Política

Crisis del PSOE

Rubalcaba pone fin a su era como secretario general del PSOE

La derrota electoral le obliga a tirar la toalla y convocar un congreso en julio para elegir a su sucesor

Alfredo Perez Rubalcaba
Alfredo Perez Rubalcabalarazon

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, anunció ayer el final de su etapa al frente de la dirección de su partido. Con gesto compungido y titubeante en los primeros compases de su discurso, la escenografía frente al atril de Ferraz presagiaba que la comparecencia no iba a quedar en un mero adelanto de primarias. De este modo, el todavía secretario general rompía el «silencio atronador» que, según él mismo reconoció, pesaba desde hace tiempo sobre su futuro, incógnitas que se resistía a desvelar «como gato panza arriba». Ante la expectación de los periodistas que abarrotaban la sala de prensa de la sede federal, Rubalcaba dio la sentencia final: en vista de los resultados «muy malos, sin paliativos» obtenidos en los comicios europeos, el líder de los socialistas asume como propia la derrota y en un ejercicio de «responsabilidad» abandona la dirección del Partido Socialista convocando un congreso extraordinario para los próximos 19 y 20 de julio. «Este mal resultado tiene un responsable y esta responsabilidad la debe asumir la dirección, y en concreto el secretario general», destacó.

Pieza clave de los Ejecutivos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, Rubalcaba no consiguió dotar a su proyecto personal de la entidad necesaria para movilizar apoyos en las urnas ni en sus algo más de dos años en la oposición. Hoy la «frustración» llega de la mano de una debacle electoral en el ámbito europeo, que no hace más que hundir –todavía más– las aspiraciones socialistas en el ámbito nacional.

El velocista que fue en sus años de juventud se ha tenido que enfrentar a una continua carrera de obstáculos en los últimos tiempos. Tomó el relevo de Zapatero en un momento difícil: la crisis no sólo asoló el ámbito económico, también el político y el de la credibilidad de los socialistas.

Las elecciones anticipadas no le dieron un respiro, al contrario, la mayoría absoluta cosechada por el Partido Popular le produjo un profundo desgaste, pero siguió corriendo. Al paso le saldría en 2012 una compañera «de equipo» a disputarle el liderazgo, pero Alfredo logró doblar a Carme Chacón en la primera vuelta. La decisión de retrasar las primarias hasta después de las europeas y la apuesta personal por Elena Valenciano para concurrir a estos comicios han sido las últimas zancadas de su carrera. Ayer finalmente la perdió, con los peores resultados de la historia del PSOE, y puso la meta de su final en el congreso extraordinario de julio.

Un final sin podio, pues pasará a la historia del PSOE –junto con Joaquín Almunia– como el secretario general que no consiguió alzarse a presidente del Gobierno. Rubalcaba no quiso ayer despejar las dudas sobre su futuro. «Tiempo tendremos de hablar de eso», dijo. Aunque sí señaló que «naturalmente no» concurrirá como candidato al congreso extraordinario, y que «mientras sea secretario general ejerceré como tal hasta que el partido decida quién me sustituye». La decisión de no dimitir y no nombrar una gestora para que se haga cargo del partido hasta el congreso atiende de nuevo a un criterio de «responsabilidad» y de control del proceso.

Partidario de cumplir los tiempos y mantener los plazos, Rubalcaba reiteró la necesidad de perseverar en las primarias –fijadas para noviembre– como «un ejercicio óptimo para abrir el partido a los ciudadanos» y evitar que el proceso se realice como algo «endogámico», dijo. Aunque, en cualquier caso, la decisión de mantener el calendario corresponderá a la nueva dirección que resulte del congreso de julio.

Rubalcaba ha señalado también que la decisión de abandonar la directiva es sólo suya. «La responsabilidad es mía y la decisión la he tomado yo. Ésta es mía, mía y mía», señaló. Y al contrario de lo que muchos pudieran pensar, fue sopesada y tomada antes del batacazo electoral de los comicios europeos. Apoyaría esta tesis que según el propio Rubalcaba «tres personas ya conocían su intención de marcharse»: Elena Valenciano, Felipe González y Óscar López.

El químico que hay en él no supo encontrar la fórmula para liderar un proyecto capaz de «recuperar la confianza de los ciudadanos». Una sociedad que asocia irremediablemente su figura con reminiscencias del pasado y con un Gobierno que llevó a España a la crisis.