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La inhibición de Colau puede rebajar un 20% la participación en el 1-O

Tres de cada cuatro electores de Catalunya sí que es Pot rechazan la independencia.

La inhibición de Colau puede rebajar un 20% la participación en el 1-O
La inhibición de Colau puede rebajar un 20% la participación en el 1-Olarazon

Tres de cada cuatro electores de Catalunya sí que es Pot rechazan la indepedencia.

Ninguna propuesta política dio tanta fuerza a la candidatura de En Comú Podem en las dos últimas elecciones generales (diciembre de 2015 y junio de 2016) como la de un referéndum en Cataluña. Su candidato, Xavier Domènech, apostó día tras día por una consulta de este estilo y lo hizo en solitario. Los independentistas (ERC y PDeCAT) daban en aquellos momentos por superada esa cuestión tras haberse sometido a las denominadas «elecciones plebiscitarias» de septiembre de 2015. Y los partidos constitucionalistas (PSC, PP y Ciutadans), por su parte, rechazaban con contundencia este mecanismo. El contexto fue magnífico para En Comú Podem, que logró sendas victorias en la doble ronda de generales y orilló el 25% de los votos.

En diciembre de 2015, la candidatura a las generales encabezada por Xavier Domènech –y respaldada por Ada Colau y Pablo Iglesias– consiguió más de 920.000 votos (24,71%) y en junio de 2016 obtuvo más de 850.000 apoyos (24,53%). Los «comunes» demostraron así que su propuesta de un referéndum efectivo mantenía un significativo tirón en «la Cataluña de la postautonomía a la preindependencia», según definición del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.

Tanto tirón que el propio Puigdemont optó por recuperar la idea de un referéndum –que no incluía el programa electoral de Junts pel Sí– tras las presiones de la CUP, que sí que había asumido como una derrota el resultado de los independentistas en las denominadas «plebiscitarias» (47,8% del voto).

Desde que Puigdemont puso en marcha el eslogan de «referéndum o referéndum», buena parte de sus esfuerzos se concentraron en seducir a Ada Colau y al espacio de los «comunes». Por eso, la decisión adoptada el pasado fin de semana por Catalunya en Comú –el partido de Colau– de no llamar a la participación en el referéndum del 1 de octubre y de encarar esta cita como una simple movilización ha disparado las alarmas de los partidos independentistas.

Todo lleva a pensar que la inhibición de los «comunes» puede tener un impacto muy significativo en la participación del presunto referéndum del 1-O. ¿Conserva ascendencia el partido de Colau y de Domènech sobre los 850.000/920.000 electores que votaron sus siglas en la doble ronda de generales? Si es así, sería tanto como desmovilizar de las urnas a más de un 20% del electorado en Cataluña.

La cita del 1 de octubre, por tanto, vuelve a parecer, sobre todo, una jornada diseñada por independentistas para independentistas al igual que el simulacro de consulta del 9 de noviembre. En aquella ocasión votaron, según los datos de la Generalitat, 2,3 millones de personas, lo que significa un dato ligeramente superior al 33% del censo en Cataluña. ¿Puede subir esta participación? Es muy difícil responder la cuestión, pero hay datos que deben tenerse en cuenta.

El primero es que los independentistas aspiran a arrastrar a las urnas a unos 3 millones de electores, lo que sería tanto como persuadir a centenares de miles de ciudadanos contrarios a la ruptura con el resto de España. «Esto no va de independencia, va de democracia», repiten, una y otra vez, los dirigentes de ERC y el PDeCAT para atraer a lo que ellos llaman «unionistas».

Ayer mismo, la coordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal, trataba de neutralizar los efectos de la inhibición del partido de Colau atacando sus «dudas» y acusando a sus dirigentes de dejar «desamparados» a sus votantes.

En realidad, los esfuerzos de los dirigentes soberanistas tampoco pueden dejar de lado a su propia parroquia, que comienza a dar signos de fatiga. El último barómetro del Centro de Estudios y Opinión de la Generalitat (CEO) –el CIS catalán– reveló un creciente rechazo a la independencia (48,5% de los catalanes) mientras que un 44,3% apoyaba la idea. Significó la mayor brecha (+4,2 puntos) desde junio de 2015.

De ese mismo estudio también cabe destacar un dato que se mantiene más o menos estable y es que el electorado independentista que habita en Catalunya sí que es Pot –la marca de Podemos e ICV en el Parlament– se sitúa en el 18,2% cuando es preguntado por la forma que debería tener Cataluña. Esto significa que tres de cada cuatro electores de la izquierda alternativa son partidarios de mantener la unidad de España con opciones diversas: el Estado federal (47,2%), el Estado autonómico (21,5%) o el Estado regional (5,1%). La cifra se eleva al 32% cuando la pregunta es independencia, ¿sí o no? Ésta es la gran esperanza de ERC y el PDeCAT.