PSOE

Ferraz amenazó con sanciones a los disidentes en la Ejecutiva

«¿Quién desea dejar de ser diputado?», dijo un dirigente del PSOE para frenar a los críticos

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el alcalde de Vigo, Abel Caballero, en una imagen de archivo
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el alcalde de Vigo, Abel Caballero, en una imagen de archivolarazon

Este «marrón» se lo come solo y a ver qué pasa el 25 de septiembre. Es la frase que recorre estos días todas las federaciones del PSOE, oficialistas y críticas, ante el enrocamiento cada vez más duro de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy y su inevitable puerta a unas terceras elecciones. A pesar del bronco tono empleado con ese obsesivo «no» y «no», la última reunión de la Ejecutiva Permanente en el Congreso sembró alarmas en Ferraz. La integran 24 miembros y hubo muchas ausencias, algunas justificadas por el simple argumento vacacional. «Si Pedro se ha paseado por las montañas y playas de España tan tranquilo con la que está cayendo, que no cuente con nosotros a rebato», dicen algunos dirigentes opuestos al secretario general que, sin embargo, no se atreven todavía a dar un paso adelante en público.

Las maniobras en la sombra y los crecientes rumores sobre algunas sorpresas ocultas ante la investidura de Rajoy, han provocado una férrea reacción en la Dirección Federal. El secretario de Organización, César Luena, ha hecho llegar un mensaje amenazante a todas las federaciones: o con Pedro y el «no», o sanciones definitivas. «En el más puro estilo leninista», denuncian cuadros intermedios del partido, hartos de que sus líderes regionales no se atrevan a plantar cara. Según ha sabido este periódico, el malestar en estos sectores es enorme, máxime ante la llamada a un «cierre de filas total» ante el debate de investidura. Las mismas fuentes advierten que el escaño es personal e intransferible, y que cualquier disidente en el grupo parlamentario socialista lo mantendría en el Grupo Mixto del Congreso.

El silencio de los barones en público lo atribuyen al próximo Congreso Federal del partido, reiteradamente retrasado y que ya no puede dejar de convocarse antes de fin de año. Sánchez busca revalidar su secretaría general y sus posibles adversarios no quieren presentar batalla «con la abstención de Rajoy en sus cabezas». En especial la andaluza Susana Díaz, que este verano se ha visto muy discretamente con algunos barones veraneantes por la costa gaditana, entre ellos el aragonés Javier Lambán. Uno de los primeros en plantear «una reflexión» sobre la postura del PSOE, junto con el extremeño Guillermo Fernández Vara, el asturiano Javier Fernández y el castellano-manchego Emiliano García-Page. Pero atención, en otras importantes agrupaciones como Madrid y Valencia, surgen ya voces muy críticas contra Sánchez, aunque no secundadas en público por ningún «halcón» de primera fila.

Según estas fuentes, desde Ferraz se ha puesto en marcha toda una «operación venganza», es decir, fuertes represalias contra quien ose contradecir el obstinado «no» de la dirección federal. Añaden que, en la última reunión de la Ejecutiva, se deslizaron amenazas: ¿Quién desea dejar de ser diputado?, aseguran que dijo algún miembro de la dirección para cortar en seco cualquier disidencia. Con su mente puesta en unas terceras elecciones, algo que a Sánchez no le importa en absoluto «para mantener su silla», todos saben quién hace y deshace las listas electorales en un sistema cerrado como el nuestro. Pero la gente de la base, la militancia, comienza a estar harta. «Sánchez conduce al PSOE a un partido residual», lamentan con tristeza veteranos de la «vieja guardia» y muchos ex ministros socialistas con Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero en cabeza. «Sólo piensa en su sillón y nada en España», denuncian antiguos dirigentes sobre la cobardía de unos líderes regionales que tampoco se atreven a plantar cara.

Así las cosas, y ante una semana de vértigo, la impresión dominante en el PSOE es que las amenazas de Ferraz pueden surtir efecto y que nada se moverá hasta después del 25 de septiembre. Unas elecciones gallegas y vascas donde los socialistas, según todas las encuestas, se llevarán un varapalo histórico. En Galicia, el partido hace aguas por todas partes con un cisma regional enorme, mientras en Euskadi quedarían relegados a quinta fuerza, incluso por detrás del PP vasco. La caída del partido bajo la dirección de Sánchez sigue en picado y, en palabras de los críticos, «nadie se pregunta por qué». En todo caso, la tónica general es que el 25 de septiembre abre un periodo claro de inflexión. Los resultados gallegos y vascos exigirán pactos que vaticinan «juego en Madrid», según reconocen incluso los menos opuestos a Sánchez, aún instalados en una dura negativa a Rajoy. De lo contrario, como bien advierte alguien con sorna, «seguiremos sin gobierno hasta Tokio 2020».