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La sucesión de Rajoy no tiene aún candidatos

Su candidatura no está en discusión, pese a que hay voces que valoran el desgaste de su imagen pública.. Un pacto PSOE-C’s le debilitaría, pero los populares lo consideran una opción «muy poco probable»

La sucesión de Rajoy no tiene aún candidatos
La sucesión de Rajoy no tiene aún candidatoslarazon

Su candidatura no está en discusión, pese a que hay voces que valoran el desgaste de su imagen pública. Un pacto PSOE-C’s le debilitaría, pero los populares lo consideran una opción «muy poco probable»

La continuidad de Alberto Núñez Feijóo en Galicia como candidato a las próximas elecciones autonómicas le aparta de momento, y en teoría, de la lista de presuntos «delfines» de Mariano Rajoy. Si gana esas difíciles elecciones ganará también peso interno. Pero son tantas las hipótesis que rodean a esa carrera sucesoria que un veterano dirigente popular lo describe muy gráficamente cuando se le pregunta por ella. «Cualquiera sabe cuándo se va a poner en marcha y quién la va a correr».

La gestión de los resultados electorales del 20 de diciembre ha debilitado a la mayoría de los partidos y les ha abierto grietas. Pero pese a todo y frente a todo, el PP está resistiendo bien, contra el pronóstico de bastantes, y en un escenario en el que las demás fuerzas han dirigido toda su estrategia a arrinconarles para justificar la negociación de un nuevo Gobierno en el que no participe la lista más votada. Bajo la presión de la amenaza de perder el poder, con la presión añadida del escándalo de corrupción que afecta al PP valenciano, y con el desgaste de la pérdida de poder acumulada en esta Legislatura... Pero, aun así, Rajoy mantiene prietas las filas del partido y ha logrado poner sordina a los intentos de alimentar el ruido interno. Su candidatura no está hoy en discusión, aunque de fondo sí haya voces que valoran el desgaste en su imagen. Y sobre el futuro, «se verá».

El debate sucesorio es tan embrionario, está todavía tan cogido por alfileres, que ni siquiera hay quinielas sólidas sobre quiénes podrían estar ahí si Rajoy «decide» dar un paso atrás. La situación puede darse la vuelta si se confirma que hay un Gobierno de Pedro Sánchez con Ciudadanos y apoyo de Podemos, pero en las filas populares ven esta opción como «muy poco probable». La confianza en unas nuevas elecciones, en las que mejoren posiciones, tiene la fuerza necesaria como para mantener silenciados movimientos serios, no de terceros niveles, para desestabilizar al actual aparato directivo.

Ante el escenario hipotético de que Rajoy se quede fuera de La Moncloa, en el PP miran a perfiles muy distintos, citan nombres, pero más por alimentar la idea de que hay banquillo que porque realmente vean claro que ese podría ser el camino. La debilidad territorial y el hecho de que Rajoy haya gestionado sus equipos sin destacar a nadie, ni rodearse tampoco de un perfil político que le pueda hacer sombra, le favorece en el caso de que si se dieran las circunstancias optara por intentar tutelar la transición a una nueva etapa.

Entre los referentes a los que miran en el partido cuando se les pregunta por la sucesión de Rajoy está el de Feijóo, y también el de la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría. Son nombres fijos, pero eso no los hace más probables. El calendario en teoría no favorece a Feijóo, aunque su perfil sea bien visto en muchos círculos del partido. La vicepresidenta tiene sus apoyos, también a nivel territorial, aunque no tenga una organización regional detrás. Pero si Feijóo tiene en contra el calendario; ella, sin embargo, tiene que remar contra la imagen de que su carrera política está estrechamente ligada a la del presidente Rajoy.

Por aumentar esta lista, en las filas populares hablan de otras posibilidades como la del ministro de Sanidad en funciones y líder del PP vasco, Alfonso Alonso. Como junior, han incluido el nombre de Pablo Casado. Y ya dentro de las especulaciones más aventuradas, hay quienes incluso hablan de la ministra de Trabajo en funciones, Fátima Báñez.

Pero no son apuestas que tengan detrás ningún movimiento sólido que pueda auparlas si estalla la renovación. Y los precedentes, por la cultura de partido que rige en el PP desde la etapa de José María Aznar, llevan a pensar que si estalla la crisis, aun bajo la tormenta es muy difícil que el aparato nacional, y Rajoy, no controlen hacia dónde debe mirar el barco para iniciar la nueva etapa. Es verdad que la pérdida del poder nacional dejaría al Partido Popular en una situación muy precaria, por los daños autonómicos y municipales que sufrió el pasado año.

Y este escenario excepcional, unido a debates pendientes sobre apertura del partido a la militancia y más democracia interna, por ejemplo, podrían llevar a un Congreso Nacional mucho más abierto de lo que hasta ahora ha sido conocido en la tradición popular. «Cualquiera sabe lo que podría pasar en un cónclave nacional fuera del poder, pero primero habría que contar con la voluntad de Rajoy», advierte un dirigente territorial de los que representan a la nueva generación a la que se mirará si se dan las circunstancias para que llegue el momento de abrir esa nueva etapa.