El PSOE cruza los dedos para que el CIS apuntale el «efecto Sánchez»

El líder socialista espera consolidarse como segunda fuerza y atraer el voto de centro.

La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) es el instrumento demoscópico que los partidos utilizan para apuntalar su estrategia cuando les es favorable y que desvirtúan cuando les resulta adverso. Hoy se publican los resultados del barómetro de julio y las formaciones esperan pasar el examen del curso político que acaba de finalizar. Quien más se juega es el PSOE, pues será el primer estudio que pulsará el ánimo de los votantes socialistas tras la vuelta de Pedro Sánchez a la Secretaría General y cómo ha influido su regreso en las expectativas electorales del partido. Los socialistas esperan que se mantenga la tendencia al alza que se registra desde el estudio de octubre de 2016 en el que, tras el Comité Federal que forzó la dimisión de Sánchez, marcaron su peor registro histórico (un 17%). Con la gestora a los mandos de la dirección, el partido ha ido retomando el rumbo de la recuperación con casi tres puntos de subida en el barómetro de abril (19,9%). De esta forma, en Ferraz esperan que la encuesta apuntale el nuevo liderazgo y refuerce el «efecto Sánchez» ahora que habían recuperado la segunda fuerza.

El secretario general socialista considera que la batalla por la izquierda ya está ganada a Unidos Podemos y que, al visualizarse como alternativa al PP, ahora atraerá el voto de centro de Ciudadanos. Pedro Sánchez apareció por última vez en una encuesta del CIS en octubre de 2016, cuando obtuvo una nota de 3,35. El presidente de la gestora, el asturiano Javier Fernández, mejoró ese registro con una calificación de 4,12 puntos en las dos encuestas de este año en las que se valoró su figura.

El último barómetro electoral del CIS con estimación de voto se publicó unas semanas antes de la victoria de Sánchez en las primarias, aunque ya se conocía su candidatura, y reflejaba que el PP seguía siendo el partido más votado con el 31,5 por ciento de los votos, aunque perdía fuelle –un punto y medio desde enero y tres desde octubre–. La declaración como testigo en el «caso Gürtel» del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la Audiencia Nacional no interferirá en los resultados del barómetro, ya que éste se elaboró con carácter previo. Los populares se saben primera fuerza pero esperan aguantar el tirón y dejar de ceder apoyos. Por su parte, Ciudadanos es, junto al PSOE, la formación que más expectativas tiene puestas en el CIS. El partido de Albert Rivera experimentó una fuerte subida –de dos puntos y medio– en la última encuesta y otros estudios demoscópicos publicados en los medios de comunicación, entre ellos el de NC Report para LA RAZÓN, también confirmaban el repunte de sus expectativas electorales. Por ello, desde la prudencia, el partido naranja encara con «optimismo» esta encuesta y espera que sus resultados sean «positivos y sigan la tendencia que han marcado hasta ahora».

La otra cara de la moneda la representa Unidos Podemos. La división interna por la asamblea de Vistalegre II pasó factura a los morados, que en abril caían dos puntos y ya eran superados por el PSOE, que recuperaba la segunda plaza. Ahora, con la vuelta de Pedro Sánchez a Ferraz el trasvase de votos socialistas se ha visto reducido, dado el viraje del discurso de su líder hacia postulados más a la izquierda, por lo que también se reducen las expectativas de mejora electoral de la formación de Pablo Iglesias.

Además de los resultados del Congreso Federal del PSOE, el barómetro de julio reflejará también los ecos de la moción de censura que Unidos Podemos presentó contra el Gobierno de Mariano Rajoy y que Pablo Iglesias defendió en junio en el Pleno del Congreso frente a los líderes de los demás partidos. Una moción que fracasó al no contar con el apoyo del PSOE, una actitud que los encuestados podrían censurar. Otros factores que pueden influir en el resultado de la encuesta son la comparecencia en el Congreso del ex tesorero del PP Luis Bárcenas, que tuvo lugar el 26 de junio, y la presentación de la llamada «ley de desconexión» que Carles Puigdemont y los independentistas catalanes presentaron el 4 de julio.