España

Las mafias apuntan ahora a la frontera con Ceuta

La presión migratoria cambia en función de los intereses de los traficantes de seres humanos. Sólo esta semana ha habido cuatro intentos de entrada masiva a través de la ciudad autónoma.

Varios de los inmigrantes que han logrado entrar en España a través de la frontera con Ceuta esta última semana
Varios de los inmigrantes que han logrado entrar en España a través de la frontera con Ceuta esta última semanalarazon

La presión migratoria cambia en función de los intereses de los traficantes de seres humanos. Sólo esta semana ha habido cuatro intentos de entrada masiva a través de la ciudad autónoma Quienes trafican con seres humanos.

La presión migratoria vuelve a intensificarse en la frontera de Ceuta y en apenas una semanas se han registrado cuatro asaltos, en los que casi 300 subsaharianos lograron entrar en España. El último intento se produjo ayer. A ellos hay que sumar, además, las decenas de pateras que llegan a las playas de nuestro país aprovechando el buen tiempo. Y es que, miles de inmigrantes aguardan para entrar en España, la mayoría en las inmediaciones de las fronteras de las ciudades autónomas a pesar de las numerosas redadas que, en la zona de los asentamientos, llevan a cabo los agentes marroquíes.

Como siempre, buscan el factor sorpresa, como cuando cerca de 300 intentaron entrar a la carrera por el paso fronterizo de El Tarajal. Por ello, las mafias que comercian con seres humanos para hacerles entrar de forma ilegal en España a través de Ceuta y Melilla, han establecido una estrategia que consiste, en función del número de personas «acumuladas» y otras circunstancias, elevar la presión sobre una ciudad u otra, según sus conveniencias.

Según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, en los alrededores de Ceuta, en territorio marroquí, se han detectado varios campamentos de subsaharianos con, al menos, 1.500 personas que se preparan para provocar avalanchas o dar «saltos» como los ocurridos en los días pasados. Un grupo de una cifra similar, o incluso superior, estaría en los alrededores de Melilla.

En el caso de lo ocurrido en Ceuta la semana pasada, la mayoría de los asaltantes procedían de Guinea Conakry, pero se sabe que son muchos los que se dirigen a los montes y zonas fronterizas de ambas ciudades autónomas a la espera de una oportunidad para saltar.

La cifra puede ser de varios miles en pocas semanas, con lo que ello conlleva de problemas de seguridad para los agentes encargados de proteger la fronteras, los habitantes y los propios asaltantes.

Pero, además, la huida de combatientes del Estado Islámico de Siria, entre ellos los que procedían de Marruecos y otros países del Sahel, es un asunto que preocupa también a los responsables de la seguridad. Se trata de terroristas entrenados en el uso de todo tipo de armas y explosivos y podrían aprovechar saltos y avalanchas para entrar en Europa a través de las ciudades de Ceuta y Melilla.

Estos individuos están en posesión de documentaciones falsificadas de última generación con las que, llegado el momento, podrían acceder a la península y, por ende, al resto de Europa.

La relación que el terrorismo islamista pueda tener con las mafias de tráfico de seres humanos que actúan en Ceuta y Melilla no está probada, aunque sí se ha demostrado en los casos de Italia y Grecia. Algunos de los que lograron atravesar las fronteras participaron en atentados tan sanguinarios como los de París o Bruselas.

Con todo, hay un hecho que preocupa cada vez más a las autoridades y es el de la extrema violencia con la que, en la mayoría de los casos, actúan los asaltantes y que «no es improvisada». Utilizan palos que, como bates de béisbol, han sido fabricados ex profeso; garfios; cizallas; armas blancas, etcétera. La pregunta, en este caso, es obligada: ¿por qué las mafias «entrenan» a los inmigrantes y les aleccionan para que, ante la presencia de las Fuerzas de Seguridad del Estado, actúen con la mayor violencia posible?

La realidad es compleja porque si de lo que se trata es de ganar dinero con el tráfico de seres humanos, lo único que pueden lograr con actitudes como éstas es un reforzamiento de las medidas de seguridad (lo que iría en contra de sus intereses) que, todo sea dicho, nunca termina de producirse. Por ello, algunos expertos sospechan que la larga mano del yihadismo, en este caso la de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), aunque no se puede descartar al Estado Islámico (EI), pueden estar, aunque sea de forma embrionaria, detrás del aumento de la violencia, uno de los genes de la propia existencia de las bandas islamistas.

El coordinar ataques en una u otra ciudad responde a estrategias que parecen superar las que puedan diseñar los traficantes de seres humanos, tan delincuentes como los terroristas, pero con un perfil muy distinto.

Prueba de esta violencia es el caso del agente de la Policía Nacional que resultó herido con una fractura abierta de tibia y peroné cuando intentaba frenar la entrada masiva de inmigrantes por el paso fronterizo de El Tarajal en Ceuta el pasado 7 de agosto. Tuvo que ser operado y va a permanecer un mínimo de tres meses de baja.

El agente fue ingresado en el Hospital Universitario de Ceuta y la operación consistió en la reducción y colocación de la fractura abierta producida en la tibia y peroné de la pierna derecha y en la colocación de unos clavos que mantendrán en la posición correcta los huesos fracturados.

El delegado del Gobierno en Ceuta, Nicolás Fernández Cucurull, achacó las heridas sufridas por este agente a la «actitud violenta» de los inmigrantes que arrollaron a los policías en el paso fronterizo.

El herido se suma a la lista de más de una veintena de integrantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que han resultado lesionados en los asaltos masivos a la frontera de Ceuta que se han producido en el transcurso de este año. En el caso de Melilla ha ocurrido lo mismo, ya que los asaltantes actúan con similar grado de violencia.

El último intento de asalto a la valla se produjo la madrugada del jueves en Ceuta, cuando un grupo de unos 250 inmigrantes intentó acceder a España saltando la frontera por la zona de la finca Berrocal, una de las zonas más fáciles para ellos, pues es de mejor acceso que el resto del perímetro y se encuentra fuera del alcance de las cámaras térmicas y de seguridad.

Sin embargo, el fuerte dispositivo policial a ambos lados de la frontera, fruto de este aumento de la presión migratoria, impidió que los asaltantes lograran su objetivo y, finalmente, fueron dispersados, pese a que algunos de ellos consiguieron encaramarse a la verja.