Fiscalía General del Estado

En el momento más complicado

La Razón
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José Manuel fue un hombre apasionado por la vida, por el saber y por el Derecho al que dedicó su quehacer profesional.

De formas exquisitas y trato afable, equilibrado, gran conversador, dialogante, asumía con elegancia las críticas. En absoluto engreído ni pedante, pese a una impecable trayectoria profesional culminada con el doctorado cum laude que obtuvo por su tesis sobre la Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas. Pertrechado de las virtudes de la sencillez y la humildad que lo hacían cercano y accesible a todos.

Llegó a la Fiscalía General en un momento complicado y encontró escollos y dificultades, reproches y reprobación.

Llegó sin conocer en profundidad la Institución hermana.

Llegó como magistrado del Tribunal Supremo y se hizo fiscal. Un fiscal con coraje, valiente, que cumplió con la legalidad, sin otra sujeción que su conciencia y su sentido del deber.

Un fiscal que, en los momentos más difíciles de nuestra democracia, supo mantener la serenidad, la firmeza y la autonomía, sin sucumbir a las presiones para aplicar la ley.

Un fiscal firme defensor de la Constitución y de la democracia y, por tanto, de la necesidad de mantener siempre vigente la separación de poderes.

Un magistrado que supo valorar el trabajo de los fiscales y su espíritu de entrega y de servicio público pese a la tradicional escasez de recursos, valores estos que puso de relieve en reiteradas ocasiones en las sesiones del Consejo Fiscal que presidía.

Un hombre recto, sabio y bueno.

Tengo ahora bien presente en el recuerdo una tarde no muy lejana en Granada cuando, hablando de las dificultades actuales, me comentó que cuando uno duda entre lo que hay que hacer o lo que conviene hacer siempre hay que optar por lo que hay que hacer, sin especulaciones de ningún tipo, porque además resulta ser lo más conveniente. También me confesó que él no aspiraba a nada más, había llegado a magistrado del Supremo y, sin esperarlo, a fiscal general del Estado y sentía ahora el orgullo de poder prestar un último servicio a su país, a España, en defensa de los valores constitucionales y ésa era su labor cuando, lamentablemente, la muerte le sobrevino.

Siempre en el recuerdo.