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«Kichi nunca ha dado la cara»

La pareja que irrumpió en el último Pleno del Ayuntamiento de Cádiz denuncia «el pasotismo, las promesas incumplidas y las mentiras del alcalde»

Tamara Escarcena y su marido, Juan, irrumpieron en el último Pleno del Ayuntamiento de Cádiz
Tamara Escarcena y su marido, Juan, irrumpieron en el último Pleno del Ayuntamiento de Cádizlarazon

La pareja que irrumpió en el último Pleno del Ayuntamiento de Cádiz denuncia «el pasotismo, las promesas incumplidas y las mentiras del alcalde»

«Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia». Tamara Escarcena explotó en el último Pleno celebrado en el Ayuntamiento de Cádiz, el correspondiente al mes de marzo. «No pensaba liarla, pero le dije a Kichi que me escuchara, que llevaba mucho tiempo detrás de él. Y me respondió, con esa prepotencia que le caracteriza, que ya lo sabía, que me había visto por la televisión... me sacó de mis casillas, la verdad. Lo estamos pasando muy mal y, a diferencia de lo que mucha gente piensa, no es fácil contar tu historia, tus intimidades, ante una cámara de televisión». Tamara, junto a su marido Juan, madrugó y se personó a las puertas del Salón Isabelino de la Casa Consistorial el día del Pleno. No había empezado aún. Eran poco más de las nueve y media de la mañana. El alcalde cruzó el umbral de la puerta... Y se lió.

Tamara y Juan recriminaron al alcalde de Cádiz «su pasotismo, sus promesas incumplidas, sus mentiras». «Tiene a toda la ciudad engañada, no sólo a nosotros. Prometió ayudas, trabajo, que se ocuparían casas que estaban vacías en manos de los bancos... Y al final, nada. Antes de las elecciones colgó muchos vídeos en YouTube en los que hablaba de las casas que bajo su mandato irían a parar a manos de los gaditanos. ¿Dónde están esas casas? ¿Cuál es su política? Mentiras, mentiras y más mentiras. De hecho, esos vídeos fueron borrados, ya no se pueden ver», relatan a este medio. Tamara sitúa al lector: «Son tres meses sin pagar la casa, me echan de ella. Y tenemos de avalista a mi suegro, que es pensionista. Un mes llevamos encima de Kichi para que nos oiga. Y nada, no hay manera. Además, teníamos cita con la asistente y, tras salir denunciando el caso en un medio local, se anuló la cita. Nos pasó dos veces. No tienen vergüenza. Al alcalde no le gusta que se diga la verdad», resume.

No quiere «regalos». Y lo deja claro: «Lo que queremos es una casa de protección oficial. El mismo Kichi dijo por activa y por pasiva que había muchas en la ciudad deshabitadas, en manos de bancos e inmobiliarias. No queremos que nos regalen nada, sino una casa que podamos pagar. Lo que queremos es llevar una vida normal, poder ir con los niños a jugar a donde van todos los padres».

«En Cádiz hay mucha maldad y hay quien dice que buscamos que el alcalde nos arregle la vida, que nos dé una casa gratis y un trabajo. Pero eso es mentira. Llevamos ocho apuntados en las listas de Procasa. Y pese a estar en exclusión social tenemos a 96 personas por delante. Muy fuerte el tema, muy fuerte. Pasa el tiempo y tengo mucho miedo de quedarme en la calle con mis niños. Mi marido montó una zapatería, porque trabajo no hay y no quedaba otra que intentarlo por nuestra cuenta. La montó con sus propias manos y la va a tener que cerrar. El negocio no funciona. No culpo a Kichi de que nos vaya mal, pero sí de sus mentiras. Dijo que si gobernaba daría casas de protección oficial y trabajo a muchos gaditanos. ¿Dónde están esas casas? ¿Y ese trabajo? Abrieron una ventana de esperanza y ahora resulta que vendieron humo: todo es mentira», escupe Tamara.

«A ver si algún día estos políticos dejan de tirarse los trastos a la cabeza y se centran en ayudar a los ciudadanos. Les damos igual. Nos llegaron a cortar la luz, tuvimos que tirar la poca comida que teníamos en el congelador. Pero eso les da igual. Les da igual que te quedes en la calle. Sólo les interesa el poder, llenarse los bolsillos», añade. «Estamos desesperados, queremos una vida normal. Qué impotencia sentimos... Si pedimos ayuda es porque la necesitamos, joder, no disfruto yendo a hablar con la asistente social», suspira Tamara.

Juan incide en la «desesperación» de la que habla su mujer. Y amenaza: «Es una situación dura, no se la deseo a nadie. Es querer y no poder. Querer trabajar, querer mirar por mis hijos, y no poder. Kichi nunca ha dado la cara, nos ha dado pases de torero. Como esto siga así lo tengo claro. Me pienso poner en huelga de hambre a las puertas del Ayuntamiento. Sólo beberé agua. Y si muero, Kichi, como principal gestor de la ciudad, será el culpable de mi muerte. No hace caso. Una vez recorrí con él parte de la Avenida principal. Yo le pedía que me escuchara y él, con esa gran educación que le caracteriza, no paró de hablar por teléfono o de hacer como el que hablaba por teléfono. No tienen vergüenza. Ni él, ni David Navarro, ni Ana Fernández... nadie de ese equipo de Gobierno que se las daba de que iba a arreglar los problemas de esta ciudad». «Manda cojones la gente de Cádiz», piensa en voz alta Juan.

«Deberíamos de luchar más, no quedarnos de brazos cruzados. El día que cien parejas nos plantemos en el Pleno como hemos hecho mi mujer y yo en más de una ocasión, porque la de la semana pasada no fue la primera, puede que se arregle algo. No creo ni que los policías pudieran parar nuestra rabia», medita.

Tamara y Juan tienen un trémulo horizonte por delante: cita el próximo 6 de abril en Procasa, la empresa municipal de vivienda del Ayuntamiento de Cádiz, y cita con la asistente social dos semanas más tarde: el día 19.