Restringido

«Gibraltabaco»: 1.000 euros por cada viaje

La Policía gibraltareña controla la pesca en sus aguas, pero permite el paso continuo de lanchas de contrabando

Los contrabandistas esperan a que anochezca para traer el tabaco de Gibraltar
Los contrabandistas esperan a que anochezca para traer el tabaco de Gibraltarlarazon

Gibraltar- «Pase. Pase. Deténgase. ¿Lleva tabaco?». Comienza el registro. Y así durante 24 horas. La aduana de Gibraltar tiene más tráfico que la M-30 en hora punta. Cada día, la Guardia Civil incauta en la verja alrededor de 2.000 cajetillas de tabaco. Un hecho que ya fue denunciado esta semana por la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF), ya que la colonia es un nido de contrabando. Los «matuteros» son los encargados de pasar el tabaco. Este dudoso oficio les reporta alrededor de cinco euros por cartón que colocan en el mercado negro. Una cantidad fijada y a la que todos atienden para evitar una competencia desleal. Los hay quienes van en moto o bicicleta, los que lo hacen caminando o los más sofisticados, quienes desmontan sus vehículos para llenarlos de tabaco. Pero no sólo a través de la verja entra tabaco ilegal en nuestro país. Los «matuteros» cargan sus lanchas de tabaco. En concreto, cuatro cajas por embarcación –contienen 50 cartones cada una–, que venden a 250 euros por unidad. Resultado: 1.000 euros por cada viaje, ante la permisividad de las autoridades gibraltareñas, que sólo controlan la pesca en sus aguas. LA RAZÓN fue testigo de ocho de estos viajes en tan sólo dos horas durante una noche de esta semana. En ese tiempo, los contrabandistas ganaron 8.000 euros.

El perfil de los «trabajadores» de la aduana es el de una mujer española de entre 30 y 60 años. «Yo sólo saco para mí», dice una joven que va en bicicleta. Pero la realidad es que a escasos metros de la valla está situada la «madame», que, con hoja de registro en mano, se encarga de apuntar lo que le debe cada chica. Ella es quien les presta el dinero para que compren el tabaco en suelo británico y lo saquen. Una vez realizado el proceso, todas se llevan el porcentaje acordado. Eso sí, «cada una puede pasar alrededor de 15 veces en un día», explica la Guardia Civil. Ellos ya han actuado contra estas bandas, pero acabar con ellas es casi misión imposible en La Línea de la Concepción, un pueblo donde más de la mitad de la población vive gracias al contrabando.

«Picardo se ríe de nosotros»

Estos años, la labor de los «matuteros» se ha facilitado. Ya no tienen que entrar al centro de Gibraltar para comprar el tabaco, ya que a tres minutos caminando de la frontera hay un estanco. El Gobierno de Fabian Picardo ha endurecido la legislación a este respecto, pero aunque es más restrictiva sobre el papel, la realidad es que la inacción de la Policía gibraltareña es total. Y es que un tercio del presupuesto anual de Gibraltar procede del tabaco. Un negocio con el que Picardo no quiere acabar, aunque las escandalosas cifras demuestran que el tráfico de tabaco es una constante. En concreto, en 2012 entraron en Gibraltar 110.000 millones de cajetillas, lo que significaría que si se importa para el consumo interno, sus 30.000 habitantes deberían fumarse casi un cartón diario.

Según la ley, no se puede pasear por Gibraltar con más de tres cartones, porque es motivo de multa. Sin embargo, es raro la persona que sólo lleva un cartón. Además, sólo se puede vender uno por persona en cada estanco, pero los «matuteros» entran y salen del mismo establecimiento tres o cuatro veces y, de esta manera, cumplen, ya que lo compran de uno en uno. Su labor es de absoluta compenetración: uno espera fuera, el otro entra, compra el cartón y sale para dárselo a su compañero. Y así varias veces. Además, se lo esconden incluso dentro del local, pese a los carteles que lo prohíben. Pero eso tampoco importa a los dependientes. Los moteros, por su parte, utilizan el aparcamiento trasero del supermercado para esconder las cajetillas en el vehículo o por su cuerpo. Otros trabajan con la vista puesta en todo momento en la aduana, son los denominados «puntos» –personas de soporte–-, que avisan del momento en el que hay menos guardias para pasar. La cola para entrar al estanco se mantiene desde que abre hasta que cierra. En la puerta aparcan las bicicletas, que son el medio de transporte más utilizado por las «matuteras». Así, Gibraltar ve más bicicletas cada día que El Retiro con el nuevo servicio de alquiler. Sin embargo, la Policía del Peñón mira hacia otro lado.

La situación de los estanqueros en La Línea de la Concepción es crítica. De 12 estancos que había a finales de los años 90 ya sólo quedan tres. De hecho, en tan sólo cuatro años se han cerrado seis establecimientos. Y es que es muy difícil competir con Gibraltar, donde cada cartón cuesta 20 euros menos que en España. Sin embargo, ellos advierten de que no es el mismo tabaco. Así, los estanqueros denuncian que los propios contrabandistas le sacan a una cajetilla cuatro veces más que ellos, lo que «nos impide sobrevivir en esta selva de contrabando», comentó José Bermúdez, presidente de la Asociación de Estanqueros de Cádiz. Él considera que todo es un tema político, y que «el Gobierno gibraltareño se ríe en nuestra cara». En el primer semestre de este año se vendieron un millón de cajetillas menos que en el mismo periodo del año anterior, por lo que «es fundamental perseguir a estas mafias», indica Bermúdez. Y es que «por cada diez cartones se pierden 420 euros de impuestos que podrían destinarse, por ejemplo, a un subsidio por desempleo», señaló.

La agudeza de los agentes para detectar tabaco es total. «Éste lleva, te lo digo yo», nos dice uno de ellos. Destornillador en mano, empieza el registro. Cinco minutos después, y con la defensa desmontada, habemus tabaco. Y es que aciertan en casi todas las intervenciones, lo que ha provocado que el pasado año se incautara un 50% más de tabaco que el año anterior. Pese al aumento en las incautaciones, en 2013 se defraudaron 373 millones de euros a causa del contrabando sólo en esta zona. Desde un falso techo a ruedas rellenas de cajetillas, los «matuteros» que intentan pasar la frontera en coche utilizan toda la tecnología necesaria para pasar la valla con su particular botín. Las mujeres, a las que se les reconoce por el tradicional moño «matutero», llegan a esconderse 13 cartones, que llevan pegados al cuerpo. Los que van en moto se lo esconden en el casco e incluso en las zapatillas. Todo vale para conseguir pasar la verja sin ser descubierto. Ellos no tienen miedo a la Guardia Civil ni a la sanción administrativa que se les interpone. «Son insolventes y no la van a pagar», comentan los agentes. De hecho, hasta sacan pecho. «Yo ya tengo más de 100», afirma una «matutera» con orgullo. Su caso no es una anécdota, ya que esto es lo normal en su gremio.

Los contrabandistas se saben la legislación al dedillo. La sanción mínima a la que se atienen es de 1.000 euros. El doble si dificultan su localización y el triple si son reincidentes además, se les requisa el vehículo, que nunca está a su nombre, para que luego el dueño pueda irlo a buscar y no tener que pagar la multa por contrabando. Saben que sólo si llevan 15.000 euros o más en tabaco se considera delito. «A veces nos encontramos a algunos que llevan 14.995 euros en tabaco, así que no son detenidos», explican en la aduana. Según la legislación vigente, los residentes en La Línea de la Concepción, Los Barrios, San Roque, Algeciras y Castellanos de la Frontera sólo pueden sacar cuatro cajetillas al mes, debido a que se encuentran a menos de 15 kilómetros de la valla. El resto, un cartón. Además, el tabaco de contrabando no sólo se queda en Cádiz, sino que se distribuye por toda Andalucía, sobre todo llega a Málaga y Sevilla. Así, el 60% del tabaco ilegal en nuestro país procede del Peñón. No sólo en la aduana o por mar se incauta tabaco, también por tierra, ya que se hacen controles a la salida de La Línea de la Concepción. «Como mínimo, decomisamos una caja de tabaco diaria», indica un agente.

La Guardia Civil ya tiene clasificados a los infractores. «Están los tradicionales "matuteros"y los "llanitos", que van bien vestidos y te saludan, pero también pasan tabaco», detallan. Algunos de los contrabandistas se ponen agresivos al ser descubiertos y amenazan o incluso golpean a los agentes. Hace un año, un vehículo cargado de tabaco atropelló a uno de ellos y a día de hoy todavía continúa dedicándose al tráfico de tabaco, porque en La Línea de la Concepción llevan el silencio grabado a fuego. Pese a las adversidades, los agentes continúan con su trabajo, más por vocación que por otro motivo, ya que no es fácil enfrentarse cada día a los «matuteros».

Tráfico intenso

Una lancha trae 200 cartones en 25 minutos

Rápido y cerca de la orilla. Así viajan cada noche las lanchas procedentes de La Atunara con destino a Gibraltar en busca de tabaco. Cada embarcación tarda alrededor de 25 minutos desde que sale del barrio hasta que regresa para descargar la mercancía. Son capaces de cargar cuatro cajas de tabaco, cada una contiene 50 cartones, lo que hace un total de 200. Van dos personas por lancha y salen dos embarcaciones a la vez, ya que si la patrullera de la Guardia Civil intercepta una, la otra se asegura el botín, aunque a ellos los agentes no les generan ningún respeto, ya que esta actividad no esta considerada delito y la Guardia Civil lo único que puede hacer es decomisarles el tabaco e interponerles una sanción administrativa, que nunca van a pagar ya que se declaran insolventes.

La Atunara, el barrio sin ley

Desde la abuela de 70 años hasta el nieto de 14. Todos en el barrio de La Atunara, en la Línea de la Concepción, viven del contrabando de tabaco. Son «matuteros» de nacimiento. Las señoras mayores, móvil en mano, avisan de la llegada de patrullas, mientras que los más pequeños descargan las lanchas que llegan cada noche desde Gibraltar. Los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional sufren todo tipo de impedimentos para acceder al barrio sin ley.