice. Su optimismo parece un oxímoron ante la incertidumbre electoral. No sorprende, también tiene su análisis. «Yo creo que Iceta será el nuevo presidente. A Cs le interesa porque los centrará en España, porque se presentará como una fuerza capaz de pactar a su derecha y a su izquierda. A Rajoy, también le interesa porque un Iceta presidente le posibilita acabar su legislatura y poder gobernar». Seguramente mi cara de incredulidad le hace ir más allá «los Comunes de Domènech y Ada Colau no impedirán un gobierno de Iceta. Se abstendrán y, estoy convencido que no darán su apoyo a un gobierno independentista». Con todo este argumentario, redobla su apuesta «es el fin del oasis putrefacto que nos ha gobernado y dirigido durante años. El 21-D más de uno se llevará una sorpresa». Todo esto lo dice un hombre que se apellida Bosch i Codina, y que está orgulloso de sus más de ocho apellidos catalanes.