Carles Puigdemont

«O Puigdemont, o elecciones»

JxCAT avisa a ERC de que no permitirá a Junqueras ser presidente. Los republicanos rechazan que se gobierne desde Bruselas. El enfrentamiento en el bloque independentista puede acabar en desgobierno

El ex presidente emitió su mensaje de Fin de Año a través de su cuenta de Twitter
El ex presidente emitió su mensaje de Fin de Año a través de su cuenta de Twitterlarazon

JxCAT avisa a ERC de que no permitirá a Junqueras ser presidente. Los republicanos rechazan que se gobierne desde Bruselas. El enfrentamiento en el bloque independentista puede acabar en desgobierno.

Faltan tres semanas para constituir el Parlament y menos de dos meses para que salga elegido un nuevo presidente de la Generalitat y todo está en el aire. No hay nada decidido y las espadas se blanden despiadadamente y con pocas ganas de alcanzar el consenso. Los constitucionalistas se han puesto en modo avión. Están a la espera de los movimientos de los independentistas. Ciudadanos hace caso omiso a las presiones de PP y PSC para que tome la iniciativa para formar gobierno. Los naranjas, de momento, se han plantado y sólo plantean la exigencia de presidir el Parlament por ser la fuerza más votada.

Su exigencia ha caído en saco roto. Los independentistas saben que la primera pieza a cobrarse es el control de la Mesa del Parlament. Junts per Catalunya propone a Carme Forcadell, que no se ha mostrado dispuesta a escuchar los cantos de sirena de la tropa de Puigdemont. Los republicanos tampoco han secundado a JxCat y prefieren a Carles Mundó, ex conseller de Justicia, como presidente, aunque estudian otros movimientos como el avanzado por LA RAZÓN, que situarían a Xavier Domènech, el líder de los Comunes, en la presidencia de la Cámara. Con el reparto proporcional de puestos en la Mesa a tenor de los resultados electorales, los Comunes no obtendrían representación, por lo que mueven sus piezas. ERC no se cierra a la propuesta porque «es necesario ampliar la base social y gobernar el país», y Junts per Catalunya, aunque reniega formalmente, de puertas adentro no se cierra a las aspiraciones de los representantes de Colau en el Parlament.

Ciudadanos plantea que la presidencia del Parlament no implica nada sobre la elección del futuro presidente. Los independentistas apuntan también en esta dirección, pero todos saben que este escenario es falso. La elección de la Mesa y la elección del president o presidenta, están íntimamente ligados. ERC lo plantea sin ambages. «Si Puigdemont quiere ser president debe volver», y si no lo hace, «Junqueras es el plan B», como ha dicho Gabriel Rufián.

Los republicanos centran todas sus esperanzas en la comparecencia de su líder el próximo día 4 ante la Sala de lo Penal del Supremo, aunque todo apunta a que sus posibilidades se concentren el día 20 en su declaración ante el juez Pablo Llarena. Los republicanos, de esta forma, hacen valer sus resultados del pasado 21-D, «porque la diferencia de dos diputados y 10.000 votos no hacen automática la investidura de Puigdemont, y menos si está en Bruselas».

Junts per Catalunya ha contestado con firmeza a los republicanos: «O Puigdemont, o elecciones», con la premisa de que una repetición electoral puede ser la tumba de ERC y la reafirmación de la hegemonía de Junts per Catalunya, porque «los electores independentistas darían la puntilla a las ansias de ERC de enredar y de hacer fracasar el procés».

«Las elecciones les castigaron por romper la unidad. Romperla otra vez podría tener consecuencias desastrosas para ERC», remachan. Y es lo que ayer dijo la jefa de campaña y diputada electa de Junts per Catalunya, Elsa Artadi, quien quiso dejar claro que la propuesta de su partido pasa por que Puigdemont sea el presidente y Junqueras el vicepresidente: «Pensar en cualquier otra opción es entrar en el marco mental del 155, en el que Rajoy puede cambiar al presidente», dijo tajante en una entrevista en RAC1.

«Presidente de la Generalitat ya tenemos, el resultado de las elecciones es muy claro. Refleja una cosa que vimos durante toda la campaña: que Puigdemont tenía más apoyo del electorado para seguir siendo presidente. Me parecería deshonesto cambiar nuestro discurso una semana después de las elecciones», apuntó. Y reiteró que Junqueras será el vicepresidente: «No tenemos ninguna voluntad de proponer a nadie que no sea Junqueras», sentenció.

Sin embargo, tras esta posición de fuerza que los postconvergentes trasladan a ERC de la mano de su equipo negociador, encabezado por Josep Rull –el único miembro de este grupo que tiene relación directa con el PDeCAT–, Francesc de Dalmases y Artadi, Junts per Catalunya desliza la posibilidad de que Puigdemont vuelva a España.

No lo va a hacer inmediatamente «nunca, antes del día de Reyes», pero el ex presidente lo ha deslizado en la última reunión que ha mantenido con su equipo de asesores en Cataluña –por videoconferencia– y en Bruselas. De hecho, en esta reunión la posible investidura telemática de Puigdemont «no se trató». Los republicanos consideran una estupidez esta posibilidad porque «sería tanto como considerar que no tiene intención de volver» y, como apuntan fuentes independentistas, «Cataluña no se merece un presidente youtuber. Suena a marciano, no. Lo siguiente».

El equipo de Puigdemont valora las situaciones porque sabe que no volver lo situaría en una situación irrelevante. Como adelantó LA RAZÓN, en un artículo de Ricardo Coarasa, los abogados del ex presidente consideran que la vuelta lo llevaría irremediablemente a prisión por un tiempo indeterminado. Esta situación lo dejaría en terreno baldío, pero no volver también.

Por eso, sus asesores políticos «intensifican los contactos con Madrid» para evitar una larga estancia «porque todos estamos de acuerdo en que hay que bajar la tensión». Es decir, Puigdemont trata de conseguir garantías para que su estancia en prisión sea reducida y le permita seguir activo políticamente. Para ello, desde su equipo se lanza un mensaje: «La unilateralidad es ya pasado, ahora lo importante es que vuelva el gobierno legítimo», en un intento de conseguir estas garantías. El problema es que una cosa es la actitud política y otra las decisiones judiciales, aunque desde el nacionalismo se afirma que «hasta ahora los jueces siempre han hecho lo que han marcado los políticos».

Sobre la mesa también se está poniendo la renuncia al acta de diputado de los cuatro ex consellers que le acompañan en Bruselas para así evitar que la aritmética parlamentaria se convierta en una losa para el independentismo.

Los republicanos quieren saber si este cambio de actitud de Puigdemont valorando su vuelta es real en primera persona. Para conocer de primera mano cuál es su posición, Marta Rovira se verá con el ex presidente en Bruselas. El secretismo envuelve este encuentro y no se conoce la fecha exacta, aunque todas las fuentes apuntan que se realizará antes del día 6 «para empezar el curso político con todas las cartas marcadas».

La resistencia republicana de no investir a Puigdemont abre todo tipo de especulaciones sobre el candidato sustituto. Josep Rull, Jordi Turull o Elsa Artadi, pero refuerzan las posibilidades de un Junqueras fuera de Estremera. Esta posibilidad, totalmente verosímil para Junts per Catalunya, es la que ha forzado el último órdago: «O Puigdemont, o elecciones», en un intento de cerrar «vías de agua ante la presión de ERC».