Elecciones generales

González reunirá a la vieja guardia para frenar a Sánchez

Se siente «desengañado» con el líder del PSOE y otros ex dirigentes de peso se suman al veto a los independentistas y a Podemos.

Felipe González y Pedro Sánchez
Felipe González y Pedro Sánchezlarazon

El ex presidente se siente «desengañado» con el líder del PSOE y otros ex dirigentes de peso se suman al veto a los independentistas y a Podemos. Con artículos de Abel Hernández, Martín Prieto, José María Marco, Pilar Ferrer y Alfonso Merlos.

La «preocupación» y el «estupor» por la decisión del PSOE de ceder cuatro diputados a las marcas independentistas de ERC y Democracia y Libertad en el Senado no se mitigan con el paso de los días y su efecto devastador no sólo se ha sentido en los territorios sino que afecta también a los cimientos mismos del partido. A ello se suma, ahora, la «humillante» propuesta de Podemos para formar a un gobierno de coalición con los socialistas. La vieja guardia, integrada por ex dirigentes de peso socialistas, asiste incrédula a la deriva de Pedro Sánchez hacia una política de pactos que consiga llevarle a La Moncloa pero que podría acabar también con las ya de por sí denostadas siglas del PSOE. «El suicidio es libre y no está penado», comentaba a LA RAZÓN el entorno del ex presidente Felipe González. Por ello, según fuentes consultadas por este diario, quienes mueven los hilos en la sombra han decidido pasar a la acción y organizan un encuentro para la próxima semana, en vísperas del Comité Federal del 30 de enero, para unificar criterios y presionar a la dirección socialista sobre la línea que debe seguir en materia de pactos, ante la futura investidura de Pedro Sánchez. La dirección del PSOE no descarta, sin embargo, aplazar el cónclave previsto para el próximo sábado a causa del giro que han dado los acontecimientos tras la renuncia de Rajoy.

Dirigentes como el ex presidente de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra o el castellanomanchego José Bono no consideran compatible su voto y su militancia en el PSOE con las cesiones y gestos de complicidad que se están produciendo entre su partido y los independentistas. Tampoco el ex presidente del Gobierno Felipe González está dispuesto a admitir que Sánchez gobierne a «cualquier precio» y critica duramente en privado que el líder socialista se pueda servir de los apoyos, ya sean implícitos o explícitos, de las formaciones rupturistas para llegar a La Moncloa.

González ha ejercido en los últimos tiempos de consejero del secretario general e incluso asumió el papel de mediador en la lucha cainita entre Díaz y Sánchez, dando un voto de confianza a este último –para quien pidió apoyo por «cultura de partido» –frente a la que es su ojito derecho dentro del PSOE, la presidenta andaluza.

No obstante, fuentes de su entorno señalan que el ex jefe del Ejecutivo se siente ahora «desengañado» con la actitud del líder socialista y no da crédito a los derroteros que ha alcanzado su estrategia para asumir el poder. González nunca ha sido partidario de una alianza con Podemos y en los últimos días ha intensificado sus esfuerzos para evitar que ese pacto llegue a materializarse, pues considera que sería una trampa para el PSOE, que acabaría fagocitado por una formación que, lejos de convertirse en aliado de gobierno, sólo aspira a sustituirles como partido hegemónico de la izquierda. Durante la campaña electoral, el ex presidente ya dejó ver su animadversión hacia el partido de Pablo Iglesias, a quienes acusó de «arruinar el país más rico de Latinoamérica» con sus asesorías al Gobierno de Chávez y Maduro. «Nadie puede generar una dependencia económica de un Gobierno extranjero y pretender representar a los españoles», advirtió en un mitin en Madrid.

El enfrentamiento adquirió tintes personales, después de que la formación morada le utilizara como ejemplo de «puerta giratoria» por su etapa en Gas Natural, y su empeño por evitar el pacto de gobierno no cesa, tanto es así que ya habría intentado persuadir sin éxito a Sánchez en varias ocasiones para que no pactara con Podemos. Esta persuasión, que se ha circunscrito hasta ahora al ámbito privado, adquirirá carácter público, según fuentes consultadas, ante el nuevo contexto abierto a partir de la renuncia de Mariano Rajoy a presentarse a la investidura y el «humillante» órdago lanzado por Pablo Iglesias. Los históricos del partido son cada vez más partidarios de permitir que gobierne el PP en minoría o acudir de nuevo a las urnas, antes de tener que transigir con postulados contrarios a los principios del partido. La presión que la vieja guardia quiere ejercer sobre la dirección del PSOE ante los pactos de investidura se suma y, en parte, viene instigada por la que tienen previsto realizar los propios barones en la reunión del Comité Federal prevista inicialmente para el próxima sábado.

La entente que se fraguó a finales de diciembre contra las prácticas del secretario general, formada por Asturias, Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón y Comunidad Valenciana, volverá a la carga en esta cita para mostrar su malestar por el acercamiento de Sánchez hacia los independentistas, ante el acuciante peligro de someter al partido a la irrelevancia y dilapidar su identidad de fuerza nacional y con sentido de Estado. La bandera de su lucha ha cambiado y ya no centran sus esfuerzos en cuestionar a Sánchez como líder sino su estrategia de cara al PSOE. A esta cita, el secretario general debe llevar su hoja de ruta para la investidura, un planteamiento que amilane y no soliviante más a las fieras socialistas y dirigido, a su vez, a entablar un Gobierno de estabilidad y sin extremismos. En ese Comité Federal también deberá dirimirse la fecha del próximo congreso ordinario del partido, el encargado de renovar o no la dirección del PSOE. Su fecha, sobre la que tanto se ha debatido, quedaría reducida a una mera anécdota del calendario socialista si Sánchez llega a La Moncloa, pues el líder socialista es consciente de que desde esa posición de poder nadie podrá moverle la silla al frente de Ferraz.

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