Cataluña

Iglesias busca desde enero la abstención de los independentistas para el PSOE

El líder de Podemos y su socio de En Comú, Xavier Domènech, han contactado con los independentistas para desbloquear la investidura.

Pablo Echenique comparece ayer tras ser ratificado por Podemos el fin de semana
Pablo Echenique comparece ayer tras ser ratificado por Podemos el fin de semanalarazon

El líder de Podemos y su socio de En Comú, Xavier Domènech, han contactado con los independentistas para desbloquear la investidura.

Los impedimentos políticos y matemáticos para formar un Gobierno presidido por Pedro Sánchez nos colocan a pocas semanas de la repetición de las elecciones. Aun así, una convicción recorre los cenáculos: el miedo del secretario general del PSOE a dejar pasar su oportunidad. Sánchez ha tenido siempre la tentación de llegar a La Moncloa de la mano de Podemos, sus confluencias, IU, Compromís, PNV y la abstención de ERC y de DiL. Que mirase hacia Portugal como referente desmiente que Sánchez fuese en algún momento de farol.

La suma de todos contra el centro derecha es comparable en el vecino luso al «todos contra el PP» de aquí. Y a tal fin ha habido diálogo subterráneo, sí: numerosas conversaciones no comunicadas. Desde luego, mucho más de lo transmitido en las conferencias de prensa. Pedro Sánchez nunca se ha resignado y tampoco lo ha hecho Pablo Iglesias. Obstáculos entre ambos líderes los hay, por supuesto. También desconfianzas mutuas. Claro. Pero ya en el ahora lejano enero el mandamás de Podemos empezó a trabajar para el secretario general del PSOE tomando contacto con las fuerzas nacionalistas e independentistas para, llegado el caso, negociar su abstención.

Mientras Sánchez descartaba en público que fuese a pedir a Democracia i Libertad y a Esquerra que le facilitasen alcanzar el poder, Iglesias desempolvaba su agenda personal. Y con la ayuda del portavoz de En Comú Podem, Xavier Domènech, rompía el hielo para desplegar reuniones con los portavoces en el Congreso de DiL, Francesc Homs, y de ERC, Joan Tardá; y, por añadidura, dejaba en manos de su marca en Cataluña acercamientos al primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ahora oficializados. Sobre la mesa, «venderles» la idea de un Gobierno de coalición y los pasos a seguir para sortear momentáneamente el derecho a decidir. Era sólo una posibilidad, barajada con vistas a una negociación con desenlace «a la catalana».

Coincidiendo casi en el tiempo con esos movimientos de Iglesias, Pedro Sánchez también dio algún paso en el mismo sentido, cediendo a los separatistas de Esquerra y de DiL dos senadores a cada uno para que pudiesen tener grupo propio en el Senado. Aquel gesto de complicidad fue justificado por Ferraz como «de cortesía», pero los propios barones del PSOE lo interpretaron como un guiño, forzado por la presión de la aritmética parlamentaria, hacia aquellos que «trabajan para irse de España». El malestar fue muy palpable y hasta particularmente visible entre los socialistas de Andalucía, Extremadura, Aragón o Asturias. El órdago rupturista en Cataluña no dejaba sitio a complicidades de ese tipo y así se forzó a que lo asumiera Sánchez.

Una vez rota la tregua interna, Pedro Sánchez buscó apagar el fuego con Albert Rivera. Y lo logró. Aunque el acuerdo entre ambos era insuficiente, al menos el abrazo al pacto con Ciudadanos le permitió al secretario general del PSOE acallar a sus críticos en el partido y enfundarse el traje de la centralidad.

Mientras, las negociaciones que reunirán por primera vez en la misma mesa a Ciudadanos y Podemos aún no tienen fecha de inicio. Todo parece indicar que será el jueves o el viernes el día en el que se produzcan. La causa del retraso –especialmente llamativo cuando se piensa en que ya hace una semana que Iglesias y Sánchez se pusieron de acuerdo para dar el pistoletazo de salida y que han pasado más de tres meses de las elecciones– es que el martes y el miércoles hay pleno en el Congreso y los miembros de los equipos negociadores tienen otras tareas. Eso no ha impedido que diversos portavoces del partido opinen sobre las negociaciones y el futuro próximo del partido en general. Pablo Echenique dijo en declaraciones a «La Sexta» que su partido está preparado para nuevas elecciones porque lo que Podemos quiere es «un gobierno de cambio real» y no una componenda con Ciudadanos que supondría a la larga una «gran coalición en diferido». «Lo último que tiene Podemos es miedo a ir a las elecciones», aseguró. También habló ayer Íñigo Errejón, en clave interna, y se mostró partidario «construir un Podemos más amable, más seductor hacia fuera y más integrador hacia dentro», en una entrevista concedida a TVE. Los problemas internos que ha tenido el partido hasta estos momentos se deben al rápido ritmo de crecimiento del partido pero ahora es necesario poner en marcha «mecanismos más sosegados de integración y coordinación». Errejón afirmó además que Echenique «tiene capacidad para hacerlo bien» y que es «un candidato de consenso».