Barcelona

Los «huidos» tienen el control soberanista

Junts per Catalunya, ERC y CUP consiguen 70 diputados y podrán repetir su alianza, aunque deberán de consensuar el president y aclarar la decisión de fugados (5) y encarcelados (3).

Los «huidos» tienen el control soberanista
Los «huidos» tienen el control soberanistalarazon

Junts per Catalunya, ERC y CUP consiguen 70 diputados y podrán repetir su alianza, aunque deberán de consensuar el president y aclarar la decisión de fugados (5) y encarcelados (3).

Quienes especulaban con un Parlament ingobernable y quienes incluso aventuraron una repetición de elecciones en Cataluña se equivocaban. El bloque independentista, pese a perder dos diputados, logró ayer retener su mayoría absoluta en el Parlament con 70 escaños y, por tanto, podrá reeditar su alianza. Eso sí, Junts per Catalunya (la candidatura de Carles Puigdemont) y ERC seguirán en manos de una CUP que, si bien es la fuerza soberanista peor parada de estas elecciones, conserva la capacidad de condicionar a sus socios mayoritarios.

Junts per Catalunya (34 diputados) –segunda fuerza en el Parlament por detrás de Ciutadans (35)– está llamada a liderar esta alianza después de imponerse a ERC (32). La candidatura articulada en torno a Puigdemont llevará las riendas de las negociaciones postelectorales y tendrá que resolver el regreso del ex presidente de la Generalitat desde Bruselas, así como el de los ex consellers huidos, ya que todos deberían acudir al Parlament a votar en la sesión de investidura.

Los electos afincados en Bruselas pueden demorar unas semanas su regreso, ya que pueden autorizar a un tercero la recogida de su acta de diputado, pero Puigdemont y los ex consellers autoexiliados no tendrán más remedio que regresar a Barcelona para la investidura, ya que el reglamento del Parlament sólo prevé el voto delegado en caso de bajas maternales/paternales y enfermedades. El gran problema es que el líder independentista y los ex consellers deberán afrontar sus problemas con la justicia, que podrían comportar su prisión preventiva.

Ocho escaños en el aire

La alianza gubernamental entre independentistas es la más probable, pero está repleta de dificultades. Los huidos a Bruselas deben decidir, en primer lugar, si toman posesión de su acta de diputado o si renuncian a ella. Son Carles Puigdemont (JxCAT), Clara Ponsatí (JxCAT), Lluís Puig (JxCAT); Toni Comín (ERC) y Meritxell Serret (ERC). Algunos podrían no hacerlo y permanecer en Bélgica, donde pueden moverse con libertad tras la retirada de la euroorden. Y los encarcelados Oriol Junqueras (ERC), Jordi Sànchez (JxCAT) y Joaquim Forn (JxCAT) también deben pronunciarse.

Además de abordar todas estas situaciones, los independentistas deben acordar una hoja de ruta con enormes interrogantes. Proseguir el avance unilateral para implementar la República es la opción más improbable por dos motivos: el primero, por el tormentoso resultado que dio este procedimiento en la pasada legislatura y el segundo, porque el bloque soberanista ha retrocedido (de 72 a 70 escaños) y continúa sin alcanzar el 50% de los votos en las elecciones catalanas.

Así las cosas, los independentistas podrían optar por abrirse a Catalunya en Comú a partir del planteamiento de un proceso constituyente en lugar de la implementación de una República independentiente. Pero lo cierto es que los comunes tienen pocas ganas de coaligarse con los herederos de Convergència (el PDeCAT, integrado en JxCAT). «Los catalanes nos han colocado en la oposición», asumió ayer el propio candidato de Catalunya en Comú, Xavier Domènech.

Las otras opciones de pactos son prácticamente inviables. La líder de Ciutadans, Inés Arrimadas, pese a su victoria, lo tiene muy complicado para ser escogida presidenta de la Generalitat, ya que las fuerzas independentistas piensan imponer sus 70 escaños para rechazar su presunta candidatura en el Parlament. Por tanto, los eventuales apoyos de PSC y PP se quedarían cortos, y tampoco sería suficiente buscar la abstención de Catalunya en Comú.

Igual de negro lo tiene el PSC de Miquel Iceta y la famosa operación Borgen, consistente en lograr pactos con adversarios del bloque independentista para lograr la presidencia. El motivo es que es inverosímil que ERC –el aliado más natural del PSC dentro del bloque soberanista– no cederá las riendas del Govern a los socialistas catalanes tras haber apoyado la aplicación del artículo 155 y, sobre todo, pudiendo explorar una alianza con Junts per Catalunya y la CUP para proseguir con el objetivo de una República catalana. Al apoyo de ERC, el PSC debería sumar el respaldo de los «comunes» y las abtenciones de Ciutadans y del PP. Se trataría, por tanto, de una geometría incluso impropia de la ficción televisiva. «No hemos conseguido la posición que buscábamos», admitió el propio Iceta.

Cambio de estrategia

Así las cosas, Cataluña parece lejos de un escenario de estabilidad. Las emociones han vuelto a pesar, y mucho, en estas elecciones y los soberanistas han revalidado su mayoría absoluta. Sus protagonistas, sin embargo, planean un cambio de estrategia. Dirigentes del PDeCAT y de ERC consideran que la construcción de la República no puede seguir sometiéndose a calendarios asfixiantes, sino que debe avanzarse con la idea de ampliar mayorías sociales.

Al igual que las fechas límites están llamadas a desdibujarse, también lo está la denominada vía unilateral. A lo largo de esta campaña, los partidos independentistas han evitado blandir esta amenaza y cuando lo han hecho siempre ha sido para argumentar que no la descartan. Es decir, que nada hace pensar que el próximo Govern independentista se ponga manos a la obra con un planteamiento rupturista, ya que el Gobierno de Mariano Rajoy no ha tenido inconveniente en aclarar que si los soberanistas desbordan el marco legal volverá a aplicarse el 155.

El independentismo, por tanto, deberá repensar su estrategia, contemporizar sus maniobras y resolver sus batallas internas antes de poner en marcha su nueva acción de gobierno. Y todo ello sin que la CUP opte por echarse al monte. Los antisistema –que también tienen sus propias tensiones internas– podrían poner el listón muy alto a Junts per Catalunya y a ERC, aunque tendrán menos argumentos para hacerlo, ya que ahora sólo son 4 diputados.