Política

Lucha contra ETA

La orden para detener a Plazaola llegó al juzgado cuando ya estaba cerrado

Desde que la Audiencia Nacional autorizó la entrada y registro hasta que los agentes accedieron al domicilio del etarra transcurrieron tres horas

Plazaola, ahora en paradero desconocido, tras ser puesto en libertad por orden de la Audiencia Nacional
Plazaola, ahora en paradero desconocido, tras ser puesto en libertad por orden de la Audiencia Nacionallarazon

Desde que ayer al mediodía (12:40 horas) se produjo la filtración sobre la decisión del Tribunal Supremo de anular la excarcelación del etarra Alberto Plazaola hasta que los agentes entraron en su domicilio en Oñate (Guipúzcoa) a las 23:05 de la noche y comprobaron que el terrorista se había fugado transcurrieron casi diez horas y media. En todo ese proceso intervinieron, además del Alto Tribunal, la Audiencia Nacional, el juzgado de Vergara y los agentes encargados de llevar a cabo la detención.

Aunque la noticia se filtró más de tres horas antes –una irregularidad que investigará tanto el Tribunal Supremo como la Fiscalía General del Estado–, no fue hasta las cuatro de la tarde cuando el Tribunal Supremo comunicó oficialmente a la Audiencia Nacional su resolución, que llevaba aparejada la vuelta a prisión de Plazaola. Más tarde, a las 17:22 horas, las Fuerzas de Seguridad recibieron la orden de detención del etarra.

Se puso entonces en marcha el mecanismo habitual en estos casos y a las ocho de la tarde el juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez cursó la correspondiente orden de entrada y registro para proceder al arresto del etarra. Tres cuartos de hora después (20:44), esa orden se trasladaba al Juzgado de Vergara, fuera del horario de guardia, que concluye a las ocho. De esta forma, cualquier documento que se envíe al mismo pasada esa hora no es recibido «oficialmente» hasta las nueve de la mañana del día siguiente.

Y es que, de acuerdo con una resolución de la Secretaría de Estado del Ministerio de Justicia de 4 de junio de 2003, en aquellas localidades donde sus juzgados no tienen guardias diarias, sino semanales, el horario finaliza a las ocho de la tarde. Según esa resolución, en esos partidos judiciales el servicio de guardia se realiza «en régimen de jornada partida», de nueve a 14:00 horas por la mañana de lunes a sábado y de 17:00 a 20:00 horas por la tarde y los domingos de diez a 14:00 horas. Fuera de ese horario, los funcionarios de guardia «permanecerán en situación de continua localización, para atender puntualmente a cualquier incidencia propia del servicio de guardia que pudiera suscitarse».

El auto de la Audiencia Nacional se puso en comunicación tanto de la jueza como de la secretaria judicial de Vergara, a quien recogió la Policía Judicial del País Vasco, trasladándola hasta el punto de encuentro acordado con los agentes, cercano a Oñate, la localidad donde tiene su residencia Plazaola. Pero según fuentes jurídicas, la secretaria judicial esperó casi una hora la llegada de los agentes, quienes portaban la orden de la Audiencia.

«Sellado de la zona»

Ese encuentro se produce finalmente a las 22:40 horas, momento en que la secretaria judicial recibe por fin la documentación. Sin embargo, pasarán todavía 25 minutos hasta la entrada en el domicilio, ya que además de analizar la misma se procedió a lo que se conoce como «sellado de la zona», es decir, establecer un perímetro de seguridad en las inmediaciones de la vivienda del etarra.

Esas diez horas de procedimiento resultaron baldías, porque cuando los agentes entraron en el domicilio comprobaron que el etarra ya no se encontraba allí.

Expertos antiterroristas concultados por este periódico, han señalado que se mantienen abiertas todas las hipótesis sobre el paradero de Plazaola, desde que no haya salida de Oñate y de su barrio, hasta que se encuentre escondido en casa de un amigo en España o de un “refugiado” en Francia.

«Potros» y la clandestinidad

A este respecto, esas mismas fuentes recuerdan que cuando fue detenido Santiago Arróspide Sarasola, «Santi Potros», para que reingresara en prisión, se le comentó que cómo era posible que no hubiese intentado escapar. El etarra contestó que a esas alturas de su vida «no me compensa huir a Francia y volver a la clandestinidad».

Sin embargo, el caso de Plazaola es diferente ya que le queda por delante un plazo más largo de condena y, en principio, no parece dispuesto a volver a la cárcel por las buenas.

Otra cosa es lo que piensen ETA y los grupos de su entramado. Es posible que hayan decidido utilizar el arresto de este individuo como un acto publicitario en contra del Gobierno con el fin de denunciar su supuesto «inmovilismo».