Región de Murcia

Génova teme que la corrupción les quite votos si se repiten las elecciones

Ofrece salidas «dignas» a Barberá para rebajar la presión, mientras las bases piden a la dirección medidas más drásticas

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ayer durante la reunión con la dirección regional del PP de Murcia
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ayer durante la reunión con la dirección regional del PP de Murcialarazon

Ofrece salidas «dignas» a Barberá para rebajar la presión, mientras las bases piden a la dirección medidas más drásticas

La dirección nacional del PP ha ofrecido a la ex alcaldesa de Valencia Rita Barberá «salidas dignas» para rebajar la presión sobre el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y sobre ella misma por la situación en la que la corrupción ha colocado al PP de Valencia y por las sombras que afectan a su gestión en el ayuntamiento. La cúpula del PP mantiene abierto el diálogo con Barberá, pero todos los planteamientos que le han hecho se han encontrado con el mismo muro, su negativa a dar un paso atrás con el argumento de que es víctima de una operación política en la que la golpean a ella para debilitar a Rajoy. Barberá les insiste en que no ha cometido ninguna irregularidad. Pero, precisamente, el desgaste de Rajoy es lo que esgrimen desde Génova para pedirle que acepte alguna de las salidas que le proponen. Desde Madrid recuerdan, por ejemplo, que hay caminos como el de la baja voluntaria de militancia que le permitirían defenderse sin presión y sin perjudicar al partido; que le permitirían quedar bien y, al mismo tiempo, ayudarían al PP a gestionar una situación complicada. En Génova temen que puedan seguir saliendo «indicios» que hagan «que la cosa acabe terminando mal» para Barberá y que el desenlace, con la intervención del Tribunal Supremo, sea el mismo que ahora podrían gestionar con más margen, en lugar de llegar «tarde y mal».

La continuidad de Barberá en la Diputación Permanente del Senado ha sido fruto de una mala gestión, no de una decisión de Génova. Ella ya formaba parte de ese órgano como suplente, y la dirección en la Cámara Alta validó en la primera semana de febrero que siguiera en ese puesto, al parecer sin consultar a la nacional. El lunes pasado el Comité de Dirección adoptó justo la decisión contraria, la de dejarla sin ninguna responsabilidad en el grupo parlamentario, pero como desde el Senado no se había informado de su gestión inicial el resultado fue la voladura de la intención real de la cúpula popular, la de trasladar el mensaje de que la obligaban a dar un paso atrás. Desde Génova explican que la interpretación de que se la ha blindado para que siguiera aforada si hubiera elecciones anticipadas «no tiene ningún sentido» porque «estamos hablando de un plazo muy pequeño y en campaña la tradición es que no haya movimientos judiciales que puedan interferir en favor de un partido o en perjuicio de otro».

Mientras, a los dirigentes nacionales les están llegando desde las bases mensajes de preocupación y peticiones para que adopten medidas más drásticas, que le pidan, por ejemplo, a Barberá que renuncie al acta o que se acelere la renovación del PP de Madrid. A nivel territorial se percibe mas inquietud que en Génova por la situación que atraviesa el partido. Y trasciende también más el malestar por el coste de los escándalos que siguen dañando las siglas del PP. No obstante, esa demanda de actuaciones no tiene detrás ningún movimiento de revuelta interno. El ruido mediático, alimentado a veces por filtraciones de las propias filas populares, no se sustenta en que esté cuajando, de momento, en la sombra una alternativa al liderazgo de Rajoy. Esas posibles alternativas son, de hecho, pocas, y aunque alguno de sus entornos sí estén tomando posiciones discretamente, es muy difícil que haya un movimiento serio si Rajoy no decide personalmente dar un paso atrás.

Y hoy el presidente en funciones no se plantea modificar su hoja de ruta pese a la «coincidencia» de las actuaciones policiales y judiciales en Valencia y en Madrid, que han complicado aún más para la dirección del PP la administración del escenario postelectoral. Moncloa y Génova no dan por hecho el Gobierno del PSOE y Podemos. Creen que aunque Ferraz hará todo lo posible por conseguir el acuerdo con Pablo Iglesias, porque ésta es su única posibilidad de llegar a La Moncloa, el referéndum y la gestión del apoyo independentista pueden acabar frustrando los planes de Sánchez. Por tanto, se niegan a descartar todavía la posibilidad de unas nuevas elecciones.

El problema es que el escenario electoral que hasta ahora estaban preparando, y la estrategia con la que trabajaban, también se ve afectados por el desgaste de un clima político en el que se enfrentan al riesgo de que el ruido de la corrupción ponga sordina al mensaje en el que Rajoy se presenta como el garante de la moderación y la estabilidad para incentivar el voto útil en favor de su partido ante una nueva cita en las urnas. Las elecciones que eran vistas hasta hace unas semanas como la mejor salida para el bloqueo actual, porque el PP confiaba en sus posibilidades de mejorar posiciones, empiezan a plantear también dudas en las filas populares por miedo a que se frustren sus esperanzas en recuperar una cantidad significativa de votos que en diciembre fueron a Ciudadanos.