Pactos electorales

Iglesias prefiere una legislatura corta a someterse de nuevo a las urnas

Los de Podemos están dispuestos a negociar «desde ya» con el PSOE para evitar ir a un proceso electoral con sus fricciones internas

Pablo Iglesias, esta semana en el Congreso
Pablo Iglesias, esta semana en el Congresolarazon

Los de Podemos están dispuestos a negociar «desde ya» con el PSOE para evitar ir a un proceso electoral con sus fricciones internas

Podemos está dispuesto a sentarse a negociar con el PSOE «desde ya», según aseguraron a este diario fuentes del partido de Iglesias, que, pese a atacar con contundencia la posición de Pedro Sánchez, sigue considerando un escenario más favorable a sus intereses una corta legislatura de Sánchez que volver a someterse de nuevo al veredicto de las urna, que pretendería evitar a toda costa debido a la débil cohesión interna del partido con sus confluencias y a su precaria situación financiera. Fuentes de la formación morada aseguraron asimismo que el partido, si finalmente se va a elecciones, como parece más probable, cuenta con tener el viento de cola al menos en un punto: sobre Iglesias no gravitará el fantasma de haber sido culpable de la convocatoria de unas terceras elecciones, ese estigma tendrá que llevarlo Pedro Sánchez y es difícil augurar hasta que punto pesará electoralmente. «Si Sánchez quiere terceras elecciones, deberá decírselo a los ciudadanos y, si no, deberían intentar buscar una alternativa de gobierno diferente. El PSOE y nosotros debemos dialogar, sé que es difícil, pero debemos intentarlo», resumía hace poco el propio Iglesias preguntado por el escenario inmediatamente posterior al fracaso de la investidura de Rajoy.

Lejos queda enero, cuando Iglesias demandó la mitad de los ministerios y la vicepresidencia para el mismo para apoyar a Sánchez. De constiturse finalmente las mesas de negociación para articular un «gobierno de cambio», Podemos sólo establecerá dos condiciones previas. La primera es que en el nuevo ejecutivo entren ministros del partido de Iglesias, previsiblemente algunos de fichajes estrellas independientres enrolados por Podemos en las dos anteriores campañas electorales. El líder morado tiene claro que su electorado no aceptaría entregarle un cheque en blanco a Sánchez para que presida el Gobierno con tan sólo 85 escaños. La segunda de las condiciones es que Ciudadanos no participe en el nuevo Ejecutivo. El veto a los de Rivera permanece con la misma solidez de siempre. Ni que decir tiene que estas mismas dos condiciones fueron las que hicieron imposible que Sánchez llegara a la presidencia en la primera de las dos legislaturas fallidas.

Pese a todo, la presión que Podemos tiene para posibilitar un gobierno de transición con Sánchez al frente es importante. En primer lugar por la desestabilización interna del partido, principalmente con sus confluencias territoriales. En Marea, significativamente, logró doblar el brazo a Podemos durante las negociaciones sobre la fórmula electoral que se utilizaría en las autonímicas de septiembre. Iglesias tuvo que aceptar confluir con un estatus inferior al que Izquierda Unida tiene dentro de la marca electoral Unidos Podemos.

Por otra parte, durante el debate de investidura pudieron comprobarse las carencias del liderazgo de Iglesias en el «grupo confederal» de Unidos Podemos, cuando la necesidad de que todos los portavoces de las confluencias compartieran tiempo de tribuna restó relevancia al mensaje del líder morado. A esta circunstancia se une la precaria situación de las arcas del partido, que tendrá que volver a pedir elevadas sumas a su militancia en concepto de microcréditos cuando aún no ha devueto lo que le prestaron para financiar la campaña de diciembre de 2015.