PSOE

La gestora retrasará el congreso hasta primavera o verano de 2017

Busca rearmarse internamente y promover políticas que hagan olvidar la abstención al PP. Quiere «aplacar los ánimos» y «desactivar a Sánchez»

Preparativos para el congreso de 2014, cuando fue elegido Pedro Sánchez
Preparativos para el congreso de 2014, cuando fue elegido Pedro Sánchezlarazon

Busca rearmarse internamente y promover políticas que hagan olvidar la abstención al PP. Quiere «aplacar los ánimos» y «desactivar a Sánchez»

Tras consumarse el trágala de la abstención, los ánimos en el PSOE siguen encendidos. La división que palpita en el seno de la formación amenaza con manifestarse en cualquier forma y bajo cualquier pretexto y el próximo frente de batalla entre ambos bandos será la convocatoria del congreso extraordinario. La comisión gestora que nació tras la dimisión de Pedro Sánchez lo hizo con dos misiones fundamentales: adoptar la postura del PSOE ante una eventual investidura de Mariano Rajoy y pilotar el partido hasta la celebración de un congreso extraordinario en el que se elija una nueva dirección. El primer objetivo se cumplió el pasado sábado, pero el segundo –todavía sin fecha– no tendrá una resolución tan inmediata. Según fuentes consultadas por LA RAZÓN, no se espera que hasta la primavera o el verano de 2017 se produzca el proceso congresual socialista. La dilación en los tiempos que defienden la gestora y varias de las federaciones más poderosas del PSOE, encabezadas por Andalucía, choca con los intereses del sector crítico y del propio Sánchez, que abogan por que se convoque de forma automática para resolver la situación de interinidad que soporta el partido. El propio ex secretario general explicitó esta demanda en su última comparecencia pública, cuando urgió a la dirección a poner «fecha y hora» a un congreso al que aspira a presentarse. Tras acusar a la gestora de haberle obligado a dimitir, Sánchez es consciente de que el tiempo corre en su contra y que sin visibilidad pública y sin altavoz institucional sus opciones de recuperar las riendas de Ferraz se diluyen a medida que pasan los días.

La estrategia de espaciar al máximo los plazos no sólo se nutre de la necesidad de «desactivar a Sánchez», sino también de devolver al partido cierta estabilidad. «Unas primarias ahora sólo ahondarían en la fractura y cronificarían el problema», apunta un dirigente cercano a la dirección interina, que ve en la petición del ex secretario general la oportunidad para blindarse, sin importar el coste atenga para el partido. La expresión más utilizada es «aplacar los ánimos» para «enfriar el incendio interno» que existe en el PSOE después de la destitución de una parte de la Ejecutiva tras la dimisión en bloque de la otra mitad. Desde la gestora quieren imponer un «tiempo de reflexión» para ser capaces de acometer la transformación que necesita el partido, poniendo fin al cisma interno que lo carcome desde hace años. Aunque su presidente, Javier Fernández, declara su nula intención de «perpetuarse» en el cargo y habría colocado el mes de marzo como horizonte temporal para cumplir su misión al frente de la gestora, lo cierto es que el carácter que quieren imprimir al proceso de «reconstrucción» de la formación es de «sosiego». «Se debe iniciar un debate profundo y de calado. Esto no se resuelve en dos meses. Primero tenemos que ocuparnos de recuperar el proyecto, el discurso y las ideas. Quien lidere el partido vendrá luego», comentan fuentes próximas a la dirección interina, invirtiendo el orden de los factores de los críticos, que proponen primero votar y luego pensar.

Si el reloj corre en contra de Sánchez, lo hace –por supuesto– a favor de la gestora. Los nuevos inquilinos de Ferraz necesitan tiempo para irse haciendo fuertes en el aparato del partido y controlar los centros de poder que, hasta ahora, estaban en manos del «sanchismo». También aspiran a que la labor parlamentaria de un PSOE que logre revertir las políticas injustas del PP en el Congreso sea capaz de mitigar el doloroso recuerdo de la abstención entre la militancia, que es –al fin y al cabo– la que elige con su voto el nuevo liderazgo del partido en el congreso. En todo caso, el PSOE tiene un desafío más inmediato que resolver: el del PSC. Los socialistas catalanes celebran su congreso en los próximos días y del nuevo rumbo que tome la formación se desprenderá el cambio de relaciones con el partido hermano, tales como desvincularse orgánicamente de los centros de poder, como adelantó ayer LA RAZÓN.

La pugna por el liderazgo del PSOE ha sido el núcleo de división interna del partido desde que Sánchez tomara las riendas de la formación y rompiera con quienes le auparon al cargo. La necesidad de poner distancia con esta época tan convulsa es para la gestora una prioridad si se quiere acometer la reconstrucción del partido con garantías de consenso, mientras que los críticos no quieren perder el «efecto mártir» que destila el depuesto secretario general y demandan inmediatez en unas primarias que –ningún bando lo duda– volvería a ganar.