El desafío independentista

La Generalitat dio el resultado esperado: el 90% votó «sí»

Anuncia el apoyo de 2.020.144 votantes frente a 176.565 que rechazaron la independencia.

Con un censo universal, los voluntarios apuntaban los nombres de los ciudadanos que votaron
Con un censo universal, los voluntarios apuntaban los nombres de los ciudadanos que votaronlarazon

Anuncia el apoyo de 2.020.144 votantes frente a 176.565 que rechazaron la independencia.

Lloviznaba ayer en Barcelona de madrugada cuando decenas de vehículos de particulares completaban el reparto de urnas de plástico por los colegios electorales de la capital catalana. Escenas parecidas se repetían por toda la comunidad, siempre siguiendo un método clandestino: grandes bolsas de basura de color negro para transportar los gigantes «tupperwares», donde debían depositarse los votos para consumar la autodeterminación. Llegaban los voluntarios con las urnas disfrazadas de negro a pocas horas de la apertura de los locales electorales y lo hacían principalmente por puertas traseras. Algo parecido ocurría con las papeletas, transportadas a puñados en manos de los fieles a la causa e incluso en cajas de pizza.

Se iniciaba así un ensayo de jornada electoral repleta de incógnitas. Por si no hubiera suficiente incertidumbre, el portavoz de la Generalitat, Jordi Turull, anunció poco antes de las 9:00 horas un cambio de las reglas: la participación será posible mediante un «censo universal» que debía permitir a los catalanes votar en cualquier colegio y no solamente en el asignado inicialmente. Con esta astucia, la Generalitat pretendía burlar el previsible cierre de locales electorales y más aún: «Mientras haya un colegio abierto, los catalanes podrán votar». A las 10:45 horas, el Gobierno anunció que este sistema ya estaba inoperativo.

La manga ancha también alcanzó a las papeletas, ya que el Govern también admitió la posibilidad de depositarlas sin la necesidad de enfundarlas en un sobre. Argumentó Turull que, en las últimas semanas, se habían requisado a la Generalitat unos 9 millones de papeletas, así como 1,5 millones de sobres, y explicó que las papeletas se pudieron imprimir de nuevo. Los sobres, en cambio, se quedaron por el camino de las garantías extraviadas en las últimas semanas.

A las pocas horas de ponerse en marcha las mesas, los organizadores del referéndum se quedaron sin un sistema informático fiable para llevar el recuento y comenzaron los planes B. Los vocales y presidentes se valieron de aplicaciones en teléfonos móviles (registremeses.com) para que el proceso despegara, pero lo hizo de forma errática. A cada poco, alguno de los voceros a los mandos de la organización en los colegios comunicaba fallos en el sistema y pedían a la gente no usar los datos móviles para no colapsar la red y permitir un tráfico más rápido para procesar los datos.

Pese a los problemas, Turull compareció pasadas las 11:00 horas para insuflar ánimos a los seguidores del referéndum y aseguró que el 73% de mesas electorales del referéndum previstas estaban funcionando con normalidad. «Dijimos que el pueblo de Cataluña votaría y en el 73% de mesas se está pudiendo votar», celebró el portavoz de la Genera-litat en rueda de prensa. Turull lamentó los «ataques informáticos», pero evitó presentarlos como un golpe mortal subrayando que existía un teléfono para solicitar asistencia. Así las cosas, a la Generalitat no le quedó otra que pedir «paciencia» a los votantes. «Fácil no nos lo ponen», dijo el portavoz catalán. Tan poco fácil que las mesas electorales comenzaron a valerse de papel y bolígrafo para llevar el registro de votos. El proceso adquirió así un procedimiento rústico que lastró toda la jornada.

Sobre las 19.00 horas, a falta de una hora para dar por concluido la malograda votación, Turull dio nuevas explicaciones. «No se ha podido votar con normalidad, ya que se han tenido que cerrar 319 colegios de un total de 2.315», afirmó.

La contabilidad electoral

El recuento de votos fue mucho más complicado. En muchas poblaciones los organizadores del referéndum de independencia, suspendido por el Tribunal Constitucional, optaron por cerrar antes de tiempo algunas de las mesas, para proteger todos estos votos de una posible incautación por parte de las fuerzas policiales. Sobre las 23:00, los partidos soberanistas y las diferentes secciones de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) hacían públicos los resultados que decenas de poblaciones daban a través de las redes. En todas se imponía el «sí» a la independencia. Sin excepción.

El conseller de Presidencia, Jordi Turull, anunciaba que se contaron 2,2 millones de papeletas y que el «sí» ganó con el 90% de los sufragios, 2.020.144 votos. También aseguró que no se pudieron abrir unas 400 escuelas, con un censo de 770.000 personas. El «no» fue el 7,8%, 176.565 votos. La participación prácticamente iguala a la del 9 de noviembre de 2014, cuando votaron 2,3 millones de catalanes.