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Miembros del Govern piden a Puigdemont romper con la CUP

Proponen convocar elecciones plebiscitarias en lugar de otra consulta: «Podemos ser independentistas, pero no antisistema».

La portavoz de la CUP en el Parlament de Cataluña, Anna Gabriel
La portavoz de la CUP en el Parlament de Cataluña, Anna Gabriellarazon

Proponen convocar elecciones plebiscitarias en lugar de otra consulta: «Podemos ser independentistas, pero no antisistema».

En pleno desafío soberanista, horas antes de la resolución del Tribunal Constitucional contraria al referéndum de autodeterminación, la gota que colmó el vaso fue la defensa de Carles Puigdemont hacia sus socios de la CUP, en el sentido de que la libertad de expresión ampara la quema de banderas y la imagen del Rey Felipe VI. Y para colmo, las amenazas de los antisistema en la misma fachada de la sede barcelonesa de la antigua Convergència contra los miembros de su actual dirección. La relación entre la Generalitat y sus socios de gobierno, los radicales cuperos, está en pleno incendio. Su exigencia de dimisión del consejero de Interior, Jordi Jané, tras la detención de un grupo de anticapitalistas por la quema de fotos del Rey, ha levantado todas las alarmas y provocado una crisis sin precedentes en el seno del Govern. Un sector del PdeCat, antigua Convergència, plantea ya abiertamente la ruptura con la CUP. «Esto parece diabólico», aseguran altos cargos del Gobierno catalán al contemplar las imágenes de los cuperos rompiendo en el Parlament, en pedazos y boca abajo, las imágenes del Rey. Hasta Esquerra Republicana ha cerrado filas con los Mossos d’Esquadra y afea sin ambages la reacción de los radicales. Un órdago en toda regla que coloca a Carles Puigdemont a los pies de los caballos.

La reunión del Gobierno catalán el pasado martes en el Palau fue, según ha sabido este periódico, tormentosa. La imagen de Puigdemont junto al vicepresidente, Oriol Junqueras, y el consejero de Interior cuestionado, Jordi Jané, no calmó en absoluto las aguas de un partido atacado por la CUP. A la misma hora, pancartas y pintadas insultantes contra Artur Mas o algunos nuevos dirigentes de Convergència como Marta Pascal inundaban la sede del partido. «Podemos ser independentistas, pero no podemos ser antisistema», advierten en la cúpula convergente. Desde el partido se ha exigido a un Puigdemont cada vez más debilitado la ruptura con los cuperos. «Primero las cuentas, después ya veremos», afirmó el presidente de la Generalitat acorralado y en una posición de resistencia numantina. La tensión es máxima ante dos fechas cruciales: el debate de totalidad de los Presupuestos para 2017, que se celebra la próxima semana en el Parlament, y la cumbre soberanista del día 23 convocada por el propio Puigdemont.

Las detenciones de los cuperos, ordenadas por el juez de la Audiencia nacional Fernando Andreu, han desatado una tormenta política colosal dentro del Govern. Varios de sus consejeros y altos dirigentes de Convergència exigen ya la ruptura con la CUP, lo que obligaría a Puigdemont a prorrogar las cuentas públicas, llegar muy debilitado a la cita del 23 previa a la consulta secesionista y aparecer muy cuestionado en un momento de diálogo con Madrid. Ayer, por los pasillos del Palau de la Generalitat circulaba una frase: «Hasta aquí hemos llegado», advertían muchos «consellers» con la dimisión de Jordi Jané encima de la mesa del president. Éste, por su parte, intenta, según su entorno, que «la sangre no llegue al río» en un pulso con la CUP que en la propia Convergència consideran ya insostenible.

«Una salida cobarde». Así definen algunos consejeros de la Generalitat y dirigentes de Convergència la reacción de Puigdemont ante el desafío de la CUP. Acorralado por los Presupuestos y su cumbre soberanista, miembros de la dirección del partido critican fuertemente al president. «Si no defiende a los suyos, poco ha de hacer en la defensa ante el Estado», opinan en el entorno de su antecesor, Artur Mas, cuya imagen ha sido insultada en la fachada de la sede del partido junto a la de dirigentes como Marta Pascal o David Bonvehí. Las espadas están en alto, dado que los Presupuestos necesitan ser aprobados con votos de la CUP. El apoyo del PSC, esgrimido por Miquel Iceta, a cambio de renunciar al referéndum unilateral, sería insuficiente, incluso con los votos de formaciones de izquierda como los comunes de Ada Colau y los podemitas de Cataluña sí se Puede. La escisión en Convergència comienza a estar cerca.

La estrategia del presidente de la Generalitat de evitar un choque de trenes frontal con la CUP para garantizar el pacto de estabilidad ha desatado enormes críticas en el seno del partido. Mientras las encuestas van cada vez peor, un sector de Convergència aboga ya claramente por la ruptura y, a tenor de la resolución del TC, convocar unas elecciones plebiscitarias en los primeros meses de 2017. Una manera de salvar la cara y disfrazar la consulta declarada ilegal por el Constitucional. La amenaza de la escisión y la pugna por un candidato están de nuevo sobre la mesa.