Política

España ya no es diferente

España ha sido el último país en sumarse a la deriva extremista que se extiende por Europa. Las diversas crisis, tanto económica como de inmigración, pulsaron un resorte ultra que parece no tener marcha atrás.

España ya no es diferente
España ya no es diferentelarazon

España ha sido el último país en sumarse a la deriva extremista que se extiende por Europa. Las diversas crisis, tanto económica como de inmigración, pulsaron un resorte ultra que parece no tener marcha atrás.

Hemos tardado más que el resto, algunos incluso exhibían nuestra excepcionalidad como un motivo de orgullo, pero las últimas elecciones generales en España nos confirman como un país totalmente homologable al resto de Europa. También en lo que al auge de la ultraderecha se refiere.

La innegable victoria de Vox al convertirse en la tercera fuerza en número de escaños en el Congreso de los Diputados tiene bastantes espejos en los que mirarse a nuestro alrededor. El más cercano, en Francia, lo representa la inasequible al desaliento familia Le Pen, cuya actual lideresa, Marine, logró disputar en 2017 la segunda vuelta de las presidenciales a Emmanuel Macron. Después de décadas de ostracismo, este clan político inaugurado por Jean Marie se hizo con ocho asientos en la Asamblea Nacional en las legislativas de este año.

Una escueta representación parlamentaria pese a que cuenta con un porcentaje de apoyo similar a Vox y que se debe a la idiosincrasia del sistema de representación galo. En realidad, la trayectoria del partido de Santiago Abascal se asemeja más a la de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que después de seis años de vida llegó a convertirse también en la tercera fuerza del Bundestag.

Nacida como reacción a la política de la canciller, Angela Merkel, en materia de inmigración, tiene asimismo un abierto rechazo a todo lo que venga de Bruselas. La diferencia fundamental respecto a Vox, al menos de momento, es que en Alemania el cordón sanitario impuesto a esta formación parece irrompible, algo que los de Abascal, con acuerdos de gobierno con PP y Cs a nivel regional, no han experimentado.

¿Significa la inclusión de España que la tendencia ultra es alcista? Sí y no. Las elecciones europeas de mayo no confirmaron los pronósticos más funestos sobre la victoria sin paliativos del populismo derechista, que no fue tal. Capitaneados por Salvini y Le Pen, no lograron convertirse en la tercera fuerza en el Parlamento Europeo, como era su intención. La realidad es que mientras en algunos países como Grecia, Dinamarca o Austria la llama radical languidece, en otros, como acaba de ocurrir en nuestro país, recobra nuevos bríos.