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El secreto mejor guardado de Torres-Dulce

Torres-Dulce, ayer, tras anunciar su dimisión en una escueta nota de prensa
Torres-Dulce, ayer, tras anunciar su dimisión en una escueta nota de prensalarazon

«Consummatum est». Se confirmó lo que venía siendo algo más que simples rumores en los últimos meses. Eduardo Torres-Dulce deja de ser fiscal general del Estado para regresar a su destino en el Tribunal Constitucional. Con una más que escueta nota de prensa oficial se hacía pública una noticia de esta transcendencia: «El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, ha presentado su renuncia al cargo por motivos personales. Ha comunicado su decisión al ministro de Justicia. Torres-Dulce regresará a su plaza en la Fiscalía ante el Tribunal Constitucional». Punto final. Ésas eran todas las explicaciones desde la Fiscalía General a la decisión de quien el próximo día 30 haría tres años desde su nombramiento.

Las «complicadas» relaciones con el Gobierno en los últimos tiempo han llevado a este desenlace. Sin embargo, él mismo se ha encargado en reiterar en distintas ocasiones que no ha sufrido presiones por parte del Gobierno en su actuación al frente de la Fiscalía. La última, el pasado 26 de noviembre, en su comparecencia ante la Comisión de Justicia del Congreso, en relación con la querella contra Artur Mas y otros miembros del Ejecuto catalán por la «consulta» del 9-N en Cataluña: «Nadie me ha presionado. He adoptado una decisión autónoma y atendiendo al criterio de legalidad», y remató al final: «No he tolerado nunca que el Gobierno me diga lo que tengo que hacer porque es delito».

En todo caso, la querella por los actos del 9-N sí produjo momentos de tensión entre miembros del Ejecutivo y el fiscal general del Estado. Así, desde el Gobierno se instaba a presentar la querella de forma inmediata, a lo que Torres-Dulce no dejaba pasar la opinión para incidir, una y otra vez, en que los tiempos judiciales no se adecúan a los políticos.

Sin embargo, y pese a todo ello, nada hacía presagiar que ahora, precisamente ahora, Torres-Dulce fuese a presentar ahora su dimisión por «motivos personales». La decisión de retrasar las propuestas de dos nombramientos claves en la Carrera Fiscal, el del teniente fiscal ante el Tribunal Constitucional y el del fiscal jefe de la Inspección de la Fiscalía General del Estado, previstos en el Consejo Fiscal que se celebró el miércoles, y de no dar ningún tipo de explicación a los consejeros fue lo que hizo levantar las alarmas, además de causar extrañeza entre los consejeros. Se limitó a señalar que les explicaría todo más adelante. Más de uno se planteó esa actitud como algo más que una duda sobre su continuidad en el cargo. Aunque había convocado un nuevo Consejo para el próximo 8 de enero.

Ese silencio de Torres-Dulce sobre las causas reales que le han llevado a dimitir de su cargo continuó ayer. De hecho, según ha podido saber este periódico, no quiso comentar a ninguno de los fiscales que le preguntaron al respecto; e incluso a otros que quisieron contactar con él les resultó del todo infructuoso. Ayer permaneció, prácticamente, «desaparecido» para la inmensa mayoría de quienes intentaban hablar con él para interesarse por todo lo sucedido.

Pese a todo lo anterior, Torres-Dulce, según confirmaron a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, había adoptado el pasado fin de semana la decisión de dimitir del cargo. Consideraba que había cumplido con sus objetivos, los principales procedimientos estaban encauzados, y que no merecía la pena continuar con el desgaste que le producía encontrarse en una situación «más que incómoda» en sus relaciones con el Ejecutivo.

Garantizar la autonomía del Ministerio Fiscal frente a todo y a todos y potenciar la Fiscalía Anticorrupción como medio eficaz e indispensables para luchar contra esa lacra han sido dos de sus principales objetivos en los tres años en que ha permanecido al frente de la Fiscalía General del Estado.

«Momentos de tensión»

Las reacciones desde el mundo fiscal y político no se hicieron esperar. Así, el Ministerio de Justicia, que preside Rafael Catalá, expresó su «más absoluto respeto» a la decisión de Torres-Dulce, «tomada por motivos personales», a la vez que le agradecía el trabajo realizado «con plena objetividad e independencia en el desempeño de sus cometidos» A la vez, se recalcaba que la Fiscalía ha actuado en todo momento desde su «autonomía, desde el rigor y con el máximo respeto a la legalidad». A la vez, se reconoce desde Justicia que han sido tres años «de gran trabajo, con momentos difíciles y de grandes tensiones».

Por su parte, la Asociación de Fiscales, mayoritaria en la Carrera y a la que pertenece Torres-Dulce, expresó su «consternación y preocupación por la pérdida que ello supone para la Carrera Fiscal, al tiempo que desea agradecerle su vocación de servicio a la Carrera, así como su dignidad y buen hacer en el desempeño del cargo en unos momentos especialmente difíciles».

Desde la Unión Progresista de Fiscales se pidió a Eduardo Torres-Dulce que dé más explicaciones de por qué ha renunciado a su cargo de fiscal general del Estado, más allá de los motivos personales que ha aducido, en aras de la transparencia y «para no alimentar rumores de que el Ejecutivo le ha presionado».